jueves, agosto 02, 2007

Decision inaplazable

Decisión inaplazable
03.08.2007 -

El repentino giro protagonizado por el Partido Socialista de Navarra (PSN) para tratar de encabezar un Ejecutivo de cambio con Nafarroa Bai e IU no sólo amenaza con abrir una seria quiebra entre el partido de Chivite y Puras y la dirección federal, sino que está agravando de manera difícilmente sostenible la incertidumbre que pesa sobre la gobernabilidad de la comunidad foral desde las elecciones del 27 de mayo. Las palabras del presidente Rodríguez Zapatero, constatando que la ejecutiva del PSOE escuchará hoy «las razones» de sus compañeros navarros antes de tomar una decisión que le compete, pueden interpretarse como un gesto de consideración hacia aquéllos que, tras aprobar por unanimidad el pacto con los nacionalistas, se arriesgan a verse desautorizados por Madrid. Pero sea cual sea la resolución final, la zigzagueante negociación llevada a cabo por el PSN ha dejado en entredicho la capacidad de liderazgo y arrastre que ha intentado demostrar asumiendo el peso de los contactos, pese a haber quedado relegado a tercer partido de la comunidad. Esa endeblez negociadora se ha visto alimentada por la confusa actitud de Zapatero y de los dirigentes del PSOE hacia la pretendida autonomía de sus correligionarios. Es una evidencia que el temor de la ejecutiva federal a la repercusión electoral de la alianza con una coalición que aúna al nacionalismo institucional con los escindidos de la izquierda radical se contrapone a la necesidad del PSN de recuperar poder tras años de escándalos y oposición. Los condicionantes de la negociación afloraron desde el comienzo. Y eran conocidos por unos y otros.El hecho de que los ciudadanos navarros no otorgaran una mayoría incuestionable a ninguna formación no significa que no se pronunciaran el 27-M con un mandato nítido. Las urnas certificaron la solidez del respeto al marco jurídico e institucional vigente, sustentado en la Constitución y el Amejoramiento del Fuero; pero también el cuestionamiento de las proclamas tremendistas que vinculan la legítima posibilidad de cambio a una supuesta cesión a las pretensiones del terrorismo de ETA. Con su voto, los ciudadanos vinieron a restar excepcionalidad al acre debate partidario sobre el futuro político de Navarra. Sin embargo, el dilatado y cambiante proceso negociador para alumbrar el nuevo Gobierno está avivando de manera perniciosa esa excepcionalidad, que podría acabar teniendo su expresión más anómala en la repetición de las elecciones. El aturdimiento que soporta la ciudadanía no sólo urge a los socialistas a despejar ya el sentido de su decisión definitiva, sino que están obligados a evitar que sus discrepancias internas ahonden la zozobra por la falta de gobernabilidad. Una responsabilidad que también compete a UPN y a NaBai, que deberán sobreponerse a la tentación de promover unos eventuales nuevos comicios para beneficiarse de las dificultades del PSN.

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