miercoles 28 de febrero de 2007
Joan Saura
La escandalosa conselleria de Interior
Juan Carlos Girauta
Los okupas detestan a Saura desde que envió una dotación policial a retirar una pancarta... contra Saura. Comprendemos que los criptocomunistas no conciban pancarta que no sea suya.
Es posible que Montilla le endilgara la conselleria de Interior al ecocheco Joan Saura para que se enterara de lo que vale un peine y tuviera que habérselas con feroces okupas y antisistema, especies protegidas por el neocomunismo aquí y en toda Europa. Compruébese si no la medida en que se nutre de ex militantes del PCF el movimiento antiliberal Attac, invención de Ignacio Ramonet inspirada por la Tasa Tobin (de la que el propio Tobin se desdijo) y animada por José Bové, simpático reventador de cumbres mundiales, restaurantes McDonalds y almacenes de semillas transgénicas. Y candidato a la presidencia de Francia en representación de los altermundistas: ¡Otro mundo es posible!
Pues eso, "otro mundo es posible", pensó Montilla, y puso la policía a las órdenes de Saura, marido, o compañero, o lo que sea, de la catastrófica teniente alcalde de Barcelona Imma Mayol, antisistema confesa. No pocos catalanes temimos lo peor y nos preparamos para fraternales escenas de solidaridad entre mossos y okupas, abrazos en lugar de desalojos, intercambio de gorras y camisetas. No sé, cualquier cosa. Pero no.
Sus excesos van por otros derroteros. De hecho, los okupas detestan a Saura desde que envió una dotación policial a retirar una pancarta... contra Saura. Comprendemos que los criptocomunistas no conciban pancarta que no sea suya. Pero lo mejor estaba por llegar.
Acabamos de saber del uso de dependencias policiales para que los Mossos d’Esquadra impartan cursos remunerados a miembros de una federación de locales musicales. No siendo ésta la única organización empresarial del sector en Cataluña, se explica el recelo del resto, que interpreta el cambalache formativo como una mordida encubierta, un seguro contra cierres o la adquisición pura y simple de un plus de protección.
Lamentable. Pero la conselleria de Saura da más de sí. Los abogados de un denunciante por presunta detención ilegal acusan a Interior de haber entorpecido la investigación de su caso resistiéndose a identificar a ciertos agentes que, estando de paisano y fuera de servicio, tuvieron un altercado en la discoteca Bikini de Barcelona, fueron expulsados por los porteros, insistieron en realizar el atestado por sí mismos a pesar de la presencia de una patrulla, detuvieron a un ciudadano y, según la denuncia, le dieron una paliza y le amenazaron con matarle a él y violar a su esposa si se iba de boca. Algo tendrá Saura que hacer al respecto. Por ejemplo, negarlo. Lo que sea, menos callar y mirar hacia otro lado.
Acabo, antes de que el lector se deprima, con la aprobación –en plena precampaña y con inexplicable precipitación– de la nueva lotería Binjocs. Cayendo el juego entre las competencias del rojiverde (ya tiene miga), de momento se ha gastado 50.000 euros míos comprando tazas (¡!) para promocionar el enésimo acicate autóctono de la ludopatía, que debe ser una cosa muy solidaria y ecológica y tal.
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