lunes, octubre 20, 2008

Pablo Martinez, Clases de arameo

Clases de arameo

21.10.2008

PABLO MARTÍNEZ ZARRACINA

Para ser concejal de tráfico en una ciudad como Bilbao hace falta vocación de hombre bala y espíritu de juez de línea. Dicho de otro modo, hay que tener cierto amor por el riesgo y una gran tolerancia al insulto masivo. Por aquí, el de la circulación es un tema peliagudo. Cada nueva medida debe ser calculada hasta el extremo. Aún así, lo habitual es que la mitad de las políticas circulatorias enfaden a los automovilistas y la otra mitad a los peatones. Algunas excepcionalmente habilidosas consiguen cabrearlos a todos por igual.
Ayer el Ayuntamiento anunció novedades relativas a la seguridad vial. En su mayoría se trata de actuaciones concretas: un paso de peatones aquí, una isleta allá, un pedazo de badén acullá. Sin embargo, la medida estrella es la prohibición de circular a más de 40 km/h por algunas de las calles más céntricas e inevitables de Bilbao, grandes clásicos del claxonazo como Autonomía, Buenos Aires o Lehendakari Aguirre.
Unos sensores situados en estas calles detectarán la velocidad de los coches y, en cuanto superen los 40 km/h, el semáforo más cercano se pondrá en rojo. Aunque pueda parecer que la consecuencia inmediata de este mecanismo es un bonito golpe de chapa, la intención confesa del Ayuntamiento es evitar los atropellos mortales. El sacrificio de varias familias de simpáticos muñecos de pruebas ha demostrado que es a partir de los 40 km/h cuando los atropellos suelen pasar de sustos a tragedias.
Como era de prever, la medida ha caído en la ciudad como cae un solomillo en un barril lleno de pirañas: causando un revuelo carnívoro. Pese a que de los atropellos no se habla demasiado, a los conductores la cosa les parece un verdadero atropello. Como suele ocurrir, el debate promete reproducir el clima de serenidad y filantropía que se respira en los atascos de primera mañana. En cualquier caso, se entiende el nerviosismo. Dicen que, puesto en el trance de circular por Bilbao un lluvioso lunes laborable, el Santo Job terminó perdiendo los nervios y se bajó del coche, arremangándose la túnica, con los ojos inyectados en sangre y jurando muy reciamente en arameo.

http://www.elcorreodigital.com/vizcaya/prensa/20081021/vizcaya/clases-arameo-20081021.html

No hay comentarios: