Coalición
03.10.2008
XABIER GURRUTXAGA
Una vez aclaradas las dudas sobre el candidato a lehendakari, el tema de la coalición con EA se va a convertir para el PNV en una cuestión que requiere una actuación rápida. Mientras la designación de Ibarretxe resultaba casi inevitable, la cuestión de la coalición, va a ser objeto de discusión y controversia interna, salvo que la zanje el candidato. Aunque en menor medida, también lo será en EA, pero razones especiales y necesidades urgentes justificarán una decisión que será contraria a la adoptada en el último congreso extraordinario. Creo que la formación de Ziarreta y Azkarraga va a estar más interesada que nunca en concurrir a las próximas autonómicas con el PNV, fundamentalmente por intereses de continuidad en la Cámara vasca con una representación suficiente que concurriendo solos no estaría garantizada.
En este sentido, saben que la coalición con el PNV les ha supuesto desde las elecciones de 2001 un buen árbol que les ha proporcionado un espléndido cobijo. Pero también por razones políticas de peso. Saben bien que desde la coalición, fundamentalmente desde el Gobierno, condicionan mucho al PNV. Se valen para ello de una estrategia de alineamiento en torno a la figura de Ibarretxe y tratan de recrear un escenario donde el líder de 'fiar' es el lehendakari y no la formación a la que pertenece. Según mi criterio, la imagen que se quiere proyectar es que EA está con Ibarretxe y no tanto con el PNV. Es una estrategia inteligente, aunque los problemas que aquejan a EA como proyecto alternativo y confrontado al PNV son de raíz profunda y no se resuelven con posicionamientos superficiales o de imagen.
Harán bien los dirigentes de EA en intentar conseguir cuanto antes la coalición, porque en caso contrario la dinámica de bipolarización entre nacionalistas y socialistas se impondrá, condicionará a buena parte del cuerpo electoral y esos mismos dirigentes podrían ser testigos de cómo hasta sus votantes habituales cambian de voto para apoyar a Ibarretxe como su líder y 'hombre de fiar'.
Sin embargo, para el PNV la coalición con EA presenta problemas de naturaleza distinta. Electoralmente no se sabe cuál es, hoy en día, el plus que representa la oferta de la coalición por encima de los resultados que pueda obtener cada cual por su lado. Es obvio que en 2001 lo tuvo, pero desapareció en las elecciones de 2005. Hoy es una incógnita, si bien hay datos para pensar que tal plus no existe. Desde el punto de vista del reparto interno, parece claro que los jeltzales han sido generosos con sus socios en el reparto de escaños y en la participación institucional. Desde la dimensión política también parece obvio que la experiencia de la coalición no se ha utilizado para organizar el ámbito del nacionalismo democrático como un espacio plural articulado o vertebrado en torno a un proyecto común y compartido. Al contrario, la relación se ha vivido por muchos, particularmente por los jeltzales, como una relación de disputa y confrontación interna de la que el PNV no ha sacado nada positivo.
Es cierto que la coalición, en la medida que representa un espacio de compromiso, limita la autonomía política de sus integrantes, pero particularmente la del socio grande, al tiempo que le resta capacidad de adaptación a situaciones nuevas no previstas. Los resultados de las próximas elecciones configurarán probablemente un mapa que requerirá en su gestión de formaciones políticas con capacidad de decisión y de adaptación, con margen de maniobra suficiente, sin mecanismos que les inmovilicen y les bloqueen. Al PNV no le queda más remedio que abordar el tema de la coalición teniendo en cuenta estas cuestiones, que como bien saben afectan a su ámbito propio de decisión.
http://www.elcorreodigital.com/vizcaya/prensa/20081003/politica/coalicion-20081003.html
jueves, octubre 02, 2008
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