miercoles 6 de junio de 2007
ETA
Rodríguez al sótano de la historia
Rodríguez, haga balance de lo suyo: la ETA rearmada, dueña de la agenda política española, legitimada por las renuncias morales de los patxinadies y, por fin, liquidando un proceso para abrir otro.
Juan Carlos Girauta
Mantenerse firme en principios y valores procura sinsabores las más de las veces, pero evita al político el ridículo y la caída fatal a los sombríos sótanos de la historia. A uno de ellos ha ido a parar el aún presidente Rodríguez, cuyo partido, por boca de Blanco, osa exhibirse tras el comunicado de la ETA halagando a su líder por haber intentado la paz y, agárrense al asiento, por haberlo hecho con transparencia. La transparencia de las veinticinco reuniones con los terroristas, supongo. La transparencia de jugar a las cartas en dos mesas: la del Gobierno Aznar, proponiendo el pacto por las libertades, y la mesa del hampa.
Opacidad, Pepiño, es la palabra. Opacidad comprensible en quien ha resuelto engañar de tal modo al Estado de Derecho. Tiene miga que los socialistas, precisamente, se hayan hartado de acusar al PP de hacer política con el terrorismo.
A quien ha mantenido sus principios le basta con insistir en la única línea que se ha mostrado eficaz contra el terror: transmitir a los encapuchados el mensaje claro e inamovible de que jamás obtendrán rédito político alguno con sus actos, de que su "lucha" acabará en largas condenas y en repudio social.
Se trata de un mensaje y de una actitud que ya habían calado, reduciendo a la ETA a su peor situación... hasta el día en que Carod, siendo presidente en funciones de la Generalidad, les ofreció en Perpiñán su botella de oxígeno, les concedió la iniciativa política de la tregua catalana y configuró la estrategia que había de unir los destinos de socialistas y separatistas, armados o no.
Fue la estrategia del modelo tripartito, que tanto mal ha hecho a Cataluña. La izquierda toda, por encima de sus ideas nacionales o antinacionales, preveía extenderla con el tiempo al País Vasco. Un plan que no iba sólo contra el PP. También dejaba fuera de juego a CiU en Cataluña y al PNV en el País Vasco. Sólo una estúpida inercia y varios lustros de convencida pedagogía del odio impidieron a Mas e Ibarretxe percatarse de su alineamiento moral con quienes iban a liquidarlos. Se han equivocado de enemigo, pues al fin su supervivencia va a depender de su capacidad de entenderse con el PP. Eso sí, bajando los humos. O eso, o nada.
Rodríguez, haga balance de lo suyo: la ETA rearmada, dueña de la agenda política española, legitimada por las renuncias morales de los patxinadies y, por fin, liquidando un proceso para abrir otro. El proceso que muere deja como legado la normalización del debate territorial y autodeterminativo. El que empieza es el que le envía a usted, presidente, al sótano de la historia. Y el que tendrá que arreglar el PP.
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