lunes 28 de enero de 20008
Cinco pruebas de que no hace falta estudiar para ser político
Pascual Tamburri (Elsemanaldigital.com)
DECÍA hace tiempo Arturo Pérez Reverte que "en España, la de político debe de ser una de las escasas profesiones para la que no hace falta tener el bachillerato. Se pone de manifiesto en el continuo rizar el rizo, legislatura tras legislatura, de la mala educación, la ausencia de maneras y el desconocimiento de los principios elementales de la gramática, la sintaxis, los ciudadanos y ciudadanas, el lenguaje sexista o no sexista, la memoria histórica, la economía, el derecho, la ciencia, la diplomacia". Don Arturo se refiere al Bachillerato que él conoció, el de verdad, anterior a las hazañas de Villar Palasí y de Maravall (hijo, obviamente). Pero sigue siendo básicamente cierto, incluso con el triste residuo al que hoy llamamos Bachillerato, que "cualquier paleto mierdecilla, cualquier leguleyo marrullero, son capaces de llevárselo todo por delante por un voto o una legislatura".
Hoy pedimos el bachillerato hasta para ser bedel, y es moda de las señoras semialfabetizadas, enriquecidas en la España del dinero fácil, hablar mal de los chavales que van a Formación Profesional. Ya nos veremos las caras, amigas mías, y a ver quién sostiene el país mientras vosotras despellejáis a los chicos entre dietas milagro y bollos con nata. Entre las muchas contradicciones que os señala Reverte está ésa, múltiple y suicida, que podemos contemplar en toda su bajeza en cinco etapas:
a) Tenemos un sistema de enseñanza, como parte de nuestro modelo educativo, que no funciona, que responde a unos prejuicios ideológicos determinados pero que patentemente priva de una formación adecuada a la mayor parte de los españoles. Sólo quien vence con tesón las dificultades y quien puede pagarse otra cosa huyen de este sumidero.
b) La decisión sobre cómo es este sistema se debe a los políticos, a quienes Reverte con verbo ácido pero no incierto menta a la madre, "la madre de todos cuantos habéis tenido en vuestras manos infames la enseñanza pública en los últimos veinte o treinta años. De cuantos hacéis posible que este autocomplaciente país de mierda sea un país de más mierda todavía. De vosotros, torpes irresponsables, que extirpasteis de las aulas el latín, el griego, la Historia, la Literatura, la Geografía, el análisis inteligente, la capacidad de leer y por tanto de comprender el mundo, ciencias incluidas. De quienes, por incompetencia y desvergüenza, sois culpables de que España figure entre los países más incultos de Europa, nuestros jóvenes carezcan de comprensión lectora, los colegios privados se distancien cada vez más de los públicos en calidad de enseñanza, y los alumnos estén por debajo de la media en todas las materias evaluadas".
c) Curiosamente vivimos en un país que rinde culto a los títulos académicos, donde cualquier hortera mira por encima del hombro a un obrero, a un camarero, a un mecánico, a un camionero, a un electricista o a un fontanero porque no tiene el título egregio de "asno" por el Instituto de Villapequeña de los Pueblerinos o de "borrico" por la Universidad recién montada en la patria chica del cacique autonómico.
d) Más curiosamente todavía, precisamente esos políticos que coronan nuestra gloriosa sociedad actual y que deciden el destino de todos, sin excluir el de las aulas, son a menudo los que menos estudios tienen. Digamos, siendo caritativos, que su nivel académico formal está por debajo de la media de nuestros jóvenes; y el nivel real –el de conocimientos y habilidades reales, para la vida, al margen de títulos- a menudo también. Yo antes creía, como me explicaba Javier Nagore Yárnoz, que los estudios superiores sólo eran contraproducentes en la vida pública navarra. Desde luego aquí la regla tiende a cumplirse bastante bien, pero no somos excepcionales (bueno, ni en eso ni en casi nada).
e) Pero lo que sí saben los políticos es echar balones fuera, y lo mismo da si son superministras ideologizadas o consejerines boiníferos: no se cortan en secundar lo de "hemos tenido muchas generaciones en España con un bajo rendimiento educativo, fruto del país que tenemos", afirmando que "la gente buena, la culta, la preparada, la que por fin va a sacar a España del hoyo, vendrá en los próximos años, al fin, gracias a futuros padres felizmente formados por tus ministros y ministras, tus Loes, tus educaciones para la ciudadanía, tu género y génera, tus pedagogos cantamañanas, tu falta de autoridad en las aulas, tu igualitarismo escolar en la mediocridad y falta de incentivo al esfuerzo, tus universitarios apáticos y tus alumnos de cuatro suspensos y tira p´adelante". Claro que sí, todo lo anterior ("de Quintiliano a Miguel Delibes pasando por Cervantes, Quevedo, Galdós, Clarín o Machado", que por cierto antes de la LOGSE eran dos, "Ortega y Gasset, Unamuno, Cajal, Menéndez Pidal, Manuel Seco, Julián Marías o Gregorio Salvador", o "Juan Marsé, Muñoz Molina, Carmen Iglesias, José Manuel Sánchez Ron, Ignacio Bosque, Margarita Salas, Luis Mateo Díez, Álvaro Pombo, Francisco Rico y algunos otros analfabetos") de nada vale hasta que han venido estos señoritos sin estudios a iluminarnos.
Dicen que Reverte es pesimista. Sólo diré que tiene razón al pensar que "más peligro tiene un imbécil que un malvado". Y más aún un imbécil con una tiza o con el Boletín Oficial, aunque sea sólo el autonómico. Algo, casi lo que sea, tenemos que inventar, para quitar de en medio estorbos así y para volver a dar clase con resultados aceptables.
http://www.vistazoalaprensa.com/contraportada.asp
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