Responsables de la crisis
M. MARTÍN FERRAND
Miércoles, 29-10-08
RESULTA evidente que José Luis Rodríguez Zapatero no pasa las noches leyendo de claro en claro ni los días de turbio en turbio. En eso tampoco se parece a Don Quijote. Y, sin embargo, tal y como le ocurría al hidalgo manchego, ha olvidado el ejercicio de la caza y la administración de su hacienda. El presidente del Gobierno, si nos atenemos a los signos externos, se ha instalado en el delirio y tiende a confundir los deseos con la realidad. La última vez que fue a Nueva York -esa América a la que tanto desdeña y sin la que no puede vivir- dijo que España tiene «el sistema financiero más sólido del mundo». Si a esa conclusión le llevan sus entendederas, y no sus consejeros de fortuna, en lugar de estar empeñado en acudir a Washington para sentar plaza en una reunión donde no nos corresponde asiento, lo que debiera es clamar para que quienes asistirán el 15 de noviembre a la capital de los EE.UU. se vengan a Madrid y tomen nota de sus erráticas fantasías.
Zapatero, un hombre que a favor de su propia grandeza es capaz de intentar ordeñar a las hormigas, no quiere resolver la crisis global ni, siquiera, su versión española, en la que se acumulan circunstancias nada favorables y meramente endógenas. Lo que pretende el líder, en plenitud de sus manías de grandeza, es filosofar sobre la crisis y, después de presentarla como algo ideológico, como el resultado de una feroz batalla entre progresistas y conservadores, recoger los aplausos de los foros internacionales. Un capricho que, además de estéril, resulta peligroso. Sin una clara determinación de la etiología del problema será difícil su remedio e imposible evitar su repetición.
Al actual presidente del Gobierno, por mucho que le empujen su ambición y su mal disimulada vanidad, le faltan respaldo nacional, estatura personal y autoridad profesional para convertirse en prescriptor mundial de soluciones y remedios. La situación que desestabiliza los mercados y, al tiempo que nos empobrece a todos, amenaza seriamente nuestro futuro no es un fracaso atribuible a los «neocon». Su remedio no está en el progresismo, algo que no se sabe muy bien en qué consiste y que es el maquillaje con el que la socialdemocracia disimula sus errores.
La razón germinal de la crisis, especialmente en Europa y especialísimamente en España, hay que buscarla en la ineficaz actuación de las gigantescas máquinas en que han degenerado los Estados. Han fallado los mecanismos de control y vigilancia y ello ha permitido el desmán arramplador de las entidades financieras. Mientras ello no se avente y explicite, mientras no veamos la cara y el castigo de los responsables de tan tremenda avería, no habrá remedio eficaz. No hace falta ir a Washington para comenzar la tarea que, en ese entendimiento, debe avanzar en círculos concéntricos desde el interior hacia el exterior.
http://www.abc.es/20081029/opinion-firmas/responsables-crisis-20081029.html
miércoles, octubre 29, 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario