viernes 2 de marzo de 2007
Recordar Lemóniz
FLORENCIO DOMÍNGUEZ
El PSOE, a principios de los ochenta, era un partido antinuclear que ganó las elecciones de octubre de 1982 con un programa que incluía una moratoria de las centrales que entonces estaban en construcción. Una vez en el poder, el Gobierno de Felipe González llevó a cabo una revisión del Plan Energético Nacional que supuso el cierre definitivo de las centrales de Lemóniz y Valdecaballeros, entonces en obras. Sin embargo, nadie atribuye hoy el cierre de Lemóniz a la coherencia de las promesas electorales con la política energética socialista, sino al terrorismo etarra.En el recuerdo colectivo de la sociedad, el cierre de Lemóniz fue un éxito de la campaña de atentados de ETA, un éxito que ha servido para alimentar generaciones de terroristas en estos últimos veinticinco años. La paralización de las obras de la central vizcaína fue una prueba de que la violencia era un instrumento eficaz para torcer la voluntad del Estado. Si se había vencido una vez en Lemóniz, se podían ganar otras batallas, era la gran lección que quedó en la memoria de los terroristas. Algo parecido ocurre ahora con el caso de Ignacio de Juana.La concesión del régimen de prisión atenuada al etarra ha sido justificada por el Gobierno invocando motivos humanitarios y la aplicación de la legalidad penitenciaria, los mismos motivos que tenía la Audiencia Nacional encima de su mesa cuando, el 8 de febrero, decidió que no procedía cambiar la situación del preso. Ante la misma situación, como se ha visto, había dos opciones completamente distintas: la de mantener a De Juana en el hospital, como decidieron los jueces, o la de enviarlo a casa, como ha acordado Interior. Elegir una alternativa u otra no era, por tanto, cuestión sólo jurídica o humanitaria, sino política. El pasado 9 de febrero, el dirigente de Batasuna Pernando Barrena consideraba «necesario» que el Ejecutivo pagara un «precio político» para salvar la vida del recluso y no falta quien considere ahora que se ha pagado ese precio. El ministro Rubalcaba se esforzó ayer por tratar de hacer comprender el dilema al que se enfrentaba el Ejecutivo y el sentido de la decisión adoptada pero, como ocurrió con Lemóniz, la percepción de una parte considerable de los ciudadanos y de la inmensa mayoría de las víctimas del terrorismo es que se ha cedido al chantaje del recluso. ETA y su entorno, además, no van a desaprovechar la oportunidad de capitalizar como un triunfo el paso dado por el Gobierno al cambiar el régimen penitenciario de Ignacio de Juana Chaos. Entre los socialistas hay grandes maestros de la propaganda, pero todavía los hay mejores en las filas de la izquierda abertzale.f.dominguez@diario-elcorreo.com
viernes, marzo 02, 2007
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