jueves 1 de marzo de 2007
Un negocio redondo
MANUEL ALCÁNTARA
Las fábricas de armas no temen por su futuro. En estas empresas no hay el menor riesgo de suspensión de pagos y nunca se han declarado en quiebra ni se habla de expedientes de crisis. En el negocio de matar no hay esos altibajos, tan comunes en otros comercios, ni fluctuaciones en la cuenta de resultados. La Bolsa puede subir o bajar, pero la vida, quiero decir el arte de arrebatársela al enemigo, siempre otorga crecientes beneficios. En vista de eso, en España nos esmeramos en fabricar artilugios cada vez más eficaces y tenemos un gran éxito comercial: sólo en el primer semestre de 2006 aumentó más del 150 por ciento la venta de armas. Para disimular, a esa grandiosa exportación le llamamos «material de defensa», como si no sirviera también para atacar.Vender bien y no mirar a quién es nuestro lema. Las «ansias infinitas de paz» que proclamamos se compensan con las ansias infinitas de que nos compren cazas Mirage F-1, explosivos y diversas tecnologías de las llamadas de «doble uso», aunque siempre se empleen de la misma manera. «Tristes armas si no son las palabras», pero todos los gobiernos permiten que se fabriquen y cuando alguna sobrepasa en efectividad a las tradicionales, como ahora sucede con la llamada 'bomba-racimo', se habla hipócritamente de llegar a un acuerdo para moderar su empleo. Parece que tampoco conviene que muchas guerras acaben demasiado pronto, ya que habría que imprimirle un ritmo menor a las cadenas de producción.No deja de ser una buena noticia que a nuestras fábricas de armas no haya que hacerles presión como a Delphi para que continúen con su trabajo. Tampoco será necesario que intervenga el bufete Garrigues para ver por qué le van tan mal a una fábrica que ha funcionado razonablemente bien durante un cuarto de siglo. En las armas no hay miedo al paro. Son un negocio redondo, aunque los ataúdes sean alargados.
miércoles, febrero 28, 2007
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