martes 21 de octubre de 2008
Bruno Zabala
Artículos 1
¿Ilegalizar al PNV? 1
Me propongo abusar de la paciencia de los foristas para argumentar mi convicción de que el PNV más temprano o más tarde será ilegalizado si no rectifica radicalmente su actual línea política.
Para ello, tomaré robada la idea del “formato en plan serial” de mi admirado Sursum corda y para no cansar a quien pueda estar interesado en leer mis escritos los iré remitiendo periódicamente al Foro en fechas próximas.
La joven democracia española se ha establecido con éxito tras haber superado muchas dificultades: la obligación de demoler un Estado fascista apuntalado por poderosas fuerzas reaccionarias al final del franquismo, la pavorosa crisis económica de los 70, el paro a niveles históricos de los 80, la corrupción política de los 90, el intento de golpe de Estado del 23 F, los casi mil asesinatos provocados por la rama radical del nacionalismo vasco, la acción inaceptable de las bandas paramilitares de los GAL, etcétera.
Lo más admirable de la sociedad española en estos últimos años ha sido que ha hecho frente a todos esos retos con una suerte de sexto sentido colectivo con el que se ha autoimpuesto un imperativo categórico: aguantar los nervios, buscar consensos, mirar hacia adelante y mantener siempre un escrupuloso sentido de la legalidad. Diríase que nuestra sociedad ha intuido en todo momento que la serenidad, la cultura del pacto y el imperio de la Ley constituyen las condiciones sine qua non con las que abordar los problemas de convivencia por arduos que los mismos puedan resultar. Bien podría afirmarse que España ha salido de una Dictadura y se ha instalado en una Democracia formalmente avanzada con temple y con la Ley en la mano.
En mi modesta opinión, el éxito de la transición democrática en parte se ha debido a que no ha existido un solo minuto en que la alegalidad haya sido una alternativa. O dicho con otras palabras, que el sereno principio de la supremacía del Estado de Derecho, de su Constitución, de sus Tribunales de Justicia, del resto de sus Instituciones y de sus mecanismos de funcionamiento ha representado la estrella que ha guiado nuestro devenir colectivo por procelosos que fueran los caminos en los que estuviésemos metidos sin sombra de duda. Serenidad, Legalidad, Constitución y Justicia: todo un ideario civilizado sobre el que reflexionar de cara al futuro, en especial en el País Vasco.
Pues bien, esta obsesión jurídico-legal para no perder la racionalidad y para consensuar generosas leyes incluyentes con las que la sociedad española y sus partidos políticos han resuelto sus gravísimos problemas de convivencia desde hace 25 años ha traído inevitablemente aparejada una cierta mojigatería política para trazar los límites del campo democrático...un cierto talante más papista que el Papa a la hora de transcribir negro sobre blanco otras leyes encaminadas a defender el Estado de Derecho o, si se quiere, a demostrar el lado firme del Estado de Derecho.
En efecto, en España la edificación de un sistema de contención frente a las amenazas de la Democracia ha sido una asignatura pendiente durante más de dos décadas. Ya ha quedado apuntado que el complejo por haber soportado la larga Dictadura franquista y la mala conciencia histórica de una cruenta Guerra Civil en la que media España aniquiló a la otra media han quedado grabados a sangre y fuego en la psicología colectiva de todos los españoles lastrando mortalmente la necesidad de implementar leyes punitivas de Defensa de la Democracia.
Esas leyes forzosamente deben contemplar penas, castigos, vetos, prohibiciones, exclusiones y límites a los enemigos de esta Democracia. Penas, castigos, vetos, prohibiciones, exclusiones y límites todo lo antipáticos y políticamente incorrectos que se quieran pero absolutamente indispensables para asegurar la viabilidad del sistema democrático que nos hemos dado con tanto trabajo.
Es radicalmente falso que en una Democracia quepa todo. En absoluto son de recibo el racismo, el odio étnico, la exaltación del genocidio, el fundamentalismo religioso, cultural o ideológico, la exclusión del adversario en la vida pública, la apología de la desigualdad de algunos ciudadanos ante la Ley, la práctica y justificación de la violencia en cualquiera de sus facetas, la legitimación de vías antidemocráticas para conseguir fines políticos o la violación de la leyes, incuyendo la Constitución, el resto de leyes ordinarias y, por supuesto, la Declaración Universal de los Derechos Humanos de las personas. Todo, de cajón.
Pues bien, estas obscenidades que acabo de citar concurren y han concurrido desde el inicio de su andadura en la ideología y praxis política de HB...y no ha sido hasta hace pocos meses en que las Cortes Generales han sido capaces de promulgar una Ley de Partidos Políticos encaminada a prohibir de una santa vez la actividad de este grupo definitivamente filoterrorista (si no directamente terrorista, Garzón dixit): cosas de demasiados años con los susodichos complejos y malas conciencias históricas.
Y sin embargo, el PNV (y sus socios políticos) se han opuesto a la Ley. Curioso.
O no tanto considerando que el PNV (y sus socios políticos) quieren cargarse nuestra Democracia aduciendo no se sabe bien qué abracadabrantes principios de soberanía vasca originaria preconstitucional y paleodemocrática.
¿No será ya la hora de que la España democrática coja su penúltimo toro por los cuernos y comience a plantearse pasar por el tamiz de la Defensa del Estado de Derecho al PNV, es decir, investigar formalmente al PNV para que todos sepamos qué es el PNV, qué hace el PNV, qué busca el PNV, con quién se asocia el PNV y cuáles son los fundamentos doctrinales, métodos y objetivos del PNV?
Perdón por cometer la pedantería de autocitarme pero lo he escrito en otra charla de este Foro:
“ La política vasca está llena de tabúes y a la cabeza de todos ellos uno casi sacrílego: que la democracia española no puede plantearse la ilegalización de este partido integrista vaticanista de raíz inequívocamente racista y xenófoba; fomentador del odio étnico hacia España y los españoles; reaccionario, antiliberal, antisocial y antiigualitarista; mentor, abogado y padre espiritual de ETA; compañero de viaje de terroristas y abanderado de un proyecto antidemocrático que pretende excluir la opinión de la mitad de la población del País Vasco y la del resto del Estado español. Insisto, más pronto que tarde el Estado democrático deberá emplazar al PNV para que defina inequívocamente su proyecto y sus aliados. Y si persiste en su comunidad de fines con ETA/HB (pacto de Lizarra -nunca roto ni denunciado-, Udalbiltza, pacto actual de legislatura encubierto y operativo en aspectos nacionalistas clave, enfrentamiento común a la acción de la Justicia, oposición concertada a los proyectos legislativos de las Cortes Generales punitivos del terrorismo, etc.), en su flagrante sedición antidemocrática, en su traición hacia la Constitución y en su desprecio hacia la voluntad del conjunto del pueblo español, FUERA DE LA LEY PASE LO QUE PASE”.
Me propongo a continuación repasar estas cuestiones. Y hacerlo sin complejos ideológicos y con datos en la mano.
1º. EL RACISMO DEL PNV
El 3 de Marzo de 1895, Sabino Arana escribió en Bizcaitarra. “ La pureza de la raza, más comúnmente conocida como limpieza de sangre, es uno de nuestros fundamentos políticos”. Y más adelante: ”El nacionalismo vasco tiende a conservar la raza vasca, confundida por las que la rodean, tiende a regenerarla, arrancando de ella todo lo malsano y exótico infiltrado por las razas circunvecinas, tiende a reconstruir aquel pueblo sano, fuerte y vigoroso”. Y también : “Es la raza vasca por convicción de su superioridad física, una de las más saturadas de espíritu de lucha, de competencia...”.
Uno de los primeros discípulos de Arana, Joala, dejó escrito : “Meditemos como vascos, porque precisamente por pertenecer a la raza de mejor y mayor meditación que hay en el mundo podemos meditar con acierto y NO COMO ESOS PRODUCTOS IBERO-CELTO-FENICIO-GRIEGO-GODO-ÁRABES (...) que aún están por saber lo que es meditación” (Joala no conocía el más que probable origen norteafricano del euskera y la típicamente hispana fusión celtíbera -ancestro de la mayoría de los vascos rurales actuales- producida con toda seguridad en el solar barskonicum antes de la llegada de los romanos a la Península).
Así pues, desde su primeras formulaciones, el nacionalismo vasco está impregnado de un fundamental contenido racista que no es anecdótico ni adjetivo sino que forma parte consustancial de él. Es más, la convicción por parte de Sabino Arana de la existencia de una raza especial de seres humanos, los “euzkos”, y de su superioridad sobre otras, especialmente sobre la española, constituye el núcleo argumental de la primera ideología nacionalista vasca; a la preservación de esa raza, el todavía hoy venerado y homenajeado fundador del PNV dedicó todas las energías de su existencia: extirpar de Euskadi todo lo malsano infiltrado por la convivencia con las otras razas impuras.
Engracio Aranzadi, en 1904, afirmaba que “la raza vasca constituye la aristocracia del mundo, la nobleza de la Tierra”.
En fecha tan reciente como 1990, Fernando Savater (“Perdonen las molestias”) nos recuerda que el P. Iakakortexarena se vanagloria de la mayor prevalencia del fenotipo rH negativo en los hematíes de los vascos como prueba de que “siempre tenemos que aceptar las razas, porque la raza es una cualidad especial (...) nos distingue a los grupos humanos, según las cualidades diferentes y variadas que en su sangre ha querido distribuir el Creador”. Por lo que “no es pequeño privilegio para los vascos esta sangre limpia y pura del Rh negativo sin mezcla de Rh positivo del mono, porque podemos creer que ello nos cataloga como los primeros habitantes de Europa”. Catalogación en la que, según el propio Arzallus, coincidía hasta el mismísimo Hitler. Y es que para Arzalluz “la cuestión del Rh negativo confirma que este es un pueblo antiguo, con raíces propias identificables desde la Prehistoria, y por ello mismo, con derecho a decidir sobre su destino”.
En conjunto, estas y otras afirmaciones no difieren en nada de la ideología del Mein Kampf; bueno, si se quiere tienen el punto patético de estar realizadas no desde el corazón de Europa por alguien con posibilidades hegemónicas ciertas sino desde la pequeñez de mentes incultas y enfermizas en un olvidado rincón de un país europeo alejado de los centros de decisión y poder...
El racismo aranista tiene sus obvios “judíos” en la “raza maketa” que por su condición mestiza e híbrida, por la irreligiosidad de su carácter, por sus costumbres inmorales y blasfemas y por su perversión y carácter degenerado constituye un “detritus étnico”. De hecho, para Arana y sus discípulos, “entre el cúmulo de terribles desgracias que afligen hoy a nuestra amada Patria, ninguna tan terrible y aflictiva (...) al lado del roce de nuestro pueblo con el español, que causa inmediata y necesariamente en nuestra raza ignorancia y extravío de inteligencia, debilidad y corrupción de corazón, apartamiento total, en una palabra, del fin de toda humana sociedad”.
Así pues, la raza es la sustancia de la nación vasca, siendo el resto de fetiches nacionalistas -lengua, costumbres, leyes, territorio- accesorios : “Si nos dieran a elegir entre una Vizcaya poblada de maketos que sólo hablasen el euzkera y una Vizcaya poblada de vizcaínos que sólo hablasen el castellano, escogeríamos sin dubitar esta segunda” (Arana). Arzalluz, en un gesto que le honra ha venido a rectificar ejemplarmente este aserto: “Prefiero un negro que hable el euskera a un blanco que lo ignore”. Que quede claro.
A la obsesión racial de Sabino Arana le surjieron dos problemas, que resolvió a su manera: Primero, dónde encontrar a los vascos puros que -al igual que los campesionos de las montañas de Baviera para los nazis y los pastores celtíberos de Giménez Caballero para el fascismo español- pudieran constituirse en arquetipo y reserva étnica incontaminada. Pues bien, Arana, como no podía ser de otro modo, localiza a los vascos puros entre los baserritarras “de blusa”, a los que mixtifica y halaga como depositarios de las esencias de la raza: para encontrar a “los últimos ejemplares de esta raza prehistórica” es necesario subir “a la cumbre de las más altas montañas, cuna de nuestra raza”. Es en el mundo baserritarra (aldeano), entre “los euskarianos de blusa”, entre los que no se han transformado, desvirtuado y estropeado “las más puras esencias de la raza”, donde se encontrará a “aquellos de quienes nuestra patria puede esperar únicamente su salvación”, a los “verdaderos hijos de nuestra raza”.
Y segundo, qué hacer para salvar la raza euskérica de la invasión maketa; su solución es bastante similar a la idea de Arzalluz respecto a los alemanes en Mallorca: “Fuera independiente Euskeria y, aparte de que el número de españoles que aquí inmigrase sería muy contado, los que vinieran vendrían como extranjeros, estarían siempre aislados de los naturales en aquella clase de relaciones sociales que más influyen en la transmisión del carácter moral, cuales son el culto, las asociaciones, la enseñanza, las costumbres, la amistad y trato”.
Como bien ha señalado A. Beloki, de este modo el elemento ideológico definidor de lo vasco pasan a ser los núcleos más aislados, cerrados, endogámicos; lo más anclado en estructuras sociales arcaicas, allí donde el miedo, la indefensión y la reverencia al poder caciquil, eclesiástico o militar, es más acusado. La pureza racial, asimilada al aislamiento e inmunidad frente a las influencias y mestizajes ideológicos, sociales, políticos y culturales de la gran ciudad, se convierte de esta manera en un elemento de control y de dominio sobre un sector de la sociedad a la que se procura mantener aherrojada a una mentalidad cavernícola. Desde ahí, Arana y su nacionalismo étnico se autootorgan la capacidad de decidir sobre lo que es y lo que no es vasco, de señalar, y separar, al “buen euskaldún” de quien no lo es.
No importa la falsificación que significa esta idealización de un mundo baserritarra sumido en tales niveles de miseria y atraso que su única realidad la constituye la emigración por decenas de miles a Bilbao y a América. Lo que importa es tener el control de este mundo cerrado y aislado. Y cuanto más cerrado y aislado mayor será el pánico de sus habitantes hacia la autoridad constituida. El mejor ejemplo de esto nos lo dió hace unos años la reacción de los habitantes del pueblo de Leaburu ante el asesinato de uno de sus vecinos. Su hermano, y también ertzaina lo decía el día del funeral: “aquí hay mucho miedo, pasa un poco como a los judíos cuando los nazis”. La Arcadia sabiniana, el templo inmaculado de las esencias puras de la raza, convertido, como no podía ser de otra manera, en el túnel de los horrores.
Para acabar este primer escrito, déjenme preguntar:
¿Se puede ser impunemente nacionalista vasco?
¿Se puede homenajear públicamente a Sabino Arana?
¿Deben circular libremente los escritos nacionalistas racistas?
¿Pueden dedicarse plazas y calles a Sabino Arana?
¿Se puede ser miembro o simpatizante del partido que fundó Arana sin que antes exista un rechazo tajante, explícito, sin matices, inequívoco y radical de su ideología, a poder ser en posición genuflexa, con petición de perdón y misericordia, dolor de corazón, propósito de la enmienda y cumplimiento de la penitencia simbólica de efectuar un acto de desagravio a los inmigrantes del resto de España en el País Vasco?
Reciban todos Vds. un cordial saludo.
Bruno Zabala 2003-2004
http://es.geocities.com/brnzbl/a/iap1.html
lunes, octubre 20, 2008
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