lunes, febrero 26, 2007

Jeff Jacoby, Los palestinos no se merecen un Estado

martes 27 de febrero de 2007
ORIENTE MEDIO
Los palestinos no se merecen un Estado
Por Jeff Jacoby
El pasado 11 de enero, cuando la guerra entre Al Fatah y Hamás estaba en su apogeo, el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbás (Abú Mazen), pronunció un discurso en Ramala ante una multitud de seguidores del primero de esos grupos. "Mi prioridad es preservar la unidad nacional y evitar las luchas intestinas", dijo entonces. Y añadió: "Disparar contra tu hermano está prohibido".
Abbás dejaba claro que se oponía sólo a las matanzas entre palestinos. Matar judíos seguía estando bien. En el mismo mitin, y según recogió el World Net Daily, el presidente palestino proclamó: "Deberíamos dejar a un lado nuestras disputas y alzar nuestras armas sólo contra la ocupación israelí". Asimismo, y en un gesto hacia sus rivales de Hamás (Abbás no sólo dirige la ANP, también el movimiento Al Fatah), cubrió de elogios al architerrorista Ahmed Yasín, uno de los fundadores del grupo terrorista islámico, abatido por Israel en 2004. Y, como guinda, se marcó esta frase rebosante de antisemitismo: "De los hijos de Israel se dice que son los que están corrompiendo a la Humanidad".

La mayoría de las informaciones que se publicaron sobre el mitin de Al Fatah en Ramala ponían el énfasis en el llamamiento de Abbás a la unidad... y omitían su exhortación a alzarse en armas contra los corruptores de la Humanidad (v., por ejemplo, esta nota de la Associated Press recogida por CBS News). De la misma manera, los medios no suelen decir que el campo de batalla en que se han registrado los combates entre Hamás y Al Fatah, esto es, la Franja de Gaza, lleva desocupada desde agosto de 2005, cuando Israel expulsó a todos los judíos que vivían allí y desmanteló sus 21 asentamientos. Así pues, a todos los efectos y propósitos, en Gaza existe un Estado palestino desde hace 18 meses. Anarquía, violencia, secuestros, una plétora de bandas armadas...: esto es lo que da de sí el Estado palestino. Al habla Caroline Glick, del Jerusalem Post:
En el Estado de Palestina se asesina a los niños de dos años sin que a nadie le importe. A los niños se les despierta en mitad de la noche y se les da muerte delante de sus padres.

En el Estado de Palestina, los fieles que acuden a la mezquita A son tiroteados por terroristas que acuden a la mezquita B (...)

En el Estado de Palestina se desnuda a las mujeres y se les obliga a desfilar por las calles con el fin de humillar a sus maridos. Se detiene a las ambulancias que van camino de los hospitales y se tirotea a sangre fría a las personas que aquéllas trasladan.
La asombroso no es que la Autoridad Palestina esté anegada en la violencia y la inestabilidad: hay muchos otros lugares donde el derramamiento de sangre diario es la norma; lo asombroso no es que los palestinos, que reciben una muy copiosa ayuda internacional (sólo el año pasado, y por mencionar sólo la aportada por los Gobiernos occidentales, más de 1.200 millones de dólares), empleen una altísima parte de sus recursos y energías en armarse y guerrear; lo asombroso es que siga habiendo tantos partidarios de la creación de un Estado palestino.

¿Acaso ha habido alguna vez un pueblo menos preparado para disponer de un Estado que el palestino? Su cultura política está saturada de odio y violencia, de ahí que elijan como líderes a terroristas y promuevan la yihad en sus escuelas. Siempre que el mundo les ha ofrecido la soberanía –oferta que kurdos, chechenos o tibetanos aceptarían sin pensárselo dos veces–, los palestinos han preferido el baño de sangre. "¿Qué preferís –le preguntó un día un frustrado Simón Peres a Yaser Arafat–, el Estado palestino o la lucha palestina?". Una y otra vez, los palestinos se han decantado por la lucha.

De hecho, la sed de destrucción de Israel se encuentra en el núcleo de la identidad nacional palestina. Tanto los estatutos de Al Fatah como los de Hamás exhortan a la destrucción del Estado de Israel mediante el derramamiento de sangre. Lo que categóricamente rechazan los palestinos es, precisamente, la solución de dos Estados, Israel y Palestina, uno al lado del otro y en pacífica convivencia. Así pues, ¿por qué finge la Administración Bush que pretenden otra cosa?

"Sencillamente, no hay razón alguna para evitar la cuestión de cómo llegar al establecimiento de un Estado palestino", afirmó la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, el pasado 2 de febrero, es decir, justo cuando la mejor razón para no hacerlo, la incapacidad de los palestinos para el autogobierno, quedaba de manifiesto en las calles de Gaza. Por otro lado, Abbás acaba de resolver la constitución de un Gobierno de "unidad" con Hamás, lo que aleja todavía más la perspectiva de alcanzar la paz con Israel.

James Woolsey, que sirvió como director de Inteligencia bajo la Administración Clinton, afirmó hace pocas fechas que pasarán "muchas décadas" antes de que la sociedad palestina sea lo suficientemente civilizada como para disponer de un Estado propio. Algo en lo que podrían convenir incluso algunos palestinos. "Todo el mundo está disgustado con lo que está pasando en Gaza", declaraba este mismo mes al Jerusalem Post Shireen Atiyeh, una joven madre de 30 años que trabaja en uno de los ministerios de la Autoridad Palestina. "Estamos demostrando al mundo que no nos merecemos un Estado (...) Hoy en día me avergüenza decir que soy palestina".

¿Cuándo podremos tomar en consideración el establecimiento de un Estado palestino? Pues cuando Palestina esté liderada por gente como Shireen.

JEFF JACOBY, columnista del Boston Globe.

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