martes 27 de febrero de 2007
Lluvia de ideas
MANUEL ALCÁNTARA
Cuando nuestros políticos se disponen a pensar, actividad que restringen a los periodos preelectorales, les florecen las ideas. Sólo que llaman ideas a las iniciativas y a las ocurrencias, pero no a las ideas propiamente dichas y con anterioridad pensadas. A nadie mejor que a ese gremio parlanchín se acomoda lo que dice el refrán: «hablar hablan todos, pero pensar piensan pocos».En 'Vida y muerte de las ideas políticas', recomendable libro de aquel gran poeta llamado José María Valverde, se hace historia del pensamiento político occidental. Algo que discurre de Heráclito y Parménides y acaba con Acebes y Pepiño Blanco. ¿Por qué cualquier eventual personajito contemporáneo se atribuye tener ideas en vez de conformarse con profesar una ideología, que es mucho más fácil?Quizá fuese menos arduo ser Empédocles o Demócrito que ser líder sindical, pero entonces se habían arbitrado menos soluciones para arbitrar la convivencia. El caso es que ahora cualquier tarugo presenta sus ideas y además de manera solemne.La plusmarca, de momento, la exhibe el PP, que ha mostrado 680. Una agenda de propuestas que es como el libro gordo de Petete. Cuando hablábamos todos del «pensamiento débil» nos abruman con sus iniciativas los que carecen de fortaleza mental. ¿Hubo alguna vez 680 ideas? Es un número superior al de las vírgenes probables si bien se cuenta.Desde Plotino a Wittgenstein, pasando por Walter Benjamín y Heidegger, nunca se ha dado una acumulación de pensamiento como la que ofrece el PP en trance de ganar las próximas elecciones. Su apasionante oferta de primavera puede resumirse en rebajar los impuestos. Algo que, sin dejar de ser altamente sugestivo, no se inscribe en el ámbito neblinoso de la metafísica. De aquí a las elecciones nos van a llover ideas y van a aumentar las ventas de chubasqueros.
martes, febrero 27, 2007
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