jueves, agosto 16, 2007

Inocencio Arias, El sprint hacia el Artico

jueves 16 de agosto de 2007
El sprint hacia el Ártico Inocencio Arias

Cuentan que cuando a principios de la Edad Moderna el Papa, a raíz de la hazaña de Colón, publicó una bula por la que adjudicaba los territorios por descubrir a las Coronas de España y Portugal, el monarca francés, que se había quedado fuera del reparto, comentó con sarcasmo que le gustaría ver la parte del testamento de Adán en la que se basaba tal concesión.
La carrera colonizadora de aquella época encuentra un paralelismo en estas fechas en el sprint igualmente interesado hacia el Ártico que inició Rusia hace un par de semanas depositando una bandera en el fondo del mar cerca del Polo Norte y reivindicando así la posesión de una franja importante de la tierra. El fervor ruso tiene una explicación sin ribetes evangelizadores: el deshielo creciente de la zona y el progreso tecnológico posibilitan ahora la explotación de los recursos que esconde. Un estudio noruego calcula que el 25% de las reservas por descubrir de petróleo y gas en el mundo se encuentran allí.
El aldabonazo ruso ha producido(“cagueta el último”) fulminantes reacciones. El Primer Ministro canadiense, Stephen Harper, se ha apresurado a viajar a la zona y a anunciar que su país va a construir allí un importante puerto. Entra en escena Dinamarca, su Ministro de Tecnología, remedando al rey francés de finales del XV, espeta que “por muchas banderas que plantes y muchos Ministros que envíes esto no te da ningún título”. Dinamarca, gracias a la cadena montañosa Lomonosov que corre 2.000 kilómetros por debajo del mar y que arranca de Groenlandia, también dice que hay que contar con ella. Estados Unidos, a través de Alaska, y Noruega, serán los siguientes.
Finlandia y Groenlandia también querrán su trozo de tarta.
El derecho del mar otorga a las naciones los recursos, pesca, minerales, etc… que se encuentran situados a 200 millas de sus costas con la posibilidad de reclamar los que se encuentran más allá de esa distancia si se demuestra que el lecho del mar es una extensión de la plataforma continental de un país. En esto se basan las pretensiones de estos países.
La voracidad por llegar al Ártico tiene, pues, abundantes motivaciones económicas —a sus riquezas se une el hecho de ser una ruta marítima importante— así como militares e incluso ecológicas. La explotación de sus recursos puede tener efectos no beneficiosos sobre el medio ambiente. Esto lleva a algunos a decir que el tema no debería ser sólo negociado por los países limítrofes. La frase del monarca francés sigue, por lo tanto, de actualidad.

No hay comentarios: