viernes 25 de enero de 2008
Ilegalización de ANV y PCTV
La disciplina de la mentira
Los mismos políticos y medios que hablaban en mayo de 2007 de "Guantánamo electoral" ahora dicen, como el ocurrente ministro Bermejo, que se trata de aplicar con inteligencia la ley.
Jorge Vilches
El inicio del proceso de suspensión de ANV y PCTV a dos meses escasos de las elecciones pasará a los libros de sociología electoral. Será el ejemplo perfecto para ilustrar el uso de la política antiterrorista para cambiar la imagen de un Gobierno. Porque el Ejecutivo reconoce, no solamente que siguió hablando con ETA después de los asesinatos de la T-4, sino que los medios y el discurso que utilizó para sostener su "proceso de paz" han sido denostados por la mayoría de los españoles.
Aún recordamos que Conde-Pumpido dijo, el 17 de mayo de 2007, que algunos querían someter a los votantes batasunos a un "Guantánamo electoral" aplicando la Ley de Partidos. Una expresión que tuvo éxito en el mundo abertzale. Los candidatos de ANV añadieron entonces que se les estaba sometiendo a un "Guantánamo mediático" porque no les dejaban espacios gratuitos y les excluían de los debates electorales. Aún así sólo se ilegalizaron 133 de sus 256 listas.
Era un ataque, decían, al derecho al sufragio y a la libertad de expresión por parte de la derecha política y mediática. Entonces sonaron las trompetas, y apareció el socialismo zapateresco para señalar al PP, la "derecha extrema" al decir de José Blanco, y quitarse de en medio. Se trataba del PP, que no había digerido la democracia ni la realidad de una España plurinacional donde no se podía negar el "soberanismo" o el "derecho a decidir". Y es que el Estado estaba en una circunstancia especial, en plena interinidad provocada por un "proceso de paz" constituyente.
"La paz" era el eslogan que movió a muchos hombres de buena fe, otros no tanto, que salieron a la calle. Mientras, algunos se dedicaban a escribir y hablar contra la Ley de Partidos, el PP y los medios que criticaban el camino de servidumbre emprendido por el Gobierno. Hubo toda una orquestación mediática y política para seguir la consigna del presidente. Las concesiones a De Juana Chaos se justificaron. Los desprecios a las víctimas del terrorismo se encontraron justos. La equiparación del PP con ETA al mostrar una mezquina equidistancia entre ambos estuvo a la orden del día.
Ahora la consigna ha cambiado. Los zapateristas han descubierto que el "proceso de paz" era el timo de la estampita, que el sobre sólo contenía papeles en blanco, y que los timadores, lejos de ser "hombres de paz", montaban "proyectos de zulo" y robaban pistolas. Y los españoles se han enterado antes de las elecciones. Por esto el líder ha cambiado la consigna: ahora sí hay que ilegalizar a ANV y al PCTV, ahora sí son franquicias de ETA-Batasuna. Los mismos políticos y medios que hablaban en mayo de 2007 de "Guantánamo electoral" ahora dicen, como el ocurrente ministro Bermejo, que se trata de aplicar con inteligencia la ley.
Pero esto ya lo habíamos visto. En la Rusia de Stalin, la palabra del dictador era recogida por millones de voces y lanzada a los cuatro puntos del universo. La opinión del Padrecito era la verdad, el resorte de las instituciones, el alimento de la propaganda. Y el eco era automático, casi inconsciente, capaz de moldear mentes, animar conciencias, fabricar argumentos. No importaba que sus palabras fueran contradictorias, ni estúpidas. Era, como escribió Raymond Aron, la disciplina de la mentira.
http://www.libertaddigital.com/opiniones/opinion_41606.html
viernes, enero 25, 2008
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