sabad0 3 de marzo de 2007
Prisión atenuada
Juan Urrutia
A L fin lo ha conseguido: De Juana ha sido excarcelado. Se le otorga la prisión atenuada, es decir, que cumplirá el resto de su condena en casita, viendo la tele y comiendo patatas fritas. Este tipo de beneficios penitenciarios se aplica a personas —cosa que el interfecto no es— que padecen enfermedades incurables. Aquí, no lo niego, tienen un buen motivo para libertar al asesino en cuestión: su fanatismo crónico y sin remedio paliativo que dé resultado alguno. El ejecutivo de Rodríguez Zapatero se ha dado prisa en realizar los trámites necesarios para la excarcelación de uno de los etarras más sanguinarios de la historia del terrorismo en España. Ojalá fueran tan solícitos a la hora de gestionar otros asuntos, como la concesión de subvenciones a la AVT, por ejemplo. Es probable que esta polémica decisión gubernamental haya sido larga y sesudamente meditada por los responsables de la nación, que además de un periódico cubano es una porción de tierra sobre la que vivimos cuarenta millones de personas. Habrán valorado, sin ningún género de dudas, la actitud positiva de ETA, que no mata a nadie desde las nueve de la mañana del treinta de diciembre del dos mil seis. Estimo también que la práctica desaparición de la kale borroka, tan sólo cien ataques en lo que va de año, probadora de la buena fe de Otegui y la contrastada fiabilidad de la palabra de la banda terrorista son causa, o debieran serlo, de tranquilidad en los ciudadanos. Respecto al paupérrimo estado de salud del etarra, el otro día se duchó durante cuarenta minutos con su novia y un vasco con buena salud hubiera aguantado el doble o más, se lo digo yo. Cabe decir que, evidentemente, encuentra su causa en las espantosas condiciones que tuvo que soportar, sólo comparables a las de una cárcel turca, en el hospital Doce de Octubre de Madrid. Otra cuestión, importante sin duda, es el grado de peligrosidad del recluso, en este caso inexistente, pues está arrepentido de sus crímenes y es, hoy día, un ser humano sensible al dolor que causó, lo cual no le permite dormir y le obliga a pasar las noches en la ducha con su novia. Sin embargo, a pesar de todos los argumentos esgrimidos a favor del traslado del etarra fuera de celdas y patios carceleros... no puedo evitar la impresión de que, al ceder ante el terror, el prolongado sufrimiento de tantos secuestrados—véase Ortega Lara— y posterior asesinato de los que, como Miguel Ángel Blanco, corrieron peor suerte, así como el ejemplar comportamiento de las víctimas han sido en vano. Volvamos a la buena fe de ETA y al beneficioso trato que nuestro Gobierno da a cualquiera que supere los diez asesinatos en nombre de unos ideales protofascistas, cupones de descuento para los yogures de muesli incluidos. No voy a entrar en lo aborrecible que resulta que quien amenaza y señala objetivos para los asesinos se acoja a beneficios penitenciarios que en absoluto merece, sólo diré, y es simplemente una idea subjetiva, que el ejecutivo actuaría como un tremendo insensato si, aún dando ETA muestras de querer dejar las armas, abogase por la reducción de penas o excarcelación de etarras creyendo que así se terminaría el terrorismo. Hay que entender que ETA es, entre otras cosas, un lucrativo negocio para muchos y que la única forma de acabar con ella a corto plazo sería que el partido del poder pagase un sueldazo de ministro a cada terrorista. Cosa que, visto lo visto, puede que suceda cualquier día. El verdadero fin de ETA irá de la mano del fin de la hegemonía nacionalista y espero que mis nietos puedan verlo. No existe una solución mágica, las concesiones al terrorismo, como han probado los hechos, sólo engendran más terrorismo.
viernes, marzo 02, 2007
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