jueves, marzo 08, 2007

Consenso obligado

viernes 9 de marzo de 2007
Consenso obligado

La presentación ayer en el Parlamento, por parte del consejero de Educación, de la propuesta de su departamento para reformar los actuales modelos lingüísticos en la enseñanza pone fin a un sistema que no ha alcanzado el objetivo con el que nació: conseguir que todos los jóvenes vascos lograran un conocimiento suficiente del euskera y del castellano al acabar el período escolar obligatorio. Las limitaciones con que surgió hace casi veinticinco años -menos del 10% del profesorado era euskaldun- y el complejo mapa sociolingüístico sobre el que tuvo que aplicarse explican en parte esta frustración. Pero el insatisfactorio resultado de este largo proceso es que lo que se creó para facilitar una adaptación a realidades dispares y permitir que los padres eligieran la lengua vehicular para sus hijos -no otra cosa son los modelos- ha terminando siendo un mecanismo de escolarización y una forma de alistamiento por el idioma que ha obrado, en muchos casos, contra la integración y en no pocos, contra la igualdad de oportunidades; hasta el punto de que hoy la decantación por una de las tres vías existentes es, tanto o más que una opción escolar, una fórmula de encuadramiento por razones ideológicas, políticas o corporativas. Basta ver la evolución de la implantación de los modelos y de la realidad social y económica de los centros donde se imparten para entender los efectos perniciosos de disociar normalización lingüística y proyecto educativo. Estos fallos y disfunciones del sistema fueron detectados pronto por los expertos educativos. Desde hace años, el Consejo Escolar de Euskadi viene reclamando la superación de una fórmula que no ha desarrollado lo suficiente el aprendizaje y ha condicionado la expansión del euskera como lengua de uso social. El hecho de que sólo un tercio de los alumnos de 4º de ESO superara el nivel equivalente al 'First' inglés en una prueba realizada en 2005 por el Instituto Vasco de Investigación y Evaluación Educativa da prueba de sus limitaciones para a formar jóvenes bilingües. Todo ello conducía a la revisión de un sistema del que no se pueden negar sus efectos positivos, el haber hecho del euskera, en mayor o menor grado, una realidad cotidiana de los escolares y sus familias y el haber conseguido un cuerpo docente capacitado para impartir clases en los dos idiomas: el 80% de los profesores de la red pública.El Ejecutivo tripartito, en su acuerdo de gobierno, se comprometió a elaborar un proyecto de ley del Sistema Educativo Vasco que sustituyera a la Ley de la Escuela Pública Vasca. El Departamento de Educación ha optado por afrontar la reforma de los modelos lingüísticos, obedeciendo a un mandato del Parlamento, antes de abordar una revisión integral del sistema educativo. Una circunstancia que tiene el inconveniente de 'desgajar' la ordenación lingüística de lo que debe ser el compromiso educativo y social de la escuela pública. La iniciativa presentada ayer responde, en su planteamiento central, a los requerimientos del Consejo Escolar de instaurar un único modelo, flexible, que dé libertad a cada centro para aprobar su propio proyecto en función de la realidad idiomática de su entorno y de sus alumnos. La autoridad educativa fijará unos requisitos y exigencias de mínimos cuyo cumplimiento será contrastado mediante evaluación a finales de los ciclos educativos de Primaria y Secundaria. El empeño seguirá siendo el mismo que enunció la Ley de Normalización del Uso del Euskera: lograr un dominio práctico suficiente en los dos idiomas. Aunque habría que tener en cuenta que el paradigma del bilingüismo empieza a ser superado y a dar paso a una multiplicidad en el conocimiento de idiomas, verdadero desafío formativo en una mundo globalizado.Ahora bien, la clave para que la propuesta se convierta en una herramienta útil pasa por que se logre un consenso amplio y significativo a nivel educativo, profesional, social y político. Desde el punto de vista técnico, existe una cierta unanimidad en reconocer el fracaso de la compartimentación en modelos y la necesidad de dotar de autonomía a los centros. Pero hay que ser especialmente sensible con la comunidad educativa, sometida una vez más a un proceso reformador, aspecto en el que el Departamento no se ha distinguido. De cara a la ciudadanía, tiene que desterrarse cualquier tendencia elitista o clasista y potenciar los principios educativos y de integración. Y, por encima de todo, una iniciativa de tanto calado e impacto en las generaciones futuras y en la conformación de nuestra sociedad requiere un acuerdo suficiente entre las formaciones que representan la pluralidad política del país. El euskera constituye un bien cultural de extraordinario valor que encuentra en el sistema educativo un vehículo imprescindible para la transmisión de su conocimiento y para su conversión en instrumento normalizado de comunicación en la sociedad. Y cualquier esfuerzo en ese sentido ha de ser bienvenido. De ahí la importancia de preservar las dos lenguas oficiales e históricas de nuestra comunidad de cualquier batalla ideológica o partidista, de asumir su carácter patrimonial y vivo como herramienta de relación y de evitar cualquier atisbo de segregación o discriminación. La escuela es el mejor escenario para crear ciudadanos bilingües pero, sobre todo, formados y tolerantes.

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