Las profecías de Pangloss
IGNACIO CAMACHO
Viernes, 03-10-08
CADA vez que hablan no es que suba el pan, es que sube el paro, que es peor. Aquella frase tan arrogante de Zapatero -«nuestra peor tasa de desempleo siempre será mejor que la mejor del PP»- lo va a perseguir durante toda la legislatura, a partir de la evidencia de que no pasaron tres meses sin que la realidad le dejase en entredicho. La penúltima machada del irredento optimismo presidencial -«pronto superaremos en renta a Francia»- se dibuja ya como la siguiente piedra de ridículo; de momento, le ganamos de largo a los franceses en ritmo de destrucción de empleo. Y Solbes pasa, el pobre, unos apuros que dan grima cuando tiene que subirse a un atril para aventurar pronósticos como el que juega a la bonoloto. El anónimo tío de las previsiones de Moncloa sigue causando estragos; si el presidente no lo ha despedido ya no es para no incrementar el listado del INEM sino porque, probablemente, se trate de él mismo, irreductible a toda cifra que desmienta su visión autocomplaciente y ensimismada.
Lo más curioso es que no aprenden, ni siquiera de las encuestas que certifican que lo que más ha molestado a la gente no es la crisis, sino el empeño en ocultarla o quitarle importancia. Podrían ser cautos y callar; nadie les pide que siembren el pánico. Quizá lo que correspondiese a su responsabilidad de Estado sería que diesen la cara con honradez, que reconocieran la situación en sus términos amargos para anunciar medidas de fondo y pedir a los ciudadanos un esfuerzo de sudor y lágrimas. Pero ya que eso no cuadra con la filosofía indolora del zapaterismo, al menos que estén mudos y arruguen el semblante. Sin sacar un frágil pecho de jactancia que la realidad les hunde a cada rato con secos puñetazos de crudeza.
Han perdido tanto crédito que hasta sus llamadas a la calma provocan oleadas de zozobra en la calle. Bastó que Solbes asegurase que nuestros ahorros están a salvo para que en los bancos se acumulase la clientela preguntando alarmada por el nivel de riesgo de sus depósitos. Cualquier servicio privado de estudios es más fiable en estos momentos que los gabinetes de previsiones oficiales. El Gobierno ofrece la sensación inquietante de una triple y pavorosa sospecha, la de que o desconoce la situación, o la maneja con engaño, o va arrastrado a la deriva de los acontecimientos. O dos de las tres cosas a la vez. Lo que de ninguna manera transmite es lo que más falta hace: la impresión de que trata de aplicarse a buscar soluciones, aunque no estén del todo a su alcance. Eso es lo único que puede inducir confianza, y eso es lo único que las autoridades no son capaces de lograr.
Quizá sea porque en la estructura mental y moral de Zapatero, en su universo panglossiano, voluntarista y lenitivo, no cabe una actitud de sacrificio o de rigor que identifica con catastrofismo, desesperanza o desánimo. Pero si es así, al menos que no se pase de bizarro, porque parece que nos toma por imbéciles. El doctor Pangloss siguió creyendo, rodeado de calamidades y desgracias, que el mundo era el mejor de los posibles, pero lo suyo era la filosofía, no los pronósticos. Y al menos no tenía responsabilidades de gobierno
http://www.abc.es/20081003/opinion-firmas/profecias-pangloss-20081003.html
jueves, octubre 02, 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario