jueves, enero 24, 2008

Villacañas, El gobierno mas falangista de Franco

jueves 24 de enero de 2008
El gobierno más falangista de Franco

Antonio Castro Villacañas

D ICEN quienes saben de estas cosas que el arte de torear se basa tan sólo en dominar tres facetas: la primera consiste en parar al toro; la segunda, en templarlo; y la tercera, en mandarlo. Si eso es cierto, y ningún entendido en la materia ha dicho hasta ahora lo contrario, bien podemos afirmar y sostener que Franco fue un as de la torería política a lo largo de su vida, pues desde que se estrenó en el ruedo ibérico -en 1934 según unos; en 1936 para otros- paró, templó y mandó a cuantos le salieron de diversos toriles, hasta que el paso del tiempo -que a nadie
perdona- debilitaron sus facultades...

Buena prueba de ello nos dio con la formación de sus gobiernos tercero y cuarto. El 16 de octubre de 1940 cesó como ministro de Asuntos Exteriores al anglófilo coronel Beigbeder y le sustituyó por el germanófilo Serrano Suñer para poder parar mejor la embestida de Hítler, el gran morlaco dueño de Europa en aquel momento, con quien estaba emplazado siete días más tarde en el ruedo de la estación de Hendaya... Nadie puede dudar de que el parón se produjo y España se libró de entrar en la guerra que tantos daños produjo a los bandos combatientes.

El ascenso de Serrano Suñer en el rango político -ocupaba el ministerio de máximo relieve y de hecho se convertía en el segundo hombre del Movimiento, pues seguía presidiendo la Junta Política mientras continuaba vacante la Secretaría General- quiso Franco contrarrestarlo con la sustracción a FET-JONS del Ministerio de la Gobernación. Para ello, como ya hice constar, en un primer momento adoptó la medida singularísima de asumir personalmente el mando de dicho Departamento, que de hecho delegó acto seguido en quien era el subsecretario de Serrano Suñer. Siete meses después -el 5 de mayo de 1941- nombró un nuevo
Ministro: el coronel Valentín Galarza Morante, nada falangista, se ocupó desde entonces de la política y la administración local del país.

Como este cambio dio lugar a diversos sentimientos de malestar, quince días después -el 19 de mayo de 1941-decidió Franco parar el toro de la crecida inquietud pública mediante una inteligente renovación de su Gobierno. Del anterior permanecieron nueve ministros en el cuarto gabinete franquista, lo que aseguraba la sustancial continuidad del franquismo, mientras tres personas nuevas parecían abrirle nuevos horizontes.

Continuaban al frente de sus importantes ministerios Ramón Serrano Suñer (neofalangista, en Asuntos Exteriores); Esteban Bilbao Eguía (tradicionalista, en Justicia); José Enrique Valera Iglesias (general, monárquico, próximo al tradicionalismo, en el del Ejército); Salvador Moreno Fernández (almirante, monárquico, en el de Marina); y Juan Vigón Suero-Díaz (general, monárquico, en el del Aire). Continuaba también siendo ministro el técnico Joaquín Benjumea Burín, conservador franquista, que dejó el Ministerio de Agricultura y se hizo cargo del tradicional y más importante Ministerio de Hacienda. Seguían asimismo Valentín Galarza Morante, el reciente Ministro de la Gobernación; Alfonso Peña Boeuf, el ingeniero experto en Obras Públicas; el neofalangista Demetrio Carceller Segura, encargado de Industria y Comercio; y José Ibáñez Martín -neofalangista "de derechas", antiguo diputado de Gil Robles- al frente del muy importante Ministerio de Educación Nacional.

Del tercer gobierno franquista sólo cesaron dos personas: el neofalangista Pedro Gamero del Castillo dejó de ser Ministro sin cartera, y José Larraz López -monárquico, "de derechas"- la cartera de Hacienda.

Franco sólo nombró tres hombres nuevos en su cuarto Gobierno, pero con ellos logró parar y templar el toro de la inquietud suscitada quince días antes, ya que la significación política de esas tres personas y la importancia de los ministerios que les confió el Caudillo fueron suficientes para causar expectación en el pueblo. A Miguel Primo de Rivera y Sáenz de Heredia, hermano de José Antonio, le encomendó cuidar la Agricultura, hasta entonces en manos de Benjumea; a José Antonio Girón de Velasco, seguidor inmediato de Onésimo Redondo, héroe en el Alto del León, y que con sus 29 años en la fecha de su nombramiento fue el más joven ministro de España, le confió la cartera de Trabajo, que llevaba también hasta entonces Benjumea; y a José Luis de Arrese y Magra, arquitecto casado con una prima hermana de José Antonio, vieja guardia implicado en la trama del 19 de abril de 1937, le hizo responsable de la Secretaría General de FET-JONS y de su restablecido Ministerio.

Seis ministros claramente falangistas, de los trece que formaban este cuarto gobierno de Franco, hicieron que comenzara la etapa más floreciente de cuantas componen la historia de la Falange franquista. A lo largo de diez años, hasta el verano de 1951, varios hechos demuestran cuánto se hizo de positivo para el pueblo español.

Uno de ellos fue el finalizar la incorporación de los combatientes de uno y otro campo a las cotidianas tareas laborales y sociales; otro, el que toda esa juventud, luchadora a muerte durante tres años por una España distinta de la que existía en 1936 y en 1931, viera que el Estado surgido de la Guerra Civil estaba dispuesto a realizar -en la medida que se lo permitieran las circunstancias externas e internas- las aplicaciones prácticas de los planteamientos ideológicos que su sector más joven y avanzado, el falangista, se había propuesto desde su fundación.

José Antonio Girón fue, sin duda alguna, de todos los ministros falangistas, quien llevó a cabo la política más avanzada. Nacido el 28 de agosto de 1911 en Herrera de Pisuerga, provincia de Palencia, estudió la carrera de Derecho en las Universidades de Valladolid y Salamanca, licenciándose en 1932. Un año antes, en abril de 1931, había comenzado a intervenir en política junto a Onésimo Redondo para afianzar una nueva República. En 1932 pasó a militar en las JONS, y luego tomó parte activa en su fusión con FE. En 1936 -a sus 25 años- era el jefe de las milicias de FE-JONS en Valladolid, y con ellas tomó y defendió el Alto del León, consiguiendo la Medalla Militar y el grado de capitán. Antes de finalizar la guerra fue nombrado consejero nacional de FET-JONS, y tras ella delegado nacional de Excombatientes a las órdenes de Muñoz Grandes. Durante su gestión ministerial, que duró 16 años, hasta el 25 de febrero de 1957, realizó una intensa labor política, fruto de la cual fueron la creación del Seguro de Enfermedad en 1942, la del Servicio de Montepíos y Mutualidades Laborales el año 1946, la de los Jurados de Empresa en 1947, y la de las Universidades Laborales en 1950, cuatro ejemplos de su preocupación por dotar a los españoles de todo lo que merecen por su trabajo.

(Quedan algunas cosas importantes por decir sobre esta etapa del franquismo. Llevaba dos horas de escritura cuando mi ordenador -que hace la guerra por su cuenta más veces de lo que yo quisiera- ha borrado todo lo que estaba contando en torno a Arrese y su influencia sobre Franco. Estoy cansado. No puedo hoy dedicar más tiempo al tema. Vale la pena volver a él. Lo haré dentro de unos días, Dios mediante.)

http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=4398

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