miércoles, marzo 14, 2007

Ofender con fondos publicos

miercoles 14 de marzo de 2007
Ofender con fondos públicos
LA Editora Regional de Extremadura, dependiente de la Consejería de Cultura, ha publicado una obra con imágenes de «pornografía católica» que ofenden a una gran mayoría de los ciudadanos. Se trata de una decisión injustificable que desmerece de una línea editorial que incluye con frecuencia publicaciones de interés cultural. A mayor abundamiento, el libro ha sido prologado por el consejero Francisco Muñoz, que deberá dar explicaciones ante la Asamblea regional a petición del PP. La promoción de la cultura a través de fondos públicos exige un especial cuidado para vigilar la calidad de los productos subvencionados y garantizar que el dinero de todos no se utilice al servicio de posiciones dogmáticas o sectarias. Sin embargo, la visión laicista que proclama un sector del PSOE pretende hacer tabla rasa del arraigo histórico y sociológico del catolicismo en la sociedad española. La Constitución no ofrece base alguna para esta interpretación extremista, sino todo lo contrario, puesto que el artículo 16 impone de forma expresa a los poderes públicos el deber de mantener una cooperación positiva con las diversas confesiones y, de forma específica, con la Iglesia católica. Desde este punto de vista, la Junta de Extremadura ha incumplido de manera flagrante el mandato constitucional. La publicación es también indefendible desde una perspectiva educativa, ya que el artículo 27 de la Constitución dispone que la educación tendrá por objeto «el pleno desarrollo de la personalidad humana». Es notorio que, por mucho que se retuerzan los argumentos, nadie podrá justificar que la pornografía contribuya a esa plenitud moral y cívica.
Tampoco sirve buscar amparo en la libertad de expresión para justificar esta ofensa financiada con fondos públicos. Nada impide que una empresa privada se juegue su dinero en la promoción de obras que, con frecuencia, ocultan el escaso talento de su autor bajo el disfraz de la provocación. Sin embargo, el dinero de todos no puede ponerse al servicio de una causa que hiere la sensibilidad mayoritaria. Ciertos sectores que se dicen «progresistas» tratan de presentar la falsa imagen de una Iglesia incapaz de soportar la crítica. Es muy llamativo que utilicen siempre una doble vara de medir, como se demostró con la crisis de las caricaturas de Mahoma publicadas en una periódico danés. A la vez que reclaman un respeto absoluto para el islam, incluso en su versión más intransigente, estos sectores exigen que los católicos aguanten en silencio cualquier tipo de exceso bajo la amenaza de ser calificados de «reaccionarios». Así, lo que sirve para los musulmanes no parece aplicable a los cristianos. Lo cierto es que los símbolos religiosos son una expresión espiritual que no puede ser tomada a la ligera, y su mezcla con escenas pornográficas produce un profundo rechazo en cualquier persona con una mínima sensibilidad cultural. La Junta de Extremadura está en la obligación de asumir responsabilidades políticas y rectificar cuanto antes, sin empecinarse en mantener una decisión tan desafortunada.

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