sábado, marzo 24, 2007

Polanco da la cara con Franco pur un Gobierno que le hace la cama

Polanco da la cara con Franco por un Gobierno que le hace la cama
Manuel Ortega
El todopoderoso dueño de Prisa se hace el ofendido y pasea la sombra del ferrolano, Pepiño se olvida de Telemadrid y el PP actúa tarde, como de costumbre.

24 de marzo de 2007. Que a estas alturas venga Jesús Polanco a contarnos historietas del franquismo es de traca. Que además lo haga a modo de insulto contra el partido de la oposición, primero en número de militantes y –no se olvide– votado por millones de españoles a los que algunos desearían reducir al silencio de los corderos, es preocupante. No sólo por lo que representa, sino por la pésima memoria del todopoderoso propietario de ese pintoresco conglomerado político-empresarial llamado Prisa. Y es que los años no perdonan, y si Polanco hablaba de franquismo, algo debía saber. Al fin y al cabo, el generalito ferrolano no le trató especialmente mal. Gracias a sus negocios bibliográficos –y si hemos de creer a los guionistas del Cuéntame, esos negocietes no se hacían más que con buenas amistades ministeriales– consiguió levantar su emporio. Mucho antes, incluso, un jovencísimo Polanco que aún no pensaba en dividendos podía, fíjense, levantar el brazo alto, con su camisita y su canesú de azul mahón, para saludar esa misma bandera que los de su periódico andan, lupa en mano, buscando en todas las manifestaciones críticas con el Gobierno para cargarles el sambenito de fachas. No seré yo quien haga leña de un árbol caído. Ni burla de aquellas generaciones del macuto y del morral. No hay por qué. Aquellos campamentos hicieron mucho y bueno por los jóvenes españoles. Por eso, uno no sabe si reir o si llorar imaginando al tronante Polanco clamando contra los populares por franquistas, acusándolos –él, tan resistente como algunos de los que cobija bajo sus alas, y no sólo Janli Cebrián y Rodolfo Martín Villa– de "volver a la Guerra Civil". Y todo, además, para defender a un Gobierno, el de José Luis Rodríguez Zapatero, en el que, según parece, el patrón de Prisa no cree. Un Ejecutivo que le ha hecho la cama privilegiando a los amiguetes de ZP con su Globomedia y La Sexta. Y que se la hará más si prospera su proyecto de diario general, competencia directa para El País y su franja de lectores. Todo para apoyar a un presidente que no escucha los consejos, empezando por los de prudencia, del chamán Cebrián, y cuyo Ejecutivo, salvando a Alfredo Pérez Rubalcaba por su peculiar relación de amistad, está prácticamente integrado por personalidades grises y mediocres. Tan mediocres como un Pepiño Blanco, que, a pesar de todo, ha salido a la palestra para defender los intereses de Polanco. Más por aprovechar cualquier resquicio que permita atacar al PP que por otros motivos, aunque, como sabe el guardián de la finca de Ferraz, Prisa todavía es Prisa. Y mientras vienen los chicos de José Miguel Contreras, los servicios de la SER, El País y la Cuatro son de gran ayuda. Así que ese Henry Kissinger del siglo XXI que es Pepiño ha acusado a los populares de "presionar" e incitar al "boicot" por vetar su presencia en los medios de Prisa mientras Polanco no se disculpe. Eso, en boca de un tipo que anunció la intención decidida de su partido de boicotear a Telemadrid, resulta pintoresco. E invita a pensar en si Blanco tiene un rostro de granito o la memoria intoxicada por sus propias cortinas de humo. Mientras tanto, el PP toma una decisión digna, pero que no solucionará gran cosa. Hubo un tiempo en que los de la gaviota tuvieron oportunidad de poner las cosas en su sitio. Y prefirieron no dejarlas como estaban, sino ir más adelante: no ejecutaron la sentencia del antenicidio y legalizaron las problemáticas emisoras de Localia. Pues nada, si pensaban que Polanco les agradecería el favor, ya han visto cómo lo ha hecho. Para que tomen nota, ea.

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