miércoles, marzo 14, 2007

Antonio Burgos, El perpetuo" Spain is diferent"

miercoles 14 de marzo de 2007
El perpetuo «Spain is different»
POR ANTONIO BURGOS
¿CUÁNTOS millones de turistas vienen al año a España? Por muchos que vengan, pocos millones me parecen. No hay en el mundo una nación tan insólita como España. Si yo fuera ciudadano de una democracia avanzada, consolidada, estable, tranquila, incluso tirando a aburridita, me sacaba billete en el primer avión a Madrid para no perderme esto. En la sociedad global, el reclamo turístico de lo insólito que ofrece España tiene que ser irresistible. Ni playas paradisiacas, ni paraísos tropicales, ni nada. No hay en el mundo nada como hacer Turismo de lo Insólito en España. A ver: ¿qué otra nación del mundo ofrece en la primera página de «The Times» la foto de un asesino en huelga de hambre, así, aguantando la respiración y metiendo tripa, y resulta que este tiparraco, en vez de terminar como se espera en cualquier democracia, acaba derrotando al Estado, que cede ante su chantaje, se rinde y lo manda a casita, que llueve? Si yo fuera inglés, me vendría inmediatamente a España. Pero no a ver quemarse las Fallas de Valencia, sino a ver cómo arde el Estado de Derecho. Que es el Estado del Revés, al que le ha metido fuego un fallero mayor que no es un aficionado valenciano al triquitraque y a la cohetería, sino el presidente del Gobierno de Madrid.
Y hay más, esperarse, que hay más, no empujen, por favor. ¿En qué otra nación del mundo en vez de la oposición controlar al poder, el poder persigue y descalifica a la oposición? Bueno, sí, en Cuba: ahí el poder persigue a la oposición y la encarcela. De ahí nuestro mérito, que aquí ocurra de hecho como en Cuba, aunque como formalmente esto es una democracia, no meten a la oposición en la cárcel. Todavía. Toquen madera. Pero la rodean con un «cordón sanitario», al fin y al cabo las rejas de la prisión de los medios informativos del régimen, de sus resortes económicos, de su aparato cultural.
¿En qué lugar del mundo sale uno muy principal del partido del Gobierno con cara de garbanzo remojado y dice que hay que defender a la nación del líder de la oposición? No de los terroristas de Al Qaeda, no de los asesinos de la ETA, no: del líder de la oposición, ¡toma ya! Pues eso acaba de ocurrir en España. Por eso me extraña grandemente que aún haya habitaciones libres en los hoteles de Madrid y plazas sin ocupar en los vuelos con destino a Barajas, porque esto tiene un ver, esto nada más que ocurre aquí, a millones tendrían que venir los turistas. Como lo de ayer en el Congreso de los Diputados, que hasta reventa de localidades de la tribuna de invitados tendría que haber, y los guiris dándose bofetadas para conseguir una entrada. ¿Que los extranjeros se sorprenden mucho con los espectáculos de nuestras plazas de toros? Más se sorprenderían si vieran el triste espectáculo de la media plaza de toros que es el hemiciclo del Congreso, donde ayer se inauguró algo insólito en el mundo: no sólo el ejercicio del poder contra la oposición, sino el acoso y derribo de la oposición con efectos retroactivos. A este paso dentro de dos o tres días presentarán una moción de censura contra Adolfo Suárez. O si no, al tiempo. A este paso, dentro de dos o tres días empezarán a sacar trapos sucios de Cánovas y de Sagasta. O si no, al tiempo.
Y más hechos insólitos, que a nosotros, como los tenemos tan cerca, no nos llaman la atención, pero que los extranjeros no se los creen. Contra lo que dicen, no existe el llamado «principal partido de la oposición»; es en todo caso el que recibe la leña como exclusiva oposición por parte del Partido en el Poder, que es el virtual Partido Único en que se ha convertido la pluralidad del sistema parlamentario. En la oposición hay un solo partido, el PP: todos los demás o están en el poder central o en sus parcelas regionales (caso de PSOE, PNV, CiU y ERC), o están en las islas adyacentes del poder, acollerados con el Gobierno para el acoso y derribo del único partido de la oposición.
Y al final, pero no lo último, la bandera nacional. En cualquier democracia, sacas la bandera y eres un patriota. Aquí sacas la bandera y eres un pedazo de facha. Pocos millones me parecen, pues, los turistas que vienen a comprobar la perpetuación del mismo «Spain is different» que cuando la dictadura.

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