Seamos serios, compañero Blanco
EDUARDO SAN MARTÍN
Viernes, 03-10-08
ESTA es la hora de los políticos serios, no de los oportunistas. No lo digo yo, lo ha proclamado en estos días el cancerbero de Ferraz, Pepe Blanco. Y lo ha hecho sin sonrojarse, sin dejar de entornar sus ojillos y sin que se le moviera ningún otro músculo de la cara. Como si realmente estuviera hablando en serio. Como si se hubiera colocado a sí mismo el primero en la lista de los políticos que se necesitan «en esta hora» (por cierto, ¿sólo en esta hora?). Así que comencemos por él un somero escrutinio de algunas de las pirotecnias verbales aventadas desde las trincheras del Gobierno en los últimos días. Y no resulta muy serio, y sí un poco tramposo, que Blanco acepte en esa misma declaración un diálogo con la oposición para encarar juntos los remedios a la crisis (¿Crisis? What crisis?) y, a renglón seguido, asegure que vale, pero que el Gobierno no va a modificar ni una línea de sus Presupuestos. Como casi siempre, este PSOE convierte el diálogo en un fin en sí mismo; o peor, en un recurrente subterfugio retórico con una intención cada vez más diáfana. Lo de menos es explorar adónde podría conducir ese diálogo; lo de más, asegurarse, con la ayuda de una parte importante del establishment opinador, de que cargará con el mochuelo de una inevitable ruptura quien ose rechazar un resultado que se intenta imponer antes de repartir las cartas.
Tampoco parece muy serio, y sí algo malicioso, instar a que se abandone una oposición que el PP estaría centrando exclusivamente en la economía, de la misma manera que «en la legislatura anterior la circunscribieron al terrorismo». Pero, ¿en qué va a centrar la oposición su discurso político en estos momentos? ¿En los pasos a nivel ferroviarios? ¿En la importación de guacamayos? En sí misma, la formulación de tal exigencia contiene una insidia: vincular cualquier tipo de oposición que pueda hacer el PP en esta legislatura con la que realizó la pasada sobre la (inevitablemente fallida) política antiterrorista del Gobierno; y, en suma, agitar permanentemente el fantasma de la crispación (eso que tanto odian los españoles) para deslegitimar ab ovo cualquier política opositora del PP. Semejante castillo de fuego se remata con una traca portentosa: lo que pretende realmente el muy taimado PP es «desgastar al Gobierno». Y ¿qué es lo que hace toda oposición en cualquier Parlamento civilizado? ¿Lustrarles las botas a sus señorías del Gobierno?
No es demasiado serio, por otra parte, y sí algo demagógico, presentar el mantenimiento del gasto social como el núcleo central de un presupuesto anticrisis, y hacerlo como se si tratara de una caridad con «los más desfavorecidos en esta crisis», cuando ese dispendio no es ninguna merced sino, en casi su totalidad, un gasto comprometido (subvenciones por desempleo, actualización de pensiones...). Les han sacado los colores en el mismísimo El País: «El segundo (error) es la perversa identificación de la protección social con una política anticrisis. Pagar el seguro de paro o las pensiones es una buena costumbre del Estado de bienestar, pero no una receta contra el estrangulamiento del crédito o la destrucción de empleo». Touché.
No es en absoluto serio, y sí bastante simplón, comparar el 14 por ciento de paro del año 2000 con el 10,4 por ciento del último semestre (que en agosto es ya el 11,3). En 2000 se había reducido el paro nada menos que ocho puntos en sólo cuatro años (desde el 22,2 por ciento del último gobierno de Felipe González). Mientras que la cifra que con tanto orgullo exhibe hoy el presidente Zapatero es el resultado de una subida de más de dos puntos (ahora casi tres) en apenas un año. Y lo que te subiré, morena.
Y, finalmente, resulta más bien poco serio, y sí algo imprudente, sacar pecho cada dos por tres con la «fortaleza del sistema financiero español» sin saber exactamente hasta dónde llegará la negra espuma de los detritus de Wall Street. La resistencia de los bancos y de las cajas españolas dependerá no sólo de su saneada situación previa al cataclismo, sino de la duración y la longitud de la onda expansiva. Y eso, dicen los expertos, nadie lo sabe en estos momentos. Así que, compañero Blanco, seamos serios de verdad.
http://www.abc.es/20081003/opinion-firmas/seamos-serios-companero-blanco-20081003.html
jueves, octubre 02, 2008
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