jueves, agosto 23, 2007

Ciudadano en Weimar

viernes 24 de agosto de 2007
Ciudadano en Weimar
Los portavoces del Gobierno suelen citar, en defensa de la nueva asignatura de educación cívica, ciertas experiencias europeas. No debería olvidar, por lo mismo, el caso histórico de G. Kerschensteiner, pionero de las concepciones basadas en este tipo de educación. Esto sí: el recuerdo resulta muy amargo.
Para esta figura liberal, quizás la más eminente de la pedagogía contemporánea, el ideal educativo era la formación de ciudadanos que deberían tener como tarea ética la defensa del Estado democrático. A partir de 1895 se dedicó a convertir las escuelas de Munich en centros de instrucción cívica, con tanto éxito que en 1906 consiguió que se creara un octavo curso en primaria, dedicado a tal fin. Alentó, asimismo, el movimiento conocido como «comunidades de trabajo» cuya organización descansaba en los alumnos sin apenas intervención de los profesores. Muy criticado por los socialistas por su radical individualismo, sus teorías fueron reconocidas en Budapest, Praga, Estocolmo, Londres... En 1924 le incorporó a su claustro la Universidad de Munich. Daba sus clases en un clima de simpatía, casi de euforia. La publicación de su monumental «Teoría de la Instrucción» hizo decir a Spranger que era el primer pestalozziano de la época. Cuando murió en 1932 ya estaba en pie, amenazador, el Leviatán contra el que había dedicado su vida. Con él se iban a derrumbar todos sus trabajos, nada iba a quedar de él como espíritu libre dedicado al cultivo de espíritus libres, defensor hasta la exquisitez, casi hasta el aristocraticismo, de la Constitución de Weimar: ciudadanía y Estado constitucional democrático -decía- son conceptos equivalentes; de nada vale repartir ejemplares de la Constitución si no es entendida como forma de vida. Algo básico, sin embargo, había fallado en su entorno, en su propia Baviera, que él no había detectado la catástrofe, él que se había dedicado a luchar contra sus causas. Quizá había centrado sus temores más en los Leviatán proletario y monárquico que en el laico y republicano; quizá no había caído en la cuenta de que los valores básicos no deben confiarse a la escuela con olvido de la familia y de la religión.

1 comentario:

Mary Whiteflower dijo...

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