lunes, junio 04, 2007

Juan Carlos Girauta, Cuadros

martes 5 de junio de 2007
Paisaje postelectoral
Cuadros
Voy a la inversa simetría con el cuadro socialista. Si allí un perdedor se marchaba y un personaje se reafirmaba, aquí sucede exactamente lo contrario. Piqué, perdiendo, quiere ir a más.
Juan Carlos Girauta

Conviene al analista en ocasiones entornar los ojos para captar la esencia; como el pintor enfrentado al desafío de acotar la complejidad de lo real, que es tridimensional y multicolor. Procedo: del paisaje socialista que han dejado las lluvias del 27-M destaca la tristeza. Algo que se mueve entre un naufragio y una desesperación: Turner o Munch, según la magnitud de la tragedia. Escojo dos elementos que hablan bien del PSOE: un hombre que se marcha y otro que se afirma y refuerza sus líneas. Son Simancas y Bono.
Es cruel hacer leña del esforzado madrileño, obligado a medirse con el mejor político (política) de España. Pierde por goleada, y se va. Sería zafio ensañarse con quien hace lo que debe. En cuanto a Bono, representa un impulso figurativo en el desdibujamiento zapaterino, resumido en la disolución de principios y valores, en la invencible tendencia a la abstracción y a la nada. Comprende don José la necesidad de imponer un par de trazos con significado: que en Navarra gobierne UPN, que De Juana vuelva a la cárcel.
El otro cuadro corresponde al PP. De nuevo hay que entornar los ojos en busca de la esencia. Sus colores son vivos y alegres, pero a la vez transmite una tensión secreta, una inquietud. Pienso en Chagall: Doble retrato con copa de vino. Él viste chaqueta en carmín de garanza y alza una copa de vino. Ella luce amplio escote y medias moradas. De acuerdo, es festivo... pero, ¿qué hace él subido a los hombros de ella, tapándole con la mano el ojo derecho? ¿Y por qué el cielo, a sus espaldas, se deshace en fatídicos ocres?
Creerá el malpensado que se trata de Gallardón aprovechando uno de sus saltos en el balcón de Génova para subirse encima de Esperanza y abatirla. Voy más allá. Voy a la inversa simetría con el cuadro socialista. Si allí un perdedor se marchaba y un personaje se reafirmaba, aquí sucede exactamente lo contrario. Piqué, perdiendo, quiere ir a más. Un ser extraño sobrevuela la escena. Apenas cuenta en el cuadro del triunfo. Los observadores se desconciertan. Temen que acabe confundido con el incierto fondo amenazante.
Me inclino por Chagall frente a Turner o a Munch, pero Dios mío, qué miedo dan ciertas celebraciones.

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