domingo, marzo 11, 2007

Mariano Rajoy, de lider de un partido politico a lider de la nacion

Mariano Rajoy: de líder de un partido político a líder de la nación
Santiago Abascal
Sin siglas del PP, sumergido en un agitado mar de banderas nacionales, ante una gigantesca multitud emocionada, convocó a todos los españoles "por encima de diferencias ideológicas".

12 de marzo de 2007. El 10-M cristalizó el mayor éxito, el más noble acierto, del Partido Popular desde su fundación. Un partido generoso que este sábado supo disolverse en la nación toda, fundiéndose en ella, liderando al conjunto de los españoles, recuperando el denostado orgullo del ser español, con un Rajoy clarividente que supo renunciar a la simbología de partido, al discurso partidario, a las razones de parte, para que cobrará protagonismo la simbología de todos, el discurso de la nación, las razones de España frente al terrorismo, frente a la injusticia y frente a la claudicación. La nación en pleno, no la derecha, anegó la calle. Fue un éxito colectivo del pueblo español en demanda de justicia, en favor de sus víctimas, en contra de sus enemigos terroristas y del gobernante más nefasto desde Fernando VII. Únicamente los sectarios y partidistas no lo quieren ver: ha sido la Nación –no sólo un partido- la que ha salido a la calle y ha sido el líder de un partido el que se ha convertido en un líder de la Nación, en la encarnación humana de una esperanza para los españoles. Porque Mariano Rajoy ha hecho el gesto de su vida, ha tomado una decisión histórica, ha pronunciado el discurso exacto, en el lugar necesario, en el contexto oportuno y ante la multitud imprescindible: ante la Nación española. Y ha convocado a todos a la recuperación del consenso nacional, con la gente, con los españoles. Y nos ha llamado solemnemente a "defender la Nación española" por encima de diferencias ideológicas. A esa tarea noble, desprendida, ineludible, decimos que sí, porque Rajoy ha materializado la más importante tarea del PP en su historia: la de liderar el despertar nacional de los españoles, la conciencia de ser de un pueblo, la identificación entre España y la libertad, entre España y la justicia. El PP ha cambiado, la sociedad española ha cambiado, ya no hay vergüenza de ser españoles, ya no hay complejos, ya no se ocultan las banderas nacionales de los actos públicos. Ahora las plazas se llenan de enseñas españolas, los balcones se atestan, las mareas rojigualdas inundan Madrid, anegan España, una semana sí y otra también. Y el único partido nacional renuncia a sus símbolos para disolverse en la nación, para representarla, para rescatarla, para llevarla al Gobierno de España, para reconciliarla con sus instituciones. Porque ya no hay gobierno, ni secta partidista, ni grupo mediático que absorba o amortigüe rechazo tan grande sin serias consecuencias. La Nación demanda su soberanía, exige el poder, y clama por la convocatoria de elecciones libres inmediatas. Ni hay ya –tampoco- partido de oposición que pueda sustraerse de su destino histórico, de su responsabilidad con España. Es hora de formular y concretar la "defensa de la nación española", una nación de ciudadanos libres –en toda España- e iguales –en toda España-, una nación reconciliada con ella misma, con su pasado histórico y que, por fin, mira al futuro con esperanza. Gracias, Mariano.

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