Zapatero tiene bastante miedo, y por una vez tiene también razón
Pascual Tamburri
No le gusta que la calle se le ponga enfrente, y eso es lo que va a ocurrir el día 3 en Madrid, a convocatoria del Foro de Ermua, para exigir que sea la justicia el fundamento de la paz.
1 de febrero de 2007. El próximo sábado las víctimas del terrorismo y una larga lista de asociaciones opuestas a todo lo que representa ETA convocan una manifestación en Madrid, Por la libertad. Derrotemos juntos a ETA. No a la Negociación. El Foro de Ermua, la AVT y otros convocantes no han tenido en los últimos años ningún amparo de las instituciones del Estado y se han financiado por sus propios medios; mejor dicho, por los medios de la gente de la calle que presta su colaboración en dinero y en trabajo a la lucha contra la rendición a ETA.Zapatero tiene miedo. La calle no es ya de la izquierda, ni de los nacionalistas, y la calle quiere paz, pero una paz basada en la justicia y en la victoria de la verdad. Zapatero tiene miedo, porque ha buscado una ficción de paz basada en la aceptación de ETA como interlocutor legítimo, y se está encontrando con una España que, precisamente porque quiere paz, no quiere lo que Zapatero y el nacionalismo vasco ofrecen.Desde luego, como ha escrito Javier Nagore Yárnoz, "no es lícito pensar en la guerra [la violencia] como solución de los problemas, pero es obligatorio prevenirse contra un enemigo que no piensa en licitudes". ETA no quiere la paz, sino su victoria, y la victoria del nacionalismo vasco sería la derrota conjunta de España, de la libertad y de la justicia. Parecen conceptos demasiado elevados y etéreos, pero en el pulso de la calle, en la movilización popular que se anuncia para el sábado y que media docena de veces ya ha puesto en evidencia los desatinos de Zapatero, las cosas están muy claras: en los palacios del poder anida la tentación de rendirse para satisfacer intereses de partido, de ideología y de empresa; y entre la gente cunde un descontento que una vez más va a salir a la calle.Los gobiernos no son legítimos por el simple hecho de ser formalmente legales. Zapatero obtuvo el poder entre el 11 y el 14 de marzo de 2004 de modo legal que Mariano Rajoy y la derecha política reconocieron como legítimo de manera inmediata. Pero esa legitimidad, en todo caso, debe conservarse; y no hay poder legítimo si no preserva la unidad del pueblo y si no garantiza el orden y la libertad frente a quienes los amenazan con las armas y con el separatismo. La paz no es lo que Zapatero busca y defiende, ya que confunde paz con ausencia de muertes –y en Barajas hemos visto cómo el PSOE no consigue ninguna de las dos cosas-, mientras que sin justicia no puede haber paz verdadera. Zapatero tiene miedo, porque cientos de miles de españoles van a recordarle, una vez más y sin excusa posible, que "la defensa de la paz ha exigido siempre el riesgo [de la violencia]". Zapatero tiene que escuchar la voz de la calle, a la que teme, o renunciar.
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