jueves, octubre 30, 2008

Serrano Oceja, ¿Cómo se gana la batalla cultural?

jueves 30 de octubre de 2008
BEBÉ-MEDICAMENTO
¿Cómo se gana la batalla cultural?
Por José Francisco Serrano Oceja
Titulares de periódicos y reportajes de televisión en prime time contra argumentos de razón; fotografías cargadas de emotivismo moral contra lógicas de razón aplastante; sinuosas campañas antiDios contra experiencias de vida plenas y alegres. Así son algunos de los ángulos de la batalla cultural en la que la Iglesia y la propuesta cristiana está inmersa.

Hace no muchos días el secretario general de la Conferencia Episcopal, monseñor Juan Antonio Martínez Camino, autor de un auténtico betseller sobre bioética titulado ¿Qué pasa por fabricar hombres?, compareció ante la opinión pública para explicar detenida y detalladamente el pensamiento cristiano sobre los denominados "bebés medicamento". A las habituales y condicionadas respuestas del laicismo más agresivo se ha sumado una sutil campaña del diario El País que, desde la pátina de lo científico a ultranza, más que explicar los procesos técnicos de creación de embriones-humanos medicamento, ha optado por desplegar toda su artillería argumental con una historia plagada de tiernas fotografías de un madre besando a su hijo y confesando la bondad de su intención y de su acción.

Era la cara humana de la condena que la Iglesia parece que había sentenciado contra la nueva criatura. La Iglesia nunca ha condenado al niño; se ha referido a la maldad intrínseca del procedimiento. Claro está que a la campaña de descalificación de los medios laicistas se han sumado unas escasísimas voces, pero existentes, de religiosos, alguno de ellos jesuitas –al menos de derecho– que han salido a poner la nota del disenso, por eso de que éramos pocos y parió no sé sabe quién. Obvio en esta columna el conjunto de argumentos que esgrime el pensamiento cristiano en pos de la defensa de la dignidad del hombre que subyace a la crítica sobre está nueva realidad social y que pueden encontrar, una vez más, en el comunicado de la Secretaría de la Conferencia Episcopal. Me centraré en las estrategias que los medios laicistas están utilizando para desacreditar y desprestigiar a la Iglesia, máxime cuando este asunto parece ser el primero de una serie de ellos que nos ocuparán durante este curso.

Una de las formas más comunes de los botes de humo del emotivismo moral, de esa argumentación que basa la bondad o maldad de la acción en lo que yo siento, en mi emoción respecto a esa realidades, es llevar el hecho hasta sus últimas consecuencias, principalmente en forma de historia enternecedora y dramática. Ocurrió cuando el caso de Ramón Sanpedro convertido en película –Eutanasia– y ocurre ahora con las familias medicamento. Es cierto que la argumentación de la propuesta cristiana que, por cierto, no es sólo de fe, es principalmente de razón; se puede llevar hasta las últimas consecuencias y pensar que lo mismo que se crean embriones y se destruyen o asesinan, para buscar el que sirva de cura, podemos empezar a pensar en crear embriones para mejorar la raza. Lo que sirve para curar, también sirve para dominar. Estamos a un paso del super niño, del super hombre, perfecto, dominador, poderoso, implacable, insobornable, incuestionable...

Otra de las estrategias es la del lenguaje. De lo que se trata, por parte de los epígonos de la nueva ética social, es de no llamar a las cosas por su nombre y de modificar la percepción de lo que suponen las acciones con un lenguaje amable, amén de ocultar pasos no del todo probablemente bien vistos en el procedimiento científico. El bebé medicamento no puede ser, cuando sonríe en la foto, más que una tierna y amable criatura. ¿Qué más da lo que haya ocurrido hasta llegar a esa foto? Los curas, los obispos y los cristianos cuando dicen lo que piensan no pueden ser, según sus detractores, más que gruñones que se han empeñado en amargarnos la fiesta del progreso, la alegría de la vida y la esperanza en la ciencia. Si a este clima le añadimos un grupo de políticos repitiendo como papagayos que la fe no legisla, tendremos, ciertamente, una nueva sociedad.

Con esta radiografía, el diálogo social puede ser muchas cosas, pero no será ni serio ni profundo. Así no se pueden establecer las bases de un mínimo respecto y acuerdo social. El profesor Ángel Rodríguez Luño ha escrito recientemente un artículo sobre cómo comunicar las convicciones (Nuestro Tiempo, octubre 2008). Sumado el análisis a su buena voluntad, concluye certeramente:

Es necesario imaginárselas de modo que la oscuridad del adversario no quite a las palabras la luminosidad que brota del mensaje cristiano, hecho de amor a la libertad, búsqueda sincera de la verdad, respeto a la autonomía de las cosas temporales, atención a la consistencia objetiva de las críticas y amistad magnánima hacia todas las personas.

Ya vendrá el aborto, la eutanasia y unas cuantas más...

http://iglesia.libertaddigital.com/como-se-gana-la-batalla-cultural-1276235664.html

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