jueves 30 de octubre de 2008
Rajoy y Gallardón
Pablo Sebastián
El presidente del Partido Popular, Mariano Rajoy, ha llevado con pulso firme y encomiable decisión la renovación del PP tras la doble derrota electoral que sufrieron en el 2004 y el 2008 y de la que son los responsables directos aquellos que, con José María Aznar a la cabeza, tiraron por la borda del buque popular el inmenso capital social y político -la mayoría absoluta, única en la historia de la derecha española- que recibieron de los ciudadanos en los comicios generales del año 2000. Un desastre que partió de la autocrática despedida de Aznar de la política, su creciente soberbia y borrachera de poder que culminó con el apoyo a la guerra de Iraq en contra de la inmensa oposición de los españoles, y con la catastrófica gestión -tan plagada de mentiras como las de Iraq- de los atentados del 11-M en Madrid. Lo que provocó la pérdida del poder, y posteriormente los condujo, en este año, a la segunda derrota por el empeño de Aznar y su guardia pretoriana -Acebes, Mayor, Aguirre y Zaplana-, y su bronquista orquesta mediática -El Mundo, la COPE y a principios de 2008 también el diario ABC, tras el cese de Zarzalejos- en mantener vivos los errores de Iraq y la falsa conspiración del 11-M.
Una insistencia en el error en la que, por su omisión, colaboró Rajoy al no cortar de raíz las intrigas del postaznarismo y mantener en la cúpula del PP a los que eran responsables de los graves errores del 2004. Hasta que, por fin, y tras la noche trágica del fracaso electoral del 2008, Rajoy comprendió que los conspiradores del 11-M y cómplices de las mentiras de Iraq lo que buscaban era su derrota para alzarse con el control del partido, utilizando a Esperanza Aguirre (en el papel de la "elefanta blanca") como la abanderada de un calculado golpe de mano contra Rajoy que incluía, como ha quedado demostrado, el plan de "cuanto peor para el PP, mejor para ellos". Que es la estrategia que siguen practicando en esta legislatura, pero sin sillones en la actual dirección del PP, a ver si con sus intrigas y ruido mediático Rajoy pierde las elecciones europeas del 2009 y pueden reconducir la ambición de Aguirre, cuya imagen se ha deteriorado mucho una vez que fue descubierta por las bases y cuadros del PP como se vio en el congreso de Valencia. Y si les falla Aguirre, los de la conspiración no dudarán en buscar el regreso de Aznar a la dirección del PP, a pesar de que en la España actual y en el Partido Popular nacido del cónclave valenciano Aznar ha perdido mucho peso y sobre todo apoyos electorales.
Y en éstas, más o menos, están en el PP y por ahí siguen, mientras crecen los problemas y "los enanos" en las federaciones del País Vasco y Cataluña -éstos en vías de solución-, como en Baleares por la herencia corrupta del clan de Matas, y ahora en Canarias y Navarra. Un desbarajuste en el que se regodean los conspiradores político/mediáticos del dúo Aguirre/Aznar, que dañan la labor de oposición del PP en plena crisis económica y financiera, al tiempo que desdibujan la autoridad de Rajoy y dificultan su empeño de llevar el partido por la vía de la moderación y del centro emprendida en el congreso de Valencia. Lo que constituye una bendición para Zapatero ahora que el gran rectificador de su propia política parece desconcertado y perdido en su laberinto y en el medio de una crisis que él mismo negó.
El cáncer del PP, su enemigo interior, son los Aznar, Aguirre, Zaplana, Mayor, Acebes (el quinteto de la muerte) y el famoso combo mediático de la conspiración que no pierde la oportunidad de destrozar, sin piedad y con el solo objetivo de recuperar para ellos el poder, a su partido y a su líder, y todo ello con el único beneficio de Zapatero. Y siendo esto así y conocido de la dirección del PP, y por supuesto por Rajoy, los populares no consiguen levantar cabeza porque la quimioterapia del congreso valenciano resultó insuficiente para el mal que invade el cuerpo del partido. El que, tras un paréntesis de pocos meses, se ha vuelto a reactivar, con lo que ya no queda más solución que la quirúrgica, por ejemplo, la constitución de una gestora en el PP de Madrid, además, antes de que en la Comunidad pueda estallar un reguero de corrupción, lo que podría ocurrir. Pero para ello hace falta fuerza, decisión y un claro horizonte de victoria electoral.
Y no resulta suficiente ni la constancia que tiene Rajoy de los peligros que le rodean, ni el buen trabajo de su equipo actual directivo, Cospedal, Sáenz de Santamaría y González Pons, sobre todo si de lo que se trata es de dejar las cosas como están, convencidos de que la crisis económica los llevará a en volandas hacia el triunfo electoral. Rajoy, que hizo bien la necesaria y obligada renovación del PP, debe dar un nuevo impulso y reforzar el día a día y la imagen del partido con un núcleo duro de poder donde, además de los citados, deben figurar de manera inequívoca y muy visible Gallardón, Arenas y Camps, los que con Cospedal representan más del 60 por ciento de las bases del PP.
Y, especialmente, debería de situar Rajoy a su lado al alcalde de Madrid, que es el político del PP con mayor prestigio en toda España -las cosas son así- y ofrecerle, sin demora ni más dilaciones, es decir ¡ya!, la candidatura a las elecciones europeas del 2009, lo que tendría un efecto expansivo y optimista entre las bases y votantes del PP, y dejaría desarmados y en su rincón al clan de los conspiradores -por no decir traidores- de Aguirre y Aznar y su combo mediático. Y, al mismo tiempo, el PP debería recuperar la iniciativa en esto de la crisis económica y financiera con propuestas -¿cuáles son sus ideas para la cumbre del G20 de Washington?- que vayan más allá de la crítica al PSOE o de solemnes advertencias sobre el paro.
Y, además, ¿acaso tiene algo que perder Rajoy por montar un ticket con Gallardón, al estilo americano? Lo que sería un desastre sin paliativos es que el correveidile de Aznar y de Aguirre que es Mayor Oreja siguiera de primer candidato en las elecciones para el Parlamento Europeo. ¿Acaso no le dijo Mayor a San Gil que se fuera de la dirección del PP vasco? Pues que siga su ejemplo. Lo que no pude hacer Rajoy es dedicarse a templar gaitas con Zapatero y con Aguirre y Aznar a la vez, porque si esto sigue así el muerto político, y por tercera y última vez, lo será él.
Es cierto que se corre el riesgo, en todo esto, de una escisión del bando conspirador hacia la extrema derecha, pero hay que hacer lo que hay que hacer. Y sobre todo, una vez detectado el cáncer y practicada una primera medicación, hay que pasar al quirófano y extirpar el mal del cuerpo del PP, si es que quieren trabajar en paz y hacer oposición. Y para culminar este exorcismo de los demonios interiores, que bloquean y destrozan la labor de oposición de Rajoy y del PP, está claro que el mejor antídoto es Gallardón.
http://www.estrelladigital.es/ED/diario/50421.asp
miércoles, octubre 29, 2008
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