miercoles 28 de febrero de 2007
¿Manifestación o guerrila urbana?
ANUEL MONTERO
No doy crédito a lo que se dice del pasado sábado. Leo sobre los sucesos que siguieron al intento de Batasuna de manifestarse en Bilbao que su portavoz califica la actuación de la Ertzaintza de «brutal» y «claramente provocadora». Que es culpa del «PNV de Imaz» la «salvaje» intervención de la Ertzaintza. Que ELA considera «desmedida y fuera de lugar» la intervención de la Ertzaintza. Que IU exige explicaciones al Departamento de Interior - pese a que IU y PNV están aliados en el Gobierno- porque califica de «lamentable» lo ocurrido en Bilbao, y se refiere a la actuación de la Ertzaintza.No entiendo nada. Esto es el mundo al revés. Hubo, sí, actuaciones brutales, provocadoras, salvajes, fuera de lugar y lamentables, pero no de la Ertzaintza, sino de los agresores que tenía enfrente. Lo vi detenidamente y no hablo de oídas. Por una casualidad urbana y por la dirección que tomaron 'los manifestantes' (mantengamos el nombre, como licencia poética) quiso la (mala) suerte que me tocase presenciar buena parte de los hechos. En concreto, los que ocurrieron en la calle Doctor Areilza. No vi lo que sucedió antes ni después, pero según las crónicas los principales enfrentamientos se produjeron donde yo estaba. Y sí parece que ahí tuvieron lugar los primeros momentos de tensión y se desencadenaron los siguientes.Como testigo de los acontecimientos aseguro que resulta descabellada, interesada o manipulada la versión que califica de 'salvaje', 'lamentable' o 'provocadora' la intervención de la Ertzaintza. Todo lo contrario. No suele conmoverse uno por la gestión del Gobierno vasco ni de sus departamentos, pero en esta ocasión tiene toda la razón, por lo que constituye obligación dársela.Lo que yo vi es lo siguiente. Poco antes de las seis de la tarde un gentío entró en la calle Doctor Areilza desde Autonomía, en plan manifestación. Al parecer, se habían desviado del itinerario previsto, por la prohibición que pesaba sobre el acto. No sé calcular, pero eran varios cientos, quizás miles los que por Areilza coreaban gritos a favor de De Juana y demás lemas propios de HB, casi todos amenazantes o insultantes (el de 'PNV español' no sé si es lo uno o lo otro). La estética - esto no es relato objetivo, sino impresión personal- correspondía a la mezcla de revolucionarios de salón, aguerridos jatorras y jarraitxus amenazantes que solemos identificar con la batasunía.Avanzaban por Doctor Areilza cuando intervino la Ertzaintza, que ocupó el tramo del cruce con Pérez Galdós, sin grandes estridencias aunque con rápidas carreras de los que les oyeron llegar. La 'manifestación' quedó cortada en dos. El grupo más reducido se asentó en Simón Bolívar. El principal, apenas dos manzanas, entre La Casilla y Pérez Galdós. La Ertzaintza ocupó esta última calle donde se cruza con Areilza, impidiendo el paso, con cuatro furgonetas y unos veinte efectivos. Durante un tiempo que se hizo largo estuvieron contemplándose, a unos veinte metros de distancia. De pronto, y tras el ostensible llamamiento de un individuo para que 'los manifestantes' avanzasen, éstos empezaron a hacerlo, de forma agresiva.La Ertzaintza no se enfrentó con ellos. Cuando 'los manifestantes' estaban a unos pasos los agentes empezaron a meterse poco a poco en las furgonetas, aparentemente con la intención de marchar. Fue en ese momento, en pleno repliegue policial, cuando la cabeza de 'los manifestantes', cuarenta, cincuenta individuos, se lanzaron a por los ertzainas, según subían a los vehículos. Zarandeos, empujones y pedradas, concretamente. De pronto, la manifestación se convirtió en una especie de guerrilla urbana. O lo había sido en todo momento y entonces se vio. Fue en ese momento, y no antes, cuando la Ertzaintza reaccionó. Lo hizo más bien a la defensiva. Cuesta imaginar qué otra cosa podían haber hecho, si no querían dejarse lapidar entre insultos.El despliegue policial consistió entonces en la ocupación de un tramo de la calle, el empleo de los escudos y de los disparos, no sé si de fogueo o de pelotas de goma, que sirvieron en primera instancia para despejar la calle. Siguieron después las escaramuzas, que desde ningún punto de vista podrían identificarse con el ejercicio del derecho de manifestación. Me refiero a la actuación de grupos de 'manifestantes' o guerrilleros urbanos -conviene llamar a las cosas por su nombre- que se dedicaron a arrojar piedras de considerable peso y tamaño (recogí alguna) y a distancia, con sorprendente precisión, a las furgonetas y a los ertzainas. Quemaron contenedores, cruzaron algún coche. Hubo un grupo que avanzaba protegiéndose detrás de un contenedor que empujaban, mientras tiraban piedras contra la Ertzaintza. Otros rompieron jardineras y no tuvieron muchos escrúpulos en golpear vehículos, escaparates y elementos del mobiliario urbano. El asunto degeneró en una suerte de pelea, entre la Ertzaintza y 'los manifestantes' (¿?), que demostraron una agresividad increíble, pues eran ellos los que atacaban.De las cosas más sorprendentes fue el alto nivel de organización del que hizo gala la guerrilla urbana. Aquello parecía todo menos espontáneo. Ya he mencionado antes que el avance de los manifestantes contra la Ertzaintza siguió a la visible orden que dio un sujeto. Los incidentes acabaron de forma más o menos similar, cuando ya había marchado la Ertzaintza, ardían contenedores, todo se había llenado de humo y no parecía quedar más que hacer en la zona. Un individuo que vestía de tonos morados, con pantalones a rayas moradas y azules, algo alejado del bloque principal de guerrilleros, hablaba por teléfono y a veces hacía gestos. En una de éstas volteó la mano sobre la cabeza y a todas luces indicó en qué dirección había que marchar. Inmediatamente y en bloque 'los manifestantes' desfilaron por Pérez Galdós hacia la plaza de Indautxu. Con la guerra a otra parte, pues los combates siguieron.Esto es lo que ocurrió en Areilza, y presumiblemente informa sobre los acontecimientos posteriores. La actuación policial que se ha calificado de desmesurada fue respuesta a agresiones físicas y verbales y, después, contra prácticas obvias de guerrilla urbana, que no tenía ningún empacho en agredir. Cuando las cosas les venían mal, los manifestantes/guerrilleros entraban a tropel en los establecimientos públicos, donde se había refugiado la ciudadanía, incrementándose así los riesgos y la confusión.El sarcasmo de esta historia es que, a estas alturas, a juzgar por las declaraciones sindicales, de algunos políticos y de elementos batasunos parece que la Ertzaintza se tenía que haber dejado apedrear y que era su obligación permanecer impasible ante las agresiones que recibían y las que iban contra el mobiliario urbano y amenazaban a los ciudadanos. Vivimos en el surrealismo puro.Asombra, además, el nivel organizativo y el entrenamiento de las fuerzas batasúnicas, que eran quizás fuerzas de choque. Viendo su agresividad y eficacia, que no puede ser casual, cuesta imaginar que con esta gente se puedan hacer procesos de paz. De guerra, no digo. Advertencia: esta gente ya no es la radicalización del nacionalismo, digamos la izquierda del PNV-EA, sino otro mundo, que funciona al margen, con sus dinámicas propias. Los políticos, nacionalistas o no, deberían tener cuidado al referirse a ellos, y no imaginar nunca que son demócratas radicales o algo así como nacionalistas extremos, pero de casa. Son otra cosa.
martes, febrero 27, 2007
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