domingo, agosto 12, 2007

Navarra sale de tunel

domingo 12 de agosto de 2007
Navarra sale del túnel
MIGUEL Sanz ha logrado por fin la confianza del Parlamento foral y será presidente de Navarra por cuarta legislatura consecutiva. Como primera providencia, es digno de recordarse que UPN ganó las elecciones con clara ventaja, mejorando sus resultados respecto de convocatorias anteriores. Por tanto, no es lícito afirmar que la investidura es producto de maniobras o pactos ajenos a la voluntad de los ciudadanos. Todo lo contrario: si la regla básica de la democracia consiste en que «la mayoría, gana», es evidente que ésta era la única solución aceptable. El tortuoso proceso previo a la votación de ayer en Pamplona sólo refleja los cambios de criterio del PSN, sacrificado por el oportunismo político de Ferraz y víctima de sus propias contradicciones internas. Habría sido mejor para todos, incluido el dimitido Fernando Puras, que la solución que ha prevalecido finalmente se hubiera adoptado desde el primer día. Una vez más, los únicos beneficiados de la crisis han sido los nacionalistas, que han logrado un protagonismo muy superior al que corresponde a su fuerza real en las urnas. El gran perdedor es el PSN, con una crisis agravada por la dimisión en bloque, primero, de los dirigentes de las Juventudes del partido y, ayer mismo, de destacados miembros de su Ejecutiva regional.
El centro-derecha gobierna de nuevo en Navarra y ésta es una buena noticia para la España constitucional, en la medida en que UPN mantiene una postura inequívocamente foralista. Sin embargo, Miguel Sanz va a encabezar un Ejecutivo en situación precaria, porque los socialistas distan mucho de estar convencidos y los nacionalistas continúan al acecho. Zapatero actúa movido por objetivos puramente electoralistas. Con las generales a la vista, no le conviene al PSOE dar pistas inequívocas sobre su objetivo de modificar el modelo territorial vigente. Para el presidente del Gobierno, Navarra es un sacrificio táctico y provisional. Se trata de quitar argumentos a la oposición y de ofrecer una imagen de firmeza aparente frente al nacionalismo, pero sería absurdo engañarse: el objetivo final no ha cambiado y nadie ha querido garantizar que el PSN renuncia a una moción de censura cuando cambien las circunstancias. El nuevo Gobierno foral deberá actuar con la máxima prudencia y con habilidad estratégica para no ofrecer pretextos a los socialistas. En especial, debe convencer a la opinión pública de que, a día de hoy, ninguna otra fórmula política garantiza que se mantenga el estatus actual de Navarra, que deriva de un amejoramiento del Fuero, adaptado a la tradición histórica y a la realidad social.
Navarra es y será un objetivo irrenunciable para los nacionalistas vascos. NaBai intenta ofrecer una imagen moderada, pero su horizonte es muy definido: la incorporación del viejo reino al proyecto panvasquista, identitario y anacrónico. La España constitucional gana por ahora en el contexto de una situación transitoria, pero las expectativas no invitan al optimismo. Los socialistas navarros se han limitado a «obedecer» a Ferraz, pero se han escuchado entre ellos muy pocas voces en defensa del foralismo. El mensaje es nítido: el PSN ha sido incapaz de repetir el «montillazo», pero sus planes no pasan por establecer una relación de confianza con UPN. En definitiva, lo ocurrido en el Parlamento Foral ayer fue el reflejo de la impotencia política y no de la convicción sobre los argumentos de fondo. A partir de ahora, cualquier concesión al nacionalismo será errónea e insuficiente. Sólo la firmeza en los principios y la habilidad en las estrategias permitirán a UPN y a sus socios mantener el Gobierno y convencer a los ciudadanos de que sólo una mayoría absoluta garantiza hoy día que Navarra conserve su personalidad propia. A escala nacional, la opinión pública ha tomado buena nota. El proceso de investidura en Navarra es la consecuencia de la extraña aventura que Zapatero ha emprendido para modificar el modelo territorial que establece la Constitución, aunque por ahora le convenga más dejar las cosas como están.

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