miércoles, octubre 22, 2008

Felix Arbolí, Tres semanas de vacaciones

jueves 23 de octubre de 2008
Tres semanas de vacaciones

Félix Arbolí

P ODRÍA empezar este artículo tras tres semanas de silencio e inactividad con el famoso “Ya sóc aquí”, del Honorable Tarradellas a su regreso del exilio francés e incorporación a su cargo de Presidente de la Generalitat, o como la no menos famosa “Decíamos ayer” de Fray Luis de León, tras su salida de la cárcel de la Inquisición, donde le tuvieron encerrado. Frase imitada siglos después por el prestigioso profesor Tierno Galván, al reanudar sus clases en la universidad al regreso de su exilio político. Pero ni he estado en el cárcel, ni me he tenido que exiliar, ni mucho menos compararme con esas destacadas figuras de nuestra Historia y nuestras Letras.

Mi silencio y ausencia han sido motivados por “disfrutar” de tres semanas de vacaciones en el hotel “12 de Octubre”, en tiempos de Franco, su fundador, “1º de Octubre”. Es lo primero que escribo nada más regresar a casa y no sé como saldrá, ya que son muchos días desconectado y hasta el mover las teclas me resulta bastante desusado ya que el organismo aún no ha cogido su ritmo y la mente su serenidad y destreza.

La estancia ha sido buena y provechosa. Al menos, así me parece viendo los actuales resultados en que me encuentro. He tenido a mi disposición una selección de encantadoras mujeres sensibles, bonitas y cariñosas pendientes de mí, como si fuera un hijo de la Preysler o de Tita Cervera. Un médico, doctor Delgado, que hacía honor a su apellido y que era un conversador afable, interesante y profesional de los que honran a los émulos de Esculapio. Le he prometido una poesía, que iniciaré con la estrofa de “Enjuto cual andante caballero”, haciendo mención a su parquedad en carnes y a su espíritu que me hacían recordar al famoso hidalgo manchego. Un médico cuya visita era un placer y un estímulo y su precisión y meticulosidad en el diagnóstico y su más eficaz tratamiento, un prodigio de los que tanto se dan y tan poco se reconocen en nuestra Medicina. Nunca olvidaré su diaria visita acompañado de su cohorte de bellas y jóvenes médicos y enfermeras, - una delicia que iluminaba nuestra obligada soledad-, entre las que he de destacar la seriedad y bella mirada de la doctora croata, cuyo nombre me ha sido difícil retener, que era la segunda de a bordo. Una mujer joven, de demostraba profesionalidad y muy seca de carácter, aunque no mala persona.

Nada que objetar al personal de este hospital al que acudo por tercera vez con la misma confianza, seguridad y familiaridad que entro en mi casa, aunque con las lógicas diferencias. No estoy tan perturbado. Nuestra sanidad, estimada Presidenta Aguirre, está en las mejores cabezas y en las manos más diestras de la Medicina Internacional. Es lo único bueno que tienen estos centenarios y descuidados centros donde uno se siente orgulloso viendo operar al experto y celoso personal y avergonzado viendo el lamentable estado de sus paredes que han olvidado su primitivo color, habitaciones estrechas y mal conservadas y pasillos donde las urgencias tienen sus camas y enfermos ocupando espacios increíbles, cual si se trataran de pisos pateras. Un espectáculo tercer mundista que no tiene razón de existir en la capital de una nación perteneciente al primer mundo. ¡Menos fotos y posados en futuros hospitales que nunca acaban y si lo hacen se descomponen nada más entrar en funcionamiento y más miramiento, interés y honestidad para que los que ya existen lo hagan en las debidas condiciones!. ¿Por qué no pasa un solo día hospitalizada en una de las camas de sus centros de salud y lo experimenta por si misma?. No, no se preocupe por el personal: ¡chapó!. Ya quisieran muchos centros famosos y elitistas de los Estados Unidos donde van a dejarse los millones los famosos, tener las plantillas de médicos en todas sus especialidades, enfermeras y resto de personal sanitario como los que tenemos los madrileños y me figuro que el resto de nuestros hospitales. ¡No están pagados, señora Aguirre, se lo digo yo!. ¿ No se ha enterado todavía que tiene trabajando en su Comunidad, que es la nuestra, a verdaderas lumbreras y abnegados profesionales que se dejan el alma y las energías físicas en agotadoras jornadas cada día, mal pagados y peor tratados?. ¿Por qué ese empecinamiento en no disponer para la sanidad de su Comunidad de más personal, el necesario, al objeto de que los profesionales y los pacientes nos encontremos más cómodos y atendidos?. Déjese de bobadas que a nada conducen, como esa terquedad en gastar millones en atenciones y centros que en nada benefician a los madrileños, sino a los que vienen de fuera exigiendo por la “jeta” y dedíquese con verdadera atención y urgencia para que los madrileños podamos ser atendidos debidamente en nuestros momentos de crisis y dolencias. Contrate más personal, el necesario y pague con prodigalidad, sin recortes, a estas personas que cada día dedican todo su esfuerzo, saber y soportar a la salud del ciudadano, que debe ser objetivo prioritario de todo buen gobernante. Un médico debe ganar el doble de lo que gana cualquiera de sus consejeros, pues no es lo mismo, ni entraña idéntica responsabilidad asesorar, cuando lo hacen, que estar pendientes de la vida de un ser humano y en un porcentaje muy elevado salvarla cuando estaba ya desahuciado. ¡Y así son sus médicos, enfermeras, auxiliares de clínica, celadores y hasta la misma señora que hace la limpieza diaria de la habitación, procurando hacerlo lo mejor posible y molestar lo mínimo al paciente!. ¡Y de privatizar la Sanidad, ni se le ocurra, ya que no está jugando con una propiedad familiar, sino con algo que nos pertenece a todos y a lo mejor más que a usted, pues cuando usted nació, ya llevaba yo años cotizando para esa seguridad social que tiene usted tan abandonada y que quiere liquidar como si fuera parte de su patrimonio personal!

He visto al compañero de mi habitación, el irrepetible Agustín Cuevas, un gruñón insoportable contra los que más le querían y un compañero magnífico para entretener mi soledad, pasar toda una noche en vela y haciéndosela pasar al que suscribe, sin observar el menor gesto de cansancio y desagrado al personal de turno, cuyos servicios reclamaba continuamente. Ha habido noche que dos enfermeros tenían que atender a cuarenta pacientes. ¿Es esto normal en una Comunidad de primera categoría y un asunto de tanta transcendencia?.

He salido hasta con cierta pena de ese lugar donde he advertido y experimentado tanta humanidad, calor, estímulo y atenciones. A veces, pierde uno la noción de que se encuentra en un hospital y se cree que está hospedado en un cuatro estrellas como mínimo, recargando motores y dándole un respiro a la cotidianidad. Pero son esas Mayca, Laura, Carmen , el nombre más habitual, (un saludo simpática pequeñaja), las que hacen soportar con dignidad, acomodo y de la mejor manera, nuestras deficiencias físicas del momento. Ellas son la verdadera y mejor terapia para nuestros males. El caudal que más se debe fomentar, mimar y pagar pródigamente entre todos los elementos que forman nuestra vida comunitaria, porque es la riqueza más preciada, solidaria y fundamental para todo aquél que se siente afectado en lo más importante de su vida: la salud.

Y ahora, de nuevo a la faena, que hay que vivir cada minuto, como si fuera el último de nuestra existencia y hay miles y miles de cosas, espectáculos y maravillas que ir descubriendo y gozando cada día, porque la Naturaleza nunca deja de sorprendernos. Un abrazo a todos.


http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=4873

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