jueves 31 de enero de 2008
¿Y la ley electoral?
Luis Racionero
A pesar de que las promesas electorales están para incumplirlas, como dijo el bueno de Tierno o el tierno Galván, hay una cuestión que ni se promete: la nueva ley electoral.
Ni Carod-Rovira —sobre todo él— la quiere. Algún partido debería proponerla, ya que todos están de acuerdo en la injusticia de que decidan los que tienen pocos votos.
Dándole vueltas a esta paradoja se me ocurre una hipótesis: a los partidos les interesa el poder, no la política. Para ellos lo más importante es mandar: los cargos, puestos, prebendas y luego que unas minorías impongan la política al país, eso les importa menos. Si no es así, ¿qué esperan a modificar la ley electoral?
Se dirá que esta ley actual fue acordada para que no se alzara un Chávez en la incipiente democracia española y eso funcionó, aunque alguno flirteó con Venezuela. Pero los tiempos han cambiado, la democracia española ya no es bananera —es del kiwi— y nos podemos permitir el riesgo de tener una ley como en Francia, con una segunda vuelta de modo que el que gobierne, además de tener los sueldos y prebendas, tenga la mayoría constante para decidir qué políticas se implementan en el país.
Otro aspecto a mejorar es el de las listas, porque si bien no estamos en manos de “chavezes”, en cambio estamos poseídos por tres o cuatro partidos que monopolizan la actividad democrática. Llevo tiempo pensando y escribiendo que los partidos ya no existen porque no hay ideologías: somos todos de centro, de ese sistema mixto que inventó el genial Keynes a base de suavizar la competencia del mercado con la solidaridad del Welfare State. Somos todos votantes de este sistema mixto capitalista–socialista que no se altera gane el partido que gane. Si ya no tienen sentido los partidos, porque somos todos de centro en ese sistema mixto (menos los 5% extremos de cada lado), la lógica es votar a personas, no partidos.
Por ejemplo, que se pueda llamar al PP un partido de extrema derecha, cuando representa a diez millones de ciudadanos que no son de extrema derecha, es una avería que se debería reparar como primera prioridad, a base de personas, gestos y formas liberales de conducta.
Es un desperdicio que sus oponentes le puedan llamar al PP partido de extrema derecha. Eso no es bueno para la democracia. ¿Y la ley electoral, quién la prometerá?, conviene recordarlo.
http://www.estrelladigital.es/diario/articulo.asp?sec=opi&fech=31/01/2008&name=racionero
jueves, enero 31, 2008
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