lunes, marzo 05, 2007

Pablo Mendez, Politica de crispacion

martes 6 de marzo de 2007
Política de crispación
PABLO MÉNDEZ GALLO /SOCIÓLOGO Y DOCTOR EN FILOSOFÍA

Representa, mejor que ninguna otra, la palabra de la presente legislatura: crispación. Una palabra sonora, que remite a una contracción, torcedura, ondulación, a un rizado (del latín, crespus), como un crep o crêpe cuando es vertido a una sartén bien caliente. Un concepto sonoro y visual, cargado de fuerza, que implica tensión en un frágil equilibrio, como el rizo del cabello (crespo) que parece desafiar a la ley de la gravedad. Ley que también se puede considerar característica de esta legislatura de la que hablamos; según se define, «la gravedad es la fuerza de atracción mutua que experimentan dos objetos con masa» (Wikipedia). Y es que aparte de lo graves, en sentido laxo, que se puedan considerar los principales temas que dominan estos tres últimos años de la política española, uno está inclinado a pensar que dicha ley aporta un elemento interesante para comprender este estado de (des-)ánimo que parece instalarse por doquier. Me refiero a la 'atracción mutua' que menciona dicho principio newtoniano y que provoca el encuentro entre dos objetos.La cuestión que me surge es la siguiente: ¿Responde este estado de crispación a una estrategia, más o menos estructurada, de los dos partidos mayoritarios ('objetos con masa') para captar y mantener la atención de un público necesitado de sensaciones fuertes, y así evitar el zapping político? Todos sabemos, sin necesidad de grandes estudios, que lo que atrae la atención de los espectadores de los programas de tele-realidad son los alborotos, los gritos, los enfrentamientos, las peleas y las conjuras; todo aquello que, en condiciones normales, nos hace peor personas, pero que nos engancha como telespectadores. No nos imaginamos un Gran Hermano de paz y armonía, sin golpes bajos, sin miserias humanas, como no nos imaginamos a Supernanny acudiendo a una casa de niños-modelo, obedientes y disciplinados, que tocan el violín a los tres años; ¿se imaginan un telediario sin guerras ni accidentes, tránsfugas o inundaciones, cohechos o Prestiges? Las estrategias del marketing nos hablan de fidelizar al cliente, atraerlo y mantenerlo, hacer atractivo el producto. Y, sin embargo, la política pierde clientela incesantemente. Las explicaciones meteorológicas de los sociólogos de guardia ya no son suficientes para justificar el descrédito del mandarinato político, de esta clase ociosa y ostentosa que es la política, en un mundo de incertidumbre global. Si la gente no vota en Galicia, ya no vale excusarse en que han marchado a la playa en masa o se resguardan en el hogar de la antidemocrática borrasca. Tampoco se puede achacar a la bonanza de las economías domésticas, patrimonializadas, sí, pero endeudadas hasta las cejas. La pérdida de interés por la política ya no es coyuntural, no se trata de que tal o cual estatuto no atraigan interés suficiente. Digamos que la situación se va cristalizando, el problema deviene estructural y los partidos políticos necesitan nuevas estrategias para no perder más legitimidad.Aquí es donde entra en juego la Ley de la Gravedad (de la Gravitación Universal) que, recordemos, habla de la 'fuerza de atracción mutua que experimentan dos objetos con masa'. Esto es, más allá del dicho popular sobre la atracción de los polos opuestos -en este caso, PP y PSOE-, podemos hablar de una estrategia, similar a la empleada por los mencionados programas de tele-realidad, en la que alimentar las más bajas pasiones representa la mejor forma de mantener la atención del público. El caso del referéndum para la aprobación del Estatuto de Autonomía de Andalucía es paradigmático: ¿A quién le apetece participar de un programa que no da espectáculo, donde no hay grescas, posiciones irreconciliables, grandes reproches e insultos, y del que además se conoce el final de forma anticipada?Pues bien, asistimos a una nueva forma de hacer política, basada en la crispación, y que se supone atraerá una suculenta cuota de pantalla o índice de audiencia. En este contexto se produjeron las últimas elecciones generales, en este mismo contexto se van a celebrar las próximas elecciones autonómicas y locales y, muy probablemente, en este contexto se celebrarán las próximas elecciones generales. El mismo contexto que estimula las posiciones mediáticas -con Jiménez Losantos como mascarón de proa-, a la Iglesia 'catódica', a los diferentes colectivos de víctimas de los diferentes terrorismos, a los hipotecados, a los prevaricados, a los OPAdos, a los condenados no atenuados, a los corruptos perseguidos, a los fiscalizados, a los precarizados, a los despedidos En definitiva, que en este país el que no se crispa es porque no quiere, pues ocasiones no le faltan.Pero, ¿es realmente necesario recurrir a esta bajeza pseudo-comercial para mantener el interés de una praxis política cada vez más desfasada respecto a los requerimientos del electorado? Si estamos de acuerdo en que el ejercicio de la política está inextricablemente unido al mundo de la televisión, en tanto que principal vehículo para la difusión del mensaje, ahora los candidatos sólo hablan para las cámaras y no para las personas, conciben a los electores como espectadores que no saben lo que necesitan, hacen del barro el escenario para el parlamento de las ideas, sus discursos-guiones buscan la visualización de la bilis y las manifestaciones se programan cada sábado, sustituyendo el programa de José Luis Moreno.Entiendo que la 'atracción mutua' en la que se han instalado los principales responsables de la política de este país, reforzando el bipartidismo nacional -corriente alterna- con regionalismos de soporte, ha hecho del ruido la principal baza para la distracción de las conciencias, para la anulación de la palabra (política), para encastillarse en sus malversadores despachos a programar políticas de brillantina y rebajas. Nosotros cabreados y ellos ¿tan contentos! Pues como dice Silvio Rodríguez, «la palabra es de ustedes; me callo por pudor».

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