jueves, enero 17, 2008

Hermann Tertsch, Los consejos del enemigo

jueves 17 de enero de 2008
Los consejos del enemigo
HERMANN TERTSCH
Pocos fenómenos del discurso político y mediático actual son tan refrescantes, observados con prudente distancia, como los consejos que regularmente vierten con magnanimidad sobre la Iglesia católica quienes no son miembros de la misma y tienen la declarada vocación de que ésta deje de existir tal como es. No hay institución que reciba más consejos sobre cómo reconducirse y reformarse hacia la absoluta complacencia de sus enemigos declarados. Cuando se tiene algo de salud y buen humor, nada es tan hilarante como leer la retahíla de consejos que dan al Papa de Roma -da igual Juan Pablo II que Benedicto XVI, da igual el luchador polaco que el teólogo alemán- sobre lo que han de hacer para convertirse en una iglesia buena que le plazca a quienes -desde el laicismo radical y la militancia antirreligiosa-, ni son miembros de la misma ni quieren otra cosa que su destrucción. Cardenales, obispos o el propio Dios, -como decía ayer tan bien Ignacio Ruiz Quintano en estas páginas-, todos se ven sometidos a la recriminación o la terrible admonición por parte de aquellos que no creen en Dios, desprecian a la Iglesia Católica o abominan de todas las religiones y nunca han condenado los martirios a los que fueron sometidos los creyentes de fe diversa por el mero hecho de creer. Pero todos, periódicos, familias de artistas, Pepiños Blanco y comunistas asesinos jubilados tienen consejos para hacer del monstruo de la Iglesia católica una institución amable. También tienen consejos para el estado de Derecho. Y eso me preocupa mucho más. Porque el ánimo es el mismo.
La casualidad
Comprendo bien a mi amigo Arcadi Espada que considera que toda religiosidad es perversa y fuente de mal en esencia. También al tan jaleado nuevo gurú del ateísmo, Richard Dawkins, que cree un deber político y civil combatir lo que considera el pensamiento tóxico de la religiosidad y decreta que todo creyente es un absoluto imbécil y además peligroso. Hago memoria y recuerdo que los grandes dramas de la modernidad nos han llegado siempre de la mano de quienes han creído con fanatismo -para nada religiosos- que el ser humano, el individuo, es un producto de la casualidad, moldeable, intercambiable y prescindible.
Aun así, prefiero a mis amigos meapilas del ateísmo incondicional que a los cristianos socialistas y teólogos de no sé qué liberación que, en vez de montar un chiringuito por su cuenta con altar al Ché Guevara o a algún antropófago indigenista, insisten en hacerle una reforma posmoderna a la Capilla Sixtina. El Papa Ratzinger se niega a poner «gotelé» a los frescos de Miguel Ángel y ellos se cabrean. Sobre todo porque ignora sus lloros.
Teólogos del paleosocialismo
Escuchar a ciertos teólogos del paleosocialismo español y sus palmeros progresistas es escuchar a la mentira intercambiable. Sería un gran avance para la civilización que los demócratas electos en las sociedades libres, que han jurado defenderla, tomaran nota de cómo reacciona el Vaticano ante los consejos de los enemigos. Por desgracia, la sabiduría hoy parece intransferible.
En la I Guerra Mundial los soldados en el frente del Somme o Verdún intercambiaban consejos para escapar de los propios. En el Tajuña y Madrid pasaba otro tanto. También en Stalingrado y Berlín. Durante todo el siglo XX, el más sangriento en la historia de la humanidad, ese que los totalitarismos del nacionalsocialismo y el comunismo convirtieron en un infierno para millones, el hombre libre siempre recibía el consejo de rendirse.
Münzenberg
Editorial Ikusager publica la biografía de Willy Münzenberg, el más efectivo de los agentes comunistas en Europa. La autora es Babette Gross. El prólogo es nada menos que de Arthur Koestler. El epílogo es de un lúcido español: Antonio Muñoz Molina. Münzenberg, fue el más brillante creador del aparato generador de consejos al enemigo. Inventó la movilización manipulada: asociaciones pacifistas, actores por la paz, escritores contra el fascismo. De vivir hoy, viajaría en primera clase con billete de la SGAE o de la Alianza de Civilizaciones, esos nietos de Willy cuya inútil, tóxica y placentera estancia en Madrid pagamos ustedes y yo.

http://www.abc.es/20080117/opinion-firmas/consejos-enemigo_200801170243.html

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