viernes, marzo 23, 2007

Antonio Parra, En defensa de la minsitra al hilo de unas fotos infames

sabado 24 de marzo de 2007
EN DEFENSA DE LA MINISTRA AL HILO DE UNAS FOTOS INFAMES
Antonio Parra

C ARMEN CALVO no pudo estar más ponderada y senequista – es de la patria de Lucano- cuando dijo que a costa de esas dichosas fotos tomadas por ese Montoya pacense, y que mucho remolino han concitado, que se está dando una publicidad gratuita a costa de esas infernales fotografías, mala pornografía, irreverente coprológica, un experimento de las salas de arte y ensayo de hace más de un lustro, que pasó sin pena ni gloria, el más mínimo decoro pero que aquí un colega currito – andamos un poco con el complejo del Watergate y aquí todos quieren ser Bernesteins y se quiere pegar el pisotón pero aquí no hay YT ni el Post ni un poder detrás que avale a los periodistas menesterosos- quiso equipararlo con el caso de las famosas fotos del profeta Mahoma que puso en pie de guerra a los creyentes. El escándalo, torticera e interesadamente, fue suscitado por un servicio de inteligencia que no nombro al husmo de sus intereses. Y, hala, picaron todos. Con Ben Laden debe de estar ocurriendo cosa parecida. Muy sutiles dedos con sus metadatos andan encriptados en el mundo de la información y hay que hilar muy fino, próceres, porque, de lo contrario, se mete la gamba a discreción y los maqueteadores de opinión y oráculos de la pluma la antena y el micrófono a unos les hacen bailar la tarara y a otros les desinforman. ¡Cómo se ríen de vosotros! Trágica risa diabólica pero al freír será el reír. No dramaticemos. Porque ni el cristianismo tiene nada que ver con el Islam ni el tal Montoya que tiene apellido gitano de signo irreverente como el del chiste tan viejo de hace unos años y más cara que espaldas y lo otro le opinan como dos ollas es un crack que vaya a pasar a la historia de la fotografía. Ni hay que tomar tan en serio lo que parece tan en broma. El diablo que enreda tiene todas las dotes menos el sentido de humor y el ridículo. Para empezar, comprendo al sentir sarraceno porque no permiten en su religión representación antropomórfica. Consideran una blasfemia (lo han tomado de los judíos) personificar el rostro de dios y adorarlo un gesto idolatra. Es la vieja polémica del culto a las imágenes que arranca de los primeros años del cristianismo. Rivalidades y feudos entre iconoclastas y ortodoxos de la Tradición Atanasiana preconizaban que al rendir culto a la imagen de un santo o una virgen no veneramos un leño, una pintura, un pedazo mármol sino la efigie y el enigma que representa. Si se hubiera impuesto la norma que trataban de implantar los iconoclastas que se hicieron primero arrianos y luego del séquito de Mahoma en las iglesias y catedrales cristianas se hubiera desterrado el gran arte del quinzzento, quatrocento y del barroco. Y nuestros templos estarían desnudos. Solo adornados con esa taracea muslímica que en Segovia llamamos esgrafiado y tomamos de los moriscos. A Cristo en la cruz siempre lo representan los artistas desnudo, ocultando sus vergüenzas con un paño de pudor. Era un hombre y era hijo de dios. Esta es la idea que late por detrás de la gran estética católica. Las madonas de Veronés, Rafael, Leonardo, eran simples cortesanas o amantes del pintor de turno. Rivera, Velázquez, el Greco se complacen en la descripción anatómica del cuerpo humano. El Niño Jesús siempre lo vemos en taparrabos y hecho un sol. Nada irreverente en ello. Y, al efecto, recuerdo una historia que corrió por un convento de Tierra de Campos donde unas monjas tenían un san Nicodemos muy viejo y gastado pero representado como su madre lo parió. Entró una madre abadesa reformadora que quiso por lo menos colocarle unos paños menores al buen santo siendo sus pupilas al cambio y esto es el caso que vino un carpintero para arreglarlo y ya se la llevaba a su taller cuando salieron todas las monjas timándose de la toca y gritando al buen artesano: -San Nicodemus, san Nicodemus que con pingajillo y todo te “queremus”. Y no hubo reforma. Algo que tenía el cristianismo, por lo menos, esa fe de los cristianos viejos que nosotros amamos desde niños era sentido del humor. Lo cual es carencia es en estos zoilos y xenones de ocasión. Cara de palo y labio leporino tienen por norma. Adustos e histriones. Que farisaicamente se rasgan las vestiduras. ¡Madre mía como venía la COPE estos días de atrás! Lord Chauchau parecía que ladraba, la Schlichting tan parlotera echaba pestes con su eufónica voz y ese señor de las noches que creo que es luterano o judío que no sé y además me parece bien que sea judío o calvinista o lo que quiera ser pero no me parece que no es de buen tono que trabaje en una emisora de la Iglesia. Don Federico mire- este- chico- no sé si se proclama ateo o agnóstico y la Moneo, la hija del arquitecto del que fue mi vecino en la Waterside Plaza de Nueva York pues no sé que credo practicará pero sólo le faltan los colmillos para morder a ZP en la rabadilla y el otro se jarta de llamarle a Carmen Calvo ministra de incultura. El inculto, señor mío, creo que es usted por muchos libros que escriba – tras cada mes- y muchos negros que tenga. Esta falta de ponderación y de recato sólo contribuye a ahondar el abismo ideológico entre los españoles. Pero siguen la táctica de Goebbels de repetir machaconamente infundios para que la gente se lo crea. Detrás de estas campañas no están desde luego los votantes del pp. Que a mí me parece buena gente (y lo siento por Luis Partida el alcalde de La Cañada, uno de los mejores ediles que tuvo el partido, pero este país es un país de buenos alcaldes y malos políticos y de periodistas muy mediocres por lo general, no me incluyo entre ellos por supuesto, por eso estoy aquí) sino las tercerías del voto y de los intereses económicos. Los populares están cayendo en los mismos defectos que achacaban a los socialistas y tan viscerales. Como buenos españoles. Somos un panolis y blandengues hechos una mantequilla de Soria para cuestiones sin trascendencia y exhibimos un corazón de hierro para aquello que importa. España está hecha de pedernal y de pastaflora. Y quizás ellos se deba a que por estas lindes prolifera el farsante. Se escandalizan por unas fotos episódicas, periféricas – piden la dimisión del gobierno- y se callaron como postes a raíz de una película que a mí me hizo vomitar. Protagonista: Antonio Banderas ese que canta saetas y se viste de nazareno semanasantero en Málaga cada primavera. Lugar de rodaje: Jerusalén. Fecha de proyección: la cuaresma del año 2000. Argumenta: no existió resurrección. Ese Hombre era un impostor. La cinta fue un ataque a la linea de flotación teológica del barco de nuestra fe. El más rabioso y terrible que he asistido en mis días. Si Cristo no resucitó, decía Pablo, vana es nuestra fe. Esto es un montaje terrible del Vaticano. El Colegio Cardenalicio –pontificaba Wojtyla a la sazón- no condenó la película o, si lo hizo, fue muy timoratamente. Tampoco lo hicieron, como es natural, los obispos españoles. No había ni una escena fuerte; tal vez los amores de Banderas que trabaja como curita joven con una israelí y cuelga la sotana. Pero emética. Casi echo la pota al salir de la sala. Se ridiculiza y ataca a la Iglesia. Aquí todos mudos como tumbas. Empero, se arma todo este cacao a costa de las fotos folclóricas de ese tal Montoya o se da una publicidad inusitada a ese Código da Vinci escrito por un malvado o por un inepto, y acaso las dos cosas [recuerdo a un señor como se puso conmigo cuando dije que era un mal libro]. Tambien se apartan, hechos unas fieras cuando uno habla en castellano plata de ley y le llaman a uno grosero, fudidunculo – que no lo soy gracias a dios menos eso y montar en globo- y otros muchos insultos. Está usted acabado. Bueno. También se lo cascaron a Jesús y a todos aquellos que cantan las verdades del barquero. Estos son de la raza que acantea a los profetas, quema a las putas. Esos tibios católicos de misa de doce. Siempre dentro de lo convencional. Padre, perdónalos. Por otro lado, los cristianos ya estamos acostumbrados a que nos escupan. Nuestro Maestro (“Felices seréis cuando os difamen y persigan en mi nombre”) fundó una religión más que humana divina. Humana es la ley del talión y la del ojo por ojo. Aquí hay que volver siempre la otra mejilla. Un cristiano aunque puede defenderse, y les remito a los copiosos tratados sobre la guerra justa e injusta de la escuela de Salamanca, y no creo que la de Irak lo sea, no tiene potestad para tomar venganza. Otra cosa es que se cabree y tome el látigo como lo hizo Jesús ante los mercaderes del templo o cuando los llamó raza de víbora, sepulcros blanqueados. No se lo perdonan. Cuando se acerca la pascua, la navidad o cualquier fiesta importante de la catolicidad ya están soltando por ahí su bilis, la especie venenosa de que se casó con Magdalena – bueno y si se hubiera casado qué no era un hombre; pese a todo yo creo que se mantuvo en las estrictas reglas del nazarí nato de no beber vino ni sidra ni yacer con hembra, y además dulce Jesús, no sabes de la que te libraste de tener que soportar a todas estas arpías) que san José era cornudo. Bueno. Bueno. La tradición es muy antigua. Es la teoría de los escarnecedores de las aljamas medievales donde coincidiendo con las grandes fiestas cristianas se hacía alguna tenida, se practicaban crímenes rituales y conjuros. Lo de los crímenes rituales no parece ser cierto aunque vengo de una ciudad donde se celebró la catorcena lo menos siete siglos a costa de uno de estos actos sacrílegos y lo de la demonización de los judíos tampoco me parece de recibo pues se les pintaba comidos de avaricia y con la nariz ganchuda. Feos y parientes del diablo. Estuve, por el contrario, en Israel y no vi gente más hermosa en el mundo ni más tranquila. Nada tiene que ver con el estereotipo. Pero Guillermo de Norwich un fraile inglés hizo correr por toda Europa la creencia de que los sanedrines echaban mano a algún niño y lo freían en la sartén. Es la tradición del sacamantecas. Avalada por algunos casos que parecen ser cierto. Santo dominguito del Val prendido cuando ayudaba en la seo cesaraugustana, san Pedro Arbues, el Niño de la guardia, etc. Hay ciertos sectores radicales en la fe mosaica que nunca pronuncia el santo nombre de Jesús. Lo llaman “ese hombre”. Estas eran cuestiones subyacentes. Las creíamos olvidadas como una reliquia de la Edad Media y a la lucha de las tres religiones. Resurgen ahora. Los escrituras por eso llaman al diablo, o separador de los hombres, el cálido, la serpiente antigua Ahora esas pugnas vuelven a estar sobre la palestra. Para enfrentar a unos con otros. Recuperando viejos agravios. De todas formas es de alabar en medio del furor de la marabunta, la ponderación con habló la bella Carmen Calvo. Por lo que a mí respecta este articulista tambien ha aducido sus razones. Casi nunca me gusta escribir a humo de pajas. Ni hablar por boca de ganso. La campaña contra nuestra religión por mor de unas fotos infumables es una maniobra de ida y vuelta. He dicho. Ahora espero vuestros insultos. No es bueno remar contra la bestia cuando ruge la barahúnda en estos tiempos de la bestia. La ministra tiene cara de Virgen cordobesa. Ten piedad de mí Cristo de los Faroles. Bajo a mi celda y canto la pasión cruzada al pecho la estola de diácono. Me dio cierta angustia pues sentí pasos y risotadas a mis espaldas en el jardín. El interpuesto se erguía de patas a lo macho cabrío detrás de los fresnos. No le hice caso. Seguí con mi lectura. Siempre daré testimonio de Su nombre. Ah y no insulten a Carmen Calvo. Es toda una señora.

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