jueves, marzo 22, 2007

Valentin Puig, Esa España tan bien sincronizada

jueves 22 de marzo de 2007
Esa españa tan bien sincronizada

POR VALENTÍ PUIG
EL éxito de España en el dúo técnico de natación sincronizada en Melbourne es indudablemente un triunfo de la voluntad y del querer hacer las cosas bien. Llega la noticia a un país que se levanta falto de sincronías, con algarabía política y mediática. Lo fácil es subrayar este nuevo contraste con una opinión pública escindida, pero a lo mejor resulta que esa escisión no es tan profunda y que el magnífico logro de Gemma Mengual y Paola Tirados en las piscinas de Australia corresponde afortunadamente más a la realidad que el choque de manifestaciones partidistas. Es un acto de belleza que proviene de miles de horas de aprendizaje y disciplina. Proviene de los golpes de silbato del entrenador que anda arriba y abajo por el lateral de la piscina, exigiendo cada vez más de las nadadoras en la búsqueda del perfeccionamiento de cada brazada y cada figura. Son toda una juventud de entrenamientos, robándole tiempo a otros ocios, a otras dedicaciones, para ese instante pletórico del logro deportivo, de la superación final.
Este comentarista vive más bien ajeno al deporte. Para qué engañarnos: el único ejercicio que practica es alzar el brazo para llamar a un taxi. Pero el éxito de la pareja española en Melbourne no es algo casual o anecdótico. Tiene que ver con la España real, con los miles de jóvenes que cada día -a horas incluso destempladas- se entrenan para superarse y convertir la potencia en realidad. Buscan en el deporte la pasión de un vivir con deberes y laureles. Miles de jóvenes acuden voluntariosamente a los polideportivos de toda España con la ilusión de competir y ser los mejores. Esa es la meritocracia del deporte, arrolladora, ejemplar, concreta y estupenda. Es una España cada vez más sincronizada, vinculada a ambientes familiares propicios, a un buen crecimiento económico, a unas infraestructuras adecuadas, a una soltura deportiva que sabe equipararse con las pruebas mundiales más exigentes.
Tanta calidad de la natación sincronizada, todas esas evoluciones en la piscina, armónicas y perfectas, no son la excepción en un país que optó por intentar ser competitivo y que nutre de esa opción una presencia activa y puntera en pruebas como la de Melbourne. España puntúa mientras la vida política nos agobia con oscuras incertidumbres. Todo viene entrelazado, el botellón y las horas de polideportivo, la basura televisiva y las horas intensas antes de lanzarse a la piscina y competir dando la mejor sonrisa del triunfo. Lo previo son entrenamientos en los que la rutina aspira al sumo arte de la natación, a sincronizar equipos y figuras, a verse como elementos de un quehacer cada vez más conjuntado y sobresaliente.
La gracia configura todos los movimientos de esas nadadoras, nacidas y entrenadas para la competición y el talento. Todo puede interpretarse de otro modo, pero el paralelismo entre la crispación política y la vida cotidiana, aunque no sean ambas cosas de relación estanca, causa una ligera sorpresa, casi asombro grato y feliz. Desde luego, la política no consiste en darle al silbato para que todos los ciudadanos se pongan a sincronizar sus movimientos vitales. Al contrario, la disparidad y el conflicto son parte intrínseca de la vida pública. En todo caso, ¿existe una extralimitación que prejuzgue la vida cotidiana y la asimile de forma estricta al rifirrafe político? ¿Es ese éxito de nuestras nadadoras algo que deba considerarse del todo al margen de lo político, o más bien un paradigma para que la política modere sus impulsos?
Sincroniza que algo queda. A la espera de un comunicado de ETA -uno de tantos, tal vez- las nadadoras españolas recogen su equipaje en un hotel de Melbourne y se preparan para regresar a España cuando acabe la competición. En una piscina australiana sincronizaron magistralmente su arte y su pericia, a la espera de la gran prueba de Pekín y de las medallas olímpicas que caigan. Aterrizarán en una España que tiene algo de pim-pam-pum, de tú lo eres más, de cierto trágala, de incompatibilidades quizá políticamente elaboradas más allá de la realidad punzante. Uno apuesta por esa España que aterriza con una medalla de plata, que sabe ganar y que sonríe de una forma esplendorosa.
vpuig@abc.es

No hay comentarios: