viernes 18 de enero de 2008
HEROIC CONSERVATISM, DE MICHAEL GERSON
Guía imprescindible para derechistas americanos... y españoles
Por Rafael L. Bardají
El conservador auténtico es un individuo que está dispuesto a defender sus principios y valores a capa y espada incluso en las circunstancias más adversas. Michael Gerson, el speech writer que ha producido tal vez los discursos más inspirados del presidente George W. Bush, realiza en Heroic Conservatism un verdadero tour de force para arrojar luz sobre las tinieblas, para que el idealismo venza al pesimismo; para colocar al conservadurismo, esa palabra tan extraña a nuestra cultura política, en el lugar que se merece.
No es fácil ser un buen escribidor de discursos, declaraciones y alocuciones varias. Sobre todo cuando se trabaja para otra persona. En el mundo anglosajón es toda una profesión, y los líderes políticos hacen lo que esté en su mano para contar con un buen responsable de sus palabras públicas. En España son muy pocos los políticos que escriben ellos mismos sus intervenciones. Normal. Ya no lo es tanto que la figura del escriba quede en el fondo de los armarios las más de las veces, y que se fustigue a quienes ponen su pluma al servicio de los demás con el término peyorativo negro. Tras este estado de cosas encontramos tanta hipocresía como cicatería.
Un speech writer, como demuestra Gerson en estas páginas, no es un escritor que le cuela lo que quiere a quien le toca dar la cara. Los grandes políticos tienen sus propias ideas, y la mayoría de las veces lo que les falta es tiempo, no recursos estilísticos o retóricos, para componer sus discursos. El speech writer debe comprender qué pasa por la mente de su jefe, contar con cierta sensibilidad personal y destilar con elocuencia el ideario latente o emergente de aquél. Con todo, hay speech writers que son más que eso, que son elementos clave en la formulación de las políticas que se anuncian en los discursos. Que son asesores. Michael Gerson es uno de ellos, aunque su modestia innata le impida propagarlo.
Tengo el placer de conocerle personalmente. Hasta donde sé, su influencia va mucho más allá de la derivada de haber creado frases o expresiones que pasarán a la historia, como la de "Eje del Mal", empleada por vez primera por Bush en su discurso del Estado de la Unión de 2002, o la de "conservadurismo compasivo", que el presidente de EEUU ha empleado numerosas veces para describir su filosofía política. Gerson ha opinado y debatido sobre cuestiones de decisión en el círculo íntimo de Bush en la Casa Blanca, del que han formado parte gentes como el todopoderoso Karl Rove, con el que no siempre ha estado completamente de acuerdo.
En España, las más de las veces los discursos de los políticos en activo tienen por objeto ensalzar lo ya conseguido, codificación material que rápidamente se transforma en venta electoral o partidista. Compromiso, cumplimiento y seriedad suelen ser las pautas que marcan estas intervenciones. En Estados Unidos la práctica suele ser distinta, y los discursos se utilizan como instrumentos para fijar posiciones y anunciar rumbos futuros. De ahí la importancia de personas como Gerson para la difusión de lo que se quiere y debe transmitir.
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Heroic Conservatism no sólo da cuenta de las relaciones de Gerson con Bush desde que éste le llamara a su lado, allá por el año 2000, cuando aún no había accedido a la Presidencia, sino, y sobre todo, de los valores que ha de defender el conservadurismo en América hoy en día; y quien dice en América dice en el resto del mundo, empezando por España.
Creo acertar si digo que, para Gerson, su mejor discurso fue el que compuso para la ceremonia de inauguración del segundo mandato de George W. Bush. Por una sencilla razón: Gerson es un conservador idealista, de fuertes creencias religiosas, convencido de la igualdad de las personas, algo en lo que coincide plenamente con el inquilino de la Casa Blanca.
Tuve la oportunidad de asistir a aquella ceremonia, que tuvo lugar en una mañana nubosa, ante un Capitolio rodeado por la nieve. Y no me cuesta nada decir que las palabras de Bush me impresionaron profundamente. Eran revolucionarias, y prometían abrir un nuevo capítulo en la acción exterior norteamericana. Bush se dirigió al mundo, muy en especial a aquellos países con regímenes dictatoriales, para augurar una nueva era de libertad. Sólo en libertad puede el individuo desarrollarse y disfrutar de su dignidad con plenitud. Sólo en libertad pueden los pueblos prosperan adecuadamente. Sólo en libertad pueden alcanzarse la seguridad y la paz internacionales.
Bush se dirigió asimismo a los disidentes (he aquí una constante en su trayectoria): les prometió apoyo para sus causas, para lograr unas sociedades mejores y libres de miedos. "La supervivencia de la libertad en nuestro suelo depende cada día más del éxito de la libertad en las tierras de otros –afirmó el presidente–. La mejor esperanza de paz para nuestro mundo es la expansión de la libertad en todo el mundo". Corolario de Gerson, aquí, en Heroic Conservatism: o expandimos la libertad, o será la violencia lo que se expanda.
Gerson es un idealista plenamente consciente de las posibilidades que ofrece el mundo real. Y ve como, todo el mundo, la gran distancia que a veces separa a la retórica ambiciosa del presidente Bush de la prudencia táctica con que se mueve su Administración. Sabe que no se puede hacer todo. Pero sabe también que sin planteamientos idealistas y ambiciosos la política se vuelve descarnada y se va reduciendo a una mera lucha por el poder.
Gerson no es ningún idiota, y sabe, además, que no son éstos buenos tiempos para la lírica; que Ben Laden sigue vivo y Al Qaeda no está acabada; que el radicalismo islámico continúa sumando puntos y que Irak ha cebado el escepticismo. Y que el mundo es un lugar incierto en el que América está siempre sometida a discusión. De ahí que con Heroic Conservatism trate de arrojar luz sobre la oscuridad, de recuperar la visión y la ilusión.
Es plenamente consciente de que el descontento ha crecido entre los conservadores: los objetivos son más costosos de alcanzar de lo que se esperaba; los resultados, aún, demasiado ambiguos; la crítica de los oponentes, más aniquiladora. Pero, les advierte, sucumbir a la fatiga, dejarse tentar por el cinismo y querer volver a una situación ya obsoleta e irrecuperable no es una opción, sino un inmenso error.
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Este libro trata, en buena medida, de América; pero puede resultar muy provechoso para quien lo lea con la mente puesta en España.
En los últimos meses no han sido pocos los dirigentes del PP que han emitido declaraciones que tenían por objeto poner distancia con determinadas decisiones del Gobierno Aznar, especialmente con la de apoyar la intervención aliada en Irak. Pero su deseo de pasar página les puede llevar a convertirse en meros apéndices de la izquierda de Rodríguez Zapatero. Y no es el momento para ello.
"Yo creo que la seguridad de nuestra nación depende del idealismo en el exterior", escribe Gerson. Y añade. "Creo que la unidad de nuestro país depende del idealismo en el interior; y creo que mi partido, el Partido Republicano, debe ser el portador de ese discurso de idealismo y coraje ante una nación cansada en un momento crucial, o bien encarar un juicio severo de la Historia". Pocas palabras podremos encontrar más apropiadas para nosotros, los españoles.
Para mí, si hay una lección que los actuales dirigentes del PP debieran aprender es que el conservadurismo es más fuerte cuando se muestra fiel a sus ideales. Aquí al lado, en Francia, tienen el ejemplo de Sarkozy, por si no quieren buscar analogías históricas más remotas o distantes. Hacer ejercicios de travestismo para llegar a votantes recalcitrantes es lo opuesto al coraje y a la claridad moral que debe imperar en nuestras filas en estos momentos preelectorales. Si se quiere entender por qué, este magnífico libro de Gerson, no sólo bien escrito y ameno, sino pletórico de ideas e ideales inmutables, puede ser una gran ayuda.
MICHAEL J. GERSON: HEROIC CONSERVATISM. WHY REPUBLICANS NEED TO EMBRACE AMERICA'S IDEALS (AND WHY THEY DESERVE TO FAIL IF THEY DON'T). Harpers & Collins (Nueva York), 2007, 302 páginas.
http://libros.libertaddigital.com/articulo.php/1276234200
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