jueves 24 de enero de 2008
La desesperación en Gaza
HACE prácticamente dos años de la victoria de los extremistas de Hamas en las primeras elecciones en los territorios palestinos. Ayer, el gesto desesperado de miles de habitantes de la franja de Gaza huyendo a través de la frontera con Egipto representaba el fin de aquel proceso, sobre el que se quisieron sembrar esperanzas de paz. Por este camino, ni los palestinos, ni Israel, ni Hamas, ni nadie puede ir a ninguna parte. En su reciente visita a la zona, el presidente norteamericano, George W. Bush, dijo que confiaba en poder llegar a un acuerdo significativo para abrir las puertas a la proclamación de un Estado palestino antes del fin de su mandato, este mismo año. Siendo cierto que últimamente su Administración ha hecho un esfuerzo notable por ello, será muy difícil que sus deseos se cumplan si no se produce un cambio radical.
La condición pedida a Hamas era la renuncia a la violencia, y si alguna vez hubo una facción más moderada que pudiera estar dispuesta a aceptarla, ha quedado anulada por los hechos. Hamas ha confirmado que no está en la lista de organizaciones terroristas de forma gratuita, y que entre sus objetivos no figura una paz razonable. En dos años, la confianza que habían depositado en sus candidatos los votantes palestinos ha sido dilapidada en enfrentamientos intestinos y en mantener la llama de la guerra con Israel a base de cohetes criminales. El Gobierno israelí, por su parte, tampoco ha sabido contribuir con inteligencia a debilitar a los extremistas, sino que ha mostrado su complacencia mientras estos azuzaban la guerra civil contra Fatah y el presidente Abu Mazen, sin fijarse demasiado en que la población palestina se desangra, mientras tanto, en la pobreza y la oscuridad. Los castigos colectivos son tan rechazables como las actitudes que convierten a toda una sociedad en rehén de una política suicida. Hamas no es el único obstáculo para la paz, pero se ha convertido en uno de los principales y en el mayor proveedor de argumentos para los «halcones» de Israel. Si fuera técnicamente posible, la salida natural a esta situación deberían ser unas nuevas elecciones entre los palestinos que muy probablemente iban a confirmar que fue un error haber apoyado las tesis de un grupo terrorista empeñado en no dejar de serlo. Y, también, un cambio en la proyección diplomática de Estados Unidos y Europa. Tan cierto es que no hay solución posible sin la participación de las potencias del «cuarteto» como que no hay posibilidad de nada si no se consigue implicar de verdad a los países de la zona: Egipto, Arabia Saudí, Siria o Irán. No podrá haber paz en la zona si unos y otros no tienen en cuenta a los seres humanos que han de sobrevivir con sus decisiones.
http://www.abc.es/20080124/opinion-editorial/desesperacion-gaza_200801240320.html
jueves, enero 24, 2008
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