miercoles 1 de agosto de 2007
En torno al apagón eléctrico
POR PEDRO RIVERO TORRE
AUNQUE sólo sea para que no parezca silencio culpable, creo que merece la pena alguna reflexión desde el lado de la empresa sobre el apagón eléctrico en Barcelona, complementaria de las múltiples que en estos días se están produciendo desde las distintas ópticas de los clientes y/o las administraciones.
En primer lugar, hay que tener en cuenta que se ha tratado de un «accidente» y que debería ser tratado como tal. Es decir, la caída de un cable por razones aún no conocidas y, por tanto, sin poder establecer responsabilidades todavía, si es que las hubiera, o si se trata de un hecho fortuíto no previsible y, por tanto, no culpable. En segundo lugar, este accidente, como ha dicho ya REE, es de los que tienen consecuencias más graves en cualquier sistema de transporte y distribución de energía eléctrica, por muy buenas que sean las redes existentes.
En tercer lugar, es un accidente de muy escasa probabilidad de ocurrencia y, por ello, prácticamente imposible de prever, ya que, como es conocido, la seguridad total no existe, puesto que el coste de evitarlo sería infinito. Todo lo anterior no quiere decir que los propietarios suministradores y las administraciones responsables, no deban de hacer frente a las consecuencias que se deriven de dicho accidente, como ocurre en todos los demás negocios.
Las Administraciones han optado por asumir sus responsabilidades y abrir el correspondiente expediente informativo para aclarar lo sucedido y, en su caso, incoar expediente sancionador en función de las responsabilidades de cada cual. Anticipar, por tanto, lo que pueda derivarse de ese expediente, carece de sentido y podría calificarse como mínimo de oportunista o frívolo.
Pero ¿y las empresas? ¿qué deben hacer? Pero, también, ¿qué han hecho?
En primer término, intentar solventar cuanto antes el problema y restablecer el servicio. Todo el personal disponible (más de 1.000 técnicos y operarios entre REE y FECSA-ENDESA) ha estado ocupado desde el momento de producirse el accidente, trabajando las 24 horas del día, reparando instalaciones, tendiendo un nuevo cable, aportando y conectando más de 200 transformadores, con ayuda además del Ejército, dada la magnitud del problema y el deseo de solucionarlo cuanto antes. Fruto de estos esfuerzos fue el hecho de haber comenzado la reposición, parcial primero y total después, del servicio en tiempos que son considerados como récord por los técnicos de Europa, dadas las graves consecuencias del siniestro y las características de la zona en la que se produjo, pero también teniendo en cuenta la demanda de energía existente en ese momento.
En paralelo, iniciar inmediatamente el expediente informativo y técnico interno, recopilando todos los datos correspondientes a suministro, tensiones, comportamiento de las protecciones, etc, con la doble finalidad de establecer las causas, para aportarlas a los expedientes abiertos por las autoridades, y analizar al mismo tiempo los comportamientos de las líneas, para evitar situaciones análogas en el futuro, como se establece siempre de acuerdo con los protocolos de análisis, no sólo en las empresas españolas sino también en las europeas.
En tercer lugar, adoptar los acuerdos necesarios para contratar por más de 70 millones de euros, las nuevas instalaciones que servirán a las incendiadas.
En cuarto lugar, poner en marcha inmediatamente el proceso de indemnizaciones a los clientes por los daños ocasionados, independientemente de lo que puedan resultar, en su día, de los procesos judiciales que, en su caso, si puedan incoar.
Es evidente que todo puede hacerse mejor y que la excelencia es exigible, máxime cuando se trata de un servicio esencial; pero no es justo ni corresponde a la verdad establecer comparaciones con otras situaciones u otros países, con los que la red española es perfectamente comparable y, en muchos aspectos, con ventaja.
En los últimos años se vienen haciendo inversiones anuales en España que superan los 3.000 millones de euros en transporte y distribución, para atender tanto al mantenimiento, reposición y mejora de líneas y subestaciones, como para hacer frente al fuerte crecimiento de la demanda y a la adecuada evacuación de las energías generadas en nuevas instalaciones clásicas o renovables, de acuerdo con lo estimado o lo necesario en la programación de redes, aprobadas por el Gobierno y el Parlamento. Están pendientes, por otro lado, algunas inversiones altamente necesarias, como, por ejemplo, la interconexión con Europa a través de Francia, con retraso de más de 15 años en las autorizaciones internacionales, como ha reconocido la propia Comisión Europea al declararlas prioritarias este año.
Entendemos que si bien es preciso asumir las responsabilidades que correspondan, también parece justo reconocer los esfuerzos realizados.
miércoles, agosto 01, 2007
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