viernes, marzo 02, 2007

Antonio Jose Chinchetu. No votaré pirata

sabado 3 de marzo de 2007
Ventanas
No votaré Pirata
Antonio José Chinchetru

Algunas de sus propuestas me satisfacen totalmente, pero otras me provocan un gran rechazo por implicar un profundo intervencionismo propio de esos "socialistas de todos los partidos" a los que Hayek dedicó su Camino de servidumbre.

A pesar de que tradicionalmente se relaciona a los piratas con las aguas del Caribe o con los berberiscos del Mediterráneo, los pioneros en organizar una formación política con tal nombre viven en tierras de vikingos. El primer Partido Pirata –que nada tiene que ver con bucaneros, corsarios y similares– nació en Suecia hace ya unos meses, pero pronto hubo quienes tomaron ejemplo y crearon otras organizaciones similares en diversos países, entre ellos España.
El primer sentimiento hacia ellos en el común de los mortales es el de simpatía, puesto que su propósito original (y de ahí viene su nombre) es el de enfrentarse a los abusos que cometen la SGAE y otras asociaciones en nombre de los derechos de autor y la lucha contra la piratería. Sin embargo, y es algo que quería escribir hace tiempo, cuanto más va elaborando su filosofía menos me gusta el Partido Pirata Español. Algunas de sus propuestas me satisfacen totalmente, pero otras me provocan un gran rechazo por implicar un profundo intervencionismo propio de esos "socialistas de todos los partidos" a los que Hayek dedicó su Camino de servidumbre.
En la parte positiva está el querer que se modifique la LSSI para que se garantice de una forma más efectiva los derechos y las libertades de los ciudadanos, aunque tampoco estaría de más que mostraran su rechazo a los derroteros que está tomando la reforma planteada por el Gobierno actual. También es buena su preocupación por la privacidad de las personas y por como ésta puede ser invadida con los medios tecnológicos disponibles. Todo ello es sin duda positivo, pero no les libra de caer en contradicciones típicas de numerosos defensores de los derechos civiles en la vieja Europa. Por ejemplo, proponen en nombre de la libertad individual altos niveles de intervencionismo en determinadas cuestiones relacionadas con la empresa privada sin darse cuenta de ambos conceptos –intervencionismo y libertad– son incompatibles.
Por supuesto, caen en la típica defensa de la mal llamada "neutralidad" de la red. Es un error comprensible, puesto que incluso otros que suelen tener las ideas más claras en cuestiones de libertad también caen en él. Como ya señalara brillantemente en su día Daniel Rodríguez: "Esto no es una pelea entre grandes empresas e indefensos clientes, sino una lucha en la que unas grandes empresas desean pedir ayuda al tío de Zumosol, el Estado, para evitar que otras grandes empresas les cobren por utilizar sus servicios. A nuestra costa, naturalmente; lo que se pide es que sean sólo los consumidores quienes carguen vía factura telefónica con los costes de las redes de comunicaciones".
También apuestan por que se proporcione acceso gratuito a Internet a quienes no tienen recursos suficientes. Lo que no se plantean es que el Estado no da nada gratis. Todo se paga por vía impositiva. Yo también creo que la Red da muchas oportunidades, pero tal vez mi vecina del cuarto piense que no sirve para nada. ¿Por qué ha de obligarle nadie a pagar con sus impuestos algo que no quiere por mucho que yo lo crea fundamental? Dejemos que el mercado de las telecomunicaciones sea realmente libre y aparecerán conexiones baratas o incluso a precio cero. Y por último, están en contra de los monopolios privados pero no dicen nada sobre los públicos. Lo siento, pero los únicos verdaderos monopolios imposibles de romper son los estatales, por lo que son mucho más peligrosos.
Es una pena que una iniciativa de este tipo, poco realista pero útil por su simbolismo, se eche a perder por un intervencionismo mal disimulado y nada reflexionado.Antonio José Chinchetru es autor de Sobre la Red 2.0.

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