lunes, agosto 13, 2007

Factores del cambio climatico

lunes 13 de agosto de 2007
Factores del cambio climático
MERECE una seria reflexión la información publicada por ABC acerca del estudio sobre el cambio climático elaborado por una prestigiosa institución del Reino Unido. Un nuevo modelo científico para medir los efectos de dicho cambio anuncia un calor sofocante a partir de 2009. El verano actual está ofreciendo ya fenómenos excepcionales, entre ellos, temperaturas asfixiantes en el este de Europa, deshielo en el Ártico o inundaciones extraordinarias en Inglaterra. Así como los monzones que están asolando otras zonas de la tierra. Si bien las consecuencias son similares a las predicciones de otros estudios, es muy llamativo el planteamiento que hacen los científicos de Exeter sobre las causas del problema. Nos hemos acostumbrado a una explicación unilateral de los fenómenos ecológicos culpando de todos los males al factor humano. Cierto fundamentalismo ecologista, aliado con posiciones políticas anticapitalistas, ha convertido a las empresas multinacionales, a las emisiones de CO2 y, en general, a los gases de efectos invernadero en responsables únicos de la destrucción del planeta. No es éste el mejor camino para la llamada «teoría política verde». El necesario toque de atención sobre un problema de interés universal pierde buena parte de su eficacia si se convierte en la expresión de un radicalismo con escaso eco en la opinión pública.
El estudio referido pone el énfasis en el factor natural del cambio climático. Los seres humanos exageramos a veces nuestra capacidad para determinar los acontecimientos que afectan a la naturaleza. Es probable que determinados hechos no puedan ser alterados por la voluntad del hombre, sino que obedezcan a elementos que se sitúan más allá del eventual control político de las emisiones que contaminan el aire y los océanos. Hay dudas entre los científicos más prestigiosos acerca del supuesto carácter irreversible de una situación que se agrava por momentos. Queda claro, por tanto, que los Gobiernos deben prestar atención muy seria a estos asuntos, aunque sólo sea por su propio interés. En el caso de los océanos, podría producirse una alteración de las grandes rutas del transporte marítimo mundial y de la explotación de los recursos marinos. Este último tema -que la comunidad internacional ha intentado regular, con éxito relativo, a través del convenio de Jamaica de 1982- conduce a un serio enfrentamiento entre países que disponen de alta tecnología y países en vías de desarrollo. No obstante, hay que insistir en que no se trata de una película de «buenos» y «malos», y que no es aceptable echar la culpa a las industrias en nombre de una supuesta pureza naturalista. El planeta tiene sus propias leyes de funcionamiento a largo plazo y es imprescindible conocerlas con rigor para actuar en lo posible sobre las causas. Sería absurdo cerrar los ojos a la realidad porque, en materia de medio ambiente, el futuro ya ha llegado y no podemos permitirnos el lujo de trasladar el problema a las generaciones futuras.

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