miércoles, febrero 28, 2007

Carlos Luis Rodriguez, Carros y carretas

jueves 1 de marzo de 2007
CARLOS LUIS RODRÍGUEZ
a bordo
Carros y carretas
No os metáis con el diputado Xavier Carro, que bastante desgracia tiene. No es más que la víctima de un sistema, al que las circunstancias han obligado a representar un papelón en el Congreso, mezclando datos, haciendo malabarismos con las cifras, y todo para evitar que saliera adelante uno de los pocos proyectos ilusionantes que habían llegado a su tierra, Ferrol.
Si don Xavier fuese británico y representase por ejemplo a un distrito de Liverpool, ahora mismo estaría temblando por lo que pudieran decirle sus electores al volver a casa. Pero Carro es gallego, y eso significa que ni él conoce a sus votantes, ni los votantes lo conocen a él. Como muchos de sus colegas de escaño, es un ovni para sus vecinos, que sólo lo ven despegar cuando es elegido, y aterrizar cuando deja el oficio político para reintegrarse a sus labores.
Qué británico; bastaría con que fuese un catalán del PSC para haber evitado ese mal trago. El propio Jose Montilla le habría llamado para recordarle de quién depende su acta, y en último caso se ausentaría de la votación o llegaría a un acuerdo con el grupo socialista para que le dejaran echar una cana al aire. Pero Carro no es británico, ni catalán, y lo cierto es que él no tiene la culpa; de ahí que pidamos comprensión.
Un modelo como el vigente en Gran Bretaña lo obligaría de defender su escaño, no ante un aparato, sino frente a unos ciudadanos de carne y hueso, a los que tendría que explicar en las reuniones semanales que los MP tienen con su gente, por qué el plan de los Astilleros Barreras y las cajas de ahorro no puede ser considerado.
En un contexto como el de Cataluña, tendría sobre sus espaldas una presión social, económica y política tal, que lo que dijera la SEPI, Solbes o el comisario europeo sería irrelevante. A don Xavier no le quedaría más remedio que subir a la tribuna blandiendo el proyecto privatizador en la mano, o excusarse por una gripe oportuna.
El caso es que Barreras, Caixa Galicia y Caixanova juntas merecen menos consideración que Gas Natural, y eso que el trío sólo quiere recuperar activos inactivos, mientras que el emporio catalán pretendía lanzarse a un abordaje barato sobre Endesa. La gran teoría de los campeones nacionales no traspasa el muro de Pedrafita.
Es éste un episodio en el que quedan en evidencia además los límites de la autonomía. La SEPI es más poderosa que la Xunta, e incluso es capaz de lograr que el mismo partido que votó una cosa en el Parlamento gallego vote la contraria a seiscientos kilómetros, en una demostración de que la teoría de la relatividad está vigente.
Aparte de la que nos da Albert Einstein, no cabe otra explicación a este socialismo polifacético que respalda el plan aquí, y lo rechaza allá, con los argumentos trucados del amigo Carro. ¿Por qué no los utilizó abiertamente Touriño para desmarcarse de la iniciativa de su conselleiro desde el principio? Hubiera sido mejor eso que abonar la sospecha de que entre una votación y la otra intervino la todopoderosa Sociedad Estatal de Participaciones Industriales para doblegar al partido gobernante y dejar en evidencia a las instituciones autonómicas.
Se equivocan los que piensan que los poderes fácticos son cosa del pasado. He aquí la prueba. Sobre ese trozo de Galicia situado en Fene nada puede hacer la Xunta, el Parlamento, una multinacional gallega y las dos grandes cajas del país. Habrá que esperar a que se descolonice Gibraltar para incluirlo en el paquete. Pero no os metáis con Xavier Carro porque sólo es una víctima

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