viernes, octubre 31, 2008

Ignacio Peyró, Savater en el vedettariat de la etica

Savater en el vedettariat de la ética

Ignacio Peyró

28 de octubre de 2008
Hubo incertidumbre hasta el último minuto pero finalmente el Planeta se lo llevó Savater y no David Bisbal. La cultura puede respirar. Savater lo intentó ya hace quince años pero entonces era un junior y le dieron el segundo. Si el premio Planeta es a lo máximo que puede aspirar un escritor en términos mundanos, es decir, en dinero, en saludos de desconocidos y en el derecho adquirido a posar con cara de estupendo, parece claro que el anonadamiento cartujano es una opción más atractiva. Con todo, Savater es un intelectual y todo indica que va a seguir en su condición de filósofo de cámara. Quedan así desmentidos los rumores que hablaban de un próximo disco de rancheras.

Hay quien dice que a Fernando Savater le quitan las gafas y desaparece como si fuera un fantasma. La mercadotecnia de la imagen también llega a las cumbres de la metafísica, y si Savater no es nada sin las gafas, quizá Nietzsche sería menos sin mostacho, Kant sin la puntualidad y Heidegger sin su cabaña en pleno bosque. Por supuesto, llama la atención el poco caso que, por comparación, hemos hecho a d’Ors y a Ortega, sobre todo cuando en estas materias lo mejor que puede hacerse es comparar. Al considerar a Savater el augur de nuestra época, es como si optáramos por Zara y no por Louis Vuitton: no pasa nada, claro, pero cada cosa se debe tener por lo que vale, y la ‘Ética para Amador’ parece un libro de ética escrito por Corín Tellado. Savater es ejemplo del triunfo del pastiche: no podríamos soportar a un Voltaire, pero sí podemos soportar su caricatura.

Entre las peores aportaciones de Savater está la popularización de Émile Cioran, escritor rumano en francés que ejemplifica todas las imposturas del pesimismo como dandysmo. En parte, es el envés en sombra de un Savater que todo lo echa en la misma paella mixta, Sócrates y los juegos de rol, Spinoza y el cine de serie B. Lamentablemente, a Cioran no le haríamos ningún caso de haber sido español. En cuanto a Savater, su mayor acierto ha sido saber nadar siempre a favor de la corriente, con un cucaracheo hiperactivo desde la fundación de Claves para la Razón Práctica. Ahora mismo ejerce de filósofo laureado o de víctima vasca, siempre conforme y según.

Desde su ascenso al ‘vedettariat’, a Savater le ha gustado jugar a los políticos. Lo ha hecho con todo espíritu de ligereza, desde su apoyo a la legalización de Herri Batasuna hasta el desafinado de ‘España me la suda’, pasando por sus coqueteos con la anarquía clownesca de García Calvo. Como se sabe, en política nada sale mejor que equivocarse y es muy extraño que Savater no esté todavía en la Academia aunque todo llegará. Mientras tanto, Savater ha ganado el premio Planeta y lo más previsible es que empiece, con toda consecuencia, a escribir contra el capitalismo.


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