jueves, octubre 30, 2008

Carlos Luis Roddriguez, Fraga frugal

CARLOS LUIS RODRÍGUEZ
a bordo

Fraga frugal

Entonces habrá que entender que parte de los achaques de Fraga se deben al inhóspito recinto donde tuvo que trabajar durante dieciséis años. Miles de horas encerrado en un despacho lúgubre, incómodo y desolado, dejaron sus secuelas en la biología del ex presidente, que podría pedir algún tipo de reparación por tamaño sacrificio. Aunque no se la otorguen ni la pida, que al menos tenga el reconocimiento general.

Lo dicho es la consecuencia lógica de las explicaciones dadas por los portavoces oficiales a cuento del asunto del Ala Oeste de San Caetano. Nada que objetar a lo dicho por el amigo Guinarte: las dependencias requerían reformas que nada tenían que ver con el ansia de lujo que la derecha quisquillosa le achaca a Touriño, sino con la estricta funcionalidad del sitio.

Admitido esto, parece inevitable concluir que el gasto efectuado guarda relación directa con la vida monacal que don Manuel llevó en lo que podríamos denominar su celda. El resumen de esta polémica es que Fraga resistió como un cartujo en unas estancias que necesitaban mejoras por valor de 1,6 millones de euros, según la contabilidad oficial. ¿No es admirable?

Es en este aspecto de la cuestión donde el alto cargo del presidente estuvo menos fino. Explica bien el desembolso, precisa incluso los arreglos eléctricos efectuados, pero descarría su discurso al aludir por ejemplo a las cacerías fraguistas. Ni que los ciervos o perdices fuesen patrimonio de la Xunta. No lo eran, y además algún desahogo necesitaría don Manuel, tras su larga condena en la celda de castigo ya felizmente remozada por iniciativa socialista.

Es bien cierto que los méritos de un presidente saliente sólo se aprecian con el paso del tiempo. Como el vino. Los mandatarios han de permanecer en la bodega reposando a oscuras y en silencio, dejando que se decante el recuerdo, que se desvanezcan los odios y las alabanzas de los pelotas profesionales, para que se embotelle al fin lo sustancial de su paso por el poder.

Fraga no es una excepción en esta teoría vitipolítica. Sus logros resplandecen a medida que se aleja del escenario, pero éste que nos traen de rebote los portavoces del Ala Oeste, no estaba previsto. Don Manuel no sólo era el gran timonel de la nave, en metáfora náutico-maoísta creada por alguno de sus fieles, sino que, al bajar al camarote, se topaba con un sitio que estremece por su frugalidad, como las estancias de Felipe II en el Escorial, con la diferencia de que nuestro ex estuvo a punto de perecer electrocutado, si hacemos caso a las explicaciones electricistas del amigo Guinarte.

Admítase pues que en medio de las herencias recibidas del régimen anterior, también estaba un despacho inapropiado, donde penaron, por así decirlo, los antecesores de Touriño. Habría que pedir un perdón retrospectivo a Fraga, a Laxe, a Fernández Albor y a Xosé Luis Barreiro, ocupantes en uno u otro momento de casi una buhardilla que desentonaba con su poder.

Total, que uno ve en este asunto una victoria en tiempo de descuento de don Manuel, a cuyos asesores les faltó perspicacia para dejar constancia videográfica de la precaria situación que soportaba su presidente. Ahora podríamos ver en You Tube el tugurio y compadecernos de las estrecheces del gran patrón. No es posible, pero aquí están los informes que prueban la necesidad de las reformas. Son tan ciertos como la frugalidad de Fraga, que con razón estaba algunos días de mal humor. Cómo no lo iba a estar. Hasta eso hay que perdonarle.

http://www.elcorreogallego.es/index.php?idMenu=13&idEdicion=1052&idNoticiaOpinion=359146

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