jueves, octubre 30, 2008

Felix Arbolí, La España ultrajada de un atribulado presidente

jueves 30 de octubre de 2008
La España ultrajada de un atribulado presidente

Félix Arbolí

H UBO un tiempo, aún no superado totalmente, en el que todos hablábamos del mal de las “vacas locas”. Una epidemia que nos cogió por sorpresa y nos tuvo sin probar la carne, ni siquiera en embutidos, mirando de reojo a todo bicho que tuviera cuernos visibles. (Los ocultos no suelen darse en cuadrúpedos y muchos de los que los llevan lo ignoran). Bueno, pues esas vacas locas morían a cientos sin que la ciencia ni los cuidados de los granjeros pudieran hacer nada por evitarlo, e incluso la muerte de una suponía el inmediato sacrificio de sus compañeras en una obligada y nada grata solidaridad. Aún hoy día, se leen noticias aisladas sobre la aparición de alguna rumiante alienada en tal cual o cual localidad con la consiguiente alarma en su entorno. Afortunadamente, al parecer, el problema ha sido resuelto aunque en este país nada puede ser dado por cierto y finiquitado aunque nos lo juren y proclamen ante la Biblia o “El Capital”.

Ahora el mal de las vacas parece haber pasado a los políticos y estamos padeciendo una epidemia contra la que no hay remedio que valga, ya que se propaga sobre hemiciclos, despachos oficiales y consistorios municipales, sin que exista un antídoto capaz de poner freno a esta demencia y corrupción tan generalizada. Y sufre también de esta alienación el ciudadano, aunque en su caso producida por el estrés y los difíciles problemas con los que se enfrenta cada día a causa del mal proceder de nuestros políticos y su facilidad para olvidar las promesas electorales. Se comenta en la prensa que en estos tiempos de crisis, donde hay familias en el paro y pasando las de “Caín”, existen jefes de gobiernos regionales, o comunitarios, o de los llamados “países”,- que cada uno lo considere según sus particulares apreciaciones-, como el de la Xunta de Galicia, que en decorar su despacho se ha gastado dos millones de euros y en arreglos y blindajes de su coche oficial, medio millón más. ¿Cabe mayor desfachatez en un gobernante del PSOE, el partido de los cien años de honradez? Sin desviar nuestra mirada crítica a otros representantes oficiales de distintos partidos que continúan haciendo su agosto alegremente sin querer darse cuenta que estamos en noviembre y padecemos una “pandemia “económica que pone los pelos de punta a un calvo.

A mí me gustaría decir y proclamar a los cuatro vientos que tenemos un gobierno eficiente, responsable, solícito y enamorado de su gestión en pro de la ciudadanía. Me agradaría enormemente ver a nuestro presidente y su “harem” ministerial, moviéndose aquí y allá, concediendo entrevistas y asistiendo a foros internacionales, logrando que el orgullo me subiera los colores y el aire me saliera voluptuoso de los pulmones al considerar que ese hombre tan magnífico representaba a mi querida España y luchaba sin descanso por nuestro bienestar. Me colmaría de felicidad sentir en mi sensibilidad los halagos, deferencias y respeto de la comunidad internacional hacia el representante de una España pujante, fuerte y vigorosa donde el ciudadano se sintiera confortablemente instalado y sobradamente protegido. Pero en contra de mis deseos y ambiciones, cada vez que le veo en actos oficiales dentro y fuera de nuestras fronteras me encuentro a un hombre cohibido y nada convincente, que intenta ocultar sus complejos en una permanente sonrisita y falto del carisma y la confianza que su gestión política deberían inspirar al ciudadano. Y me resulta del todo incomprensible, vergonzoso e intolerable, que la nación más antigua de Europa, octava en la economía mundial y la segunda mayor inversora en América Latina, no forme parte por derecho y merecimiento en ese grupo privilegiado de los “G-8” y menos aún en los segundos o advenedizos “G-20”, aunque éste último debido al fallo, negligencia y falta de perspectiva del anterior presidente Aznar. Políticamente y de cara al exterior hemos pasado de ser un país respetado, citado como ejemplo de una transición modélica, -que algunos se empeñan en desprestigiar y hacerla tercermundista-, y bien recibido en las cancillerías internacionales más importantes, a ser un país patatero, sin relevancia alguna y con un presidente que va chupando kilómetros buscando una mano amiga que estrechar o una simple sonrisa que sus acólitos publiciten como una victoria diplomática. Es decir, un país de opereta que pasa por la actualidad internacional sin chicha ni limoná. Y aún se atreve el inefable Pepiño Blanco a decir que Bush es el peor presidente de USA, -que no se lo discuto-, sin darse cuenta que su ZP es por ahora y espero que no se repita una especie de castigo bíblico que hemos recibido los españoles. Ha hecho buenos a González -¡quién lo tuviera de nuevo en el gobierno!- y a Aznar, a pesar de su dichosa guerra.

Me duele, aunque puedan pensar que obro hipócritamente, no poder alabar y agradecer a nuestro gobierno los servicios prestados. Me siento molesto e indefenso ante esa pusilanimidad tan ampliamente demostrada por los rectores de nuestra política, así como su falta de interés ante los problemas del vapuleado ciudadano y su afán de medrar entre ellos y repartirse bagatelas, cargos y prebendas. “Tú serás ministra, aunque no tengas ni pastelera idea de lo que vas a hacer, ni para que necesitamos ese nuevo y costoso ministerio”. Dicho y hecho.

Me crispa y convulsiona ver esa indiferencia internacional hacia nuestro presidente cuando asiste o pretende asistir a reuniones y foros más allá de nuestras fronteras y su suplicante actitud, que nos avergüenza a todos, para que le hagan un hueco donde le han dicho, -muy poco diplomáticamente, por cierto-, que no tiene asiento reservado, ni lo quieren recibir. ¿Desde cuando España ha tenido que tirar de la levita a ningún fanfarrón maleducado para que le inviten a un acto oficial?. ¡Hay que tener dignidad y orgullo, mi mal tratado presidente, para mandar a hacer gárgaras a los que no le quieren recibir, porque en ese momento está usted representando a España y nuestra nación, única e indivisible, - aunque algunos se empeñen en lo contrario-, jamás ha doblado las rodillas ante nadie. No venga usted a quitarnos ahora el orgullo y la dignidad, que es lo único que nos queda. Dice su vicepresidenta que estará usted en esa reunión sea como sea y hasta se habla que como ¿invitado? de Lula, uno de los que sí asistirá aunque política e históricamente tenga menos peso internacional. Eso sí, no podrá participar en la comida oficial, aunque viendo el entorno que le domina y alienta es capaz de colarse en la cocina y comer junto al servicio. ¿No es mejor quedarse en casa que sufrir ese desprecio a escala internacional y ante tantos líderes reunidos como testigos?. ¿No se da cuenta que esas ofensas que les hacen de continuo, sin el menor reparo, por el ultraje que hizo a su Bandera durante aquel inolvidable desfile, su salida precipitada de Irak y otras equivocadas actitudes de su gobierno, hace que todos los españoles nos sintamos ultrajados, vejados y ridiculizados sin beberlo ni comerlo?. Ya que ha cometido esos errores imperdonables en un estadista, aténgase a las consecuencias y déjese de súplicas y humillaciones, pues no es costumbre española este servilismo ante nadie. Debemos ser consecuentes y responsables de nuestros actos y si hacemos algo indebido, saber aguantar con valentía y pundonor las repulsas del ofendido.

¿Ignoraba acaso que para todo el pueblo norteamericano, incluidos los escasos indios que aún deben quedar por esas praderas, la Bandera de las barras y estrellas es el símbolo único e indiscutible de toda la nación? Por ella mueren y por ella luchan, sin excepción. No es como aquí, que se desprecia y se quema públicamente y no se quiere colocar en los mástiles de los centros oficiales, suplantándolas por otras, pendones o insignias que, con todos mis respetos, nunca deberían hacerle la competencia a la Enseña Nacional y todo ello con la permisividad de jueces y gobernantes que no encuentran delito alguno en las acciones de esos renegados. ¡Así nos va! Hasta el mismo Obama, por el que dice se inclina el señor Zapatero y su partido, -pobrecito-, hizo una corta gira por una serie de países europeos durante su campaña electoral y no quiso pisar España, aunque tuviera que pasar por su cielo camino de Portugal y de regreso de Francia. Se jugaba muchos votos si saludaba al que ofendió a esa Bandera tan venerada por su nación, como debe ser.

Como español, deploro la actitud del entonces jefe de la oposición y sus posteriores desfachateces como gobernante hacia una nación considerada amiga y aliada, pero también me subleva e indigna que esta nación, por muy poderosa que sea, a la que gracias a nuestras carabelas iniciamos a la civilización e incluso ayudamos en su independencia, muchos de cuyos Estados, ciudades, pueblos, ríos y montes, llevan nombres españoles en homenaje a sus descubridores, intente humillarnos y ofendernos a todos los ciudadanos a nivel internacional. Hay cosas que no se pueden comprar con dinero y de las que ustedes carecen y a nosotros nos sobran, aunque puedan poner más hombres en la luna que los que tienen actualmente en Irak para terminar como en Vietnam. .

Está usted señor Rodríguez Zapatero, encendiendo una vela a Dios, -algo por cierto improbable-, y otra al diablo y ello no es una táctica adecuada para regir una nación. Hoy busca desesperadamente la sonrisa y amistad del yanqui y mañana usted mismo, o alguno de sus ministros le hace responsable de la crisis que padecemos y lo pone a parir, sin querer reconocer que el culpable de esta hecatombe económica que sufrimos en España es en su mayor parte la mala gestión de su propio gobierno. A ese despilfarro ministerial creando gabinetes innecesarios en tiempos de crisis, a su arbitrario sistema de repartir las ayudas gubernamentales de acuerdo con las posibles y necesarias alianzas con determinadas comunidades, en detrimento de las restantes y a invertir sumas millonarias en ayudar a los bancos para que no quiebren y sigan con sus opulencias, sin preocuparse de que el que verdaderamente necesita ese dinero es el ciudadano hipotecado hasta las cejas y su segunda o tercera generación precisamente por la usura y dureza de esa banca a la que está usted reflotando a costa de nuestra paupérrima economía. También me preocupa y en grado sumo esa facilidad para vender nuestras reservas en oro. ¿ Es que acaso pretenden dejarnos sin liquidez internacional?. ¿Qué va a quedar de España cuando deje el cargo, si llega esa ocasión alguna vez?.

Todos sufrimos sus deficiencias gubernamentales, su escasa experiencia en recuperar y normalizar la economía y sus desafortunadas leyes con las se ha llegado nuevamente al enfrentamiento entre comunidades, que han perdido por completo el concepto de regiones españolas más o menos avanzadas que les correspondía. También estamos soportando esa absurda apertura de tumbas que ha despertado el odio y los aires de revanchas que habíamos logrado superar y para más abundamiento, ese intento tan machaconamente defendido de lavar el cerebro de nuestra infancia y juventud con esa extraña y obligatoria asignatura que todos odian, menos los que buscan alterar la verdad de nuestra Historia y el respeto a los valores humanos. Hemos llegado gracias a sus malas gestiones a que se odie a España y a lo que se considera español dentro de nuestras propias fronteras. ¿Hay quien supere este desaguisado?

http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=4884

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