miércoles, junio 06, 2007

Flonrencio Dominguez, Exitos parciales

miercoles 6 de junio de 2007
Éxitos parciales
FLORENCIO DOMÍNGUEZ

Cada vez que ETA se ha planteado una negociación con el Gobierno no lo ha hecho confiando en que en esa ocasión el ejecutivo de turno fuera a reconocerle sus pretensiones políticas, aunque no perdiera la oportunidad de airear y reclamar esas pretensiones. ETA se sienta en una mesa no con la idea de cerrar un acuerdo definitivo, sino con la convicción de que cuando se levante de ella estará en mejor posición que al inicio de las conversaciones.Para ETA cada proceso de diálogo es la oportunidad de avanzar posiciones, de ganar unas trincheras, no de ganar la batalla final. Esa posición se aprecia cuando se ven los balances que hace de las experiencias negociadoras pasadas. Argel fracasó, pero la organización terrorista se levantó de la mesa considerando que el principal logro había sido que el Gobierno español reconociera que ETA era «un interlocutor político con el que había que negociar la solución del conflicto».También fracasó el proceso de 1998, que tuvo como interlocutores de ETA al PNV y a EA, pero la banda terrorista se dio por satisfecha al conseguir que «el debate político se situara en otro estadio: Euskal Herria como sujeto político, el derecho de autodeterminación y la territorialidad». ETA ve que después de aquella tregua, aunque se rompiera el proceso, la actitud del nacionalismo vasco se radicalizó e, incluso, se jacta de que el plan Ibarretxe fue una respuesta a las propuestas de ETA al PNV.Ahora acaba de fracasar otra tregua y otro proceso de negociación y todavía no sabemos cuáles serán los asientos que ETA apunte en la columna del haber. Tal vez sea que, por primera vez, un Gobierno aceptó una negociación sobre las cuestiones políticas que interesan a ETA bajo la sombra de las armas, aunque al final no hubiera acuerdo. Tal vez se jacte de que ha conseguido romper la unidad que se había forjado en torno al Acuerdo por las Libertades y contra el Terrorismo y de que ha provocado una quiebra importante en la sociedad española. Tal vez sólo presuma de haber conseguido que Batasuna sacara la cabeza por encima del agua de la ilegalización sin haber renunciado al terrorismo. ETA ha estado paralizada durante unos meses y ahora anuncia atentados sistemáticos. Probablemente, a muchos ciudadanos les parecerá que pasa de la paz a la guerra, pero la banda terrorista define la tregua como «un recurso político y militar» (sic) que utilizará como «elemento auxiliar o impulsor de un proceso». La tregua no es para ETA un camino hacia la paz.Una vez rota la tregua, vuelve la actividad terrorista ordinaria, los atentados y las amenazas. Durante el alto el fuego, ETA ha mantenido operativa toda su estructura realizando las funciones habituales, salvo atentados. Ha efectuado tareas de reclutamiento, ha adiestrado a los nuevos activistas, se ha aprovisionado de armamento y material, ha extorsionado a los empresarios, ha organizado comandos, ha recogido informaciones sobre objetivos para atentar más adelante contra ellos y ha renovado a sus cuadros dirigentes cuando se han producido detenciones.La maquinaria terrorista está lista para entrar en acción, a pesar de que en los últimos meses ha experimentado algunos tropiezos. Ocurrió el 23 de diciembre, cuando la Ertzaintza, al localizar un zulo de Amorebieta, identificó y puso en fuga a un comando de ETA que operaba en Vizcaya. Ocurrió el 25 de enero, cuando el Cuerpo Nacional de Policía capturó a un etarra en Port Bou que se disponía a organizar un comando en Valencia. Ocurrió el pasado mes de marzo, cuando la Guardia Civil desarticuló al 'comando Urederra' que encuadraba a una veintena de miembros y colaboradores preparados para atentar. Y ha ocurrido con las detenciones llevadas a cabo por la Policía francesa y la británica en los meses pasados.ETA volverá a atentar -y, desgraciadamente, quizás también a matar-, pero al mismo tiempo seguirá asegurando que tiene voluntad negociadora y que son los otros, el Gobierno, el PNV, los demócratas, los culpables de que ellos vuelvan a las armas. Es posible que haya quien piense que algo ha pasado en estos meses dentro de ETA y que los «duros» se han impuesto una vez más a los que querían abandonar las armas, pero lo cierto es que en ningún momento ha habido un indicio de que la banda se hubiera planteado renunciar a la violencia. De la misma forma que la tregua fue una decisión de toda ETA, la ruptura lo es del conjunto de la organización terrorista. Hay que asumir esa realidad aunque sea más complaciente pensar que había la posibilidad de que ETA fuera a renunciar a las armas. f.dominguez@diario-elcorreo.com

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