miércoles, marzo 07, 2007

Luis del Pino, Vaya fiasco, oiga

Vaya fiasco, oiga
7 de Marzo de 2007 - 12:43:03 - Luis del Pino
El juicio prosigue a un ritmo mucho más lento del previsto. Y con un resultado bastante desmoralizador para quienes trataron de vender a los españoles la mentira oficial. En las tres primeras semanas, hemos visto desfilar por el estrado a esos 29 imputados de los que se nos dijo que actuaban por cuenta de Al Qaeda. Y lo que hemos visto no tiene nada que ver con la imagen que se intentó transmitir: hemos visto a una panda de pringados, de chorizos y de confidentes, alguno de los cuales puede tener alguna relación con el mundillo islamista más o menos radical, pero ninguno de los cuales da el perfil de un terrorista islámico. Nueve de los acusados son españoles, 3 son confidentes declarados de los servicios del Estado, otros 3 son probables colaboradores esos mismos servicios del Estado. Para colmo, no hemos visto declarar a nadie que responda al perfil de jefe religioso de ningún comando y todos los imputados han condenado los atentados y negado su participación en los hechos.
Tan chocante es la imagen para una opinión pública a la que se ha tratado durante tres años de mantener en la inopia, que el juez Del Olmo ha acudido al rescate y ha reanudado esa caza y captura de culpables que había quedado interrumpida al cerrarse la Comisión 11-M: se ha imputado ahora como autor material (¡manda narices!) a un tío que está actualmente detenido en Marruecos. ¿Qué pasa? ¿Cómo los acusados que nos han presentado no dan el perfil, andan buscando por el mundo algún tio con turbante al que endilgarle el marrón? Durante algún tiempo creí que el juez Del Omo era bienintencionado, pero ingenuo. Hoy creo que de ingenuo tiene más bien poco. Más que nada porque ha vuelto a decretar secreto de sumario en las diligencias separadas que mantiene sobre el 11-M (y en las que ha imputado a ese tío de Marruecos), impidiendo así a los abogados de las acusaciones intervenir. Tal como les ha impedido intervenir durante dos años y medio en el sumario principal del 11-M. A algunos debería caérseles la cara de vergüenza. Especialmente después de hacer el teatrillo de llorar delante de una víctima, para luego faltar a la promesa de aclarar los hechos. Una cosa es no buscar la verdad por miedo, por pereza o por incompetencia y otra muy distinta es contribuir a mantener la mentira.
Después de los acusados, estamos viendo desfilar a los policías que han participado en la elaboración de diligencias y de informes de análisis. No son testigos directos de los hechos, pero sí que pueden aclarar por qué y cómo llegó la Policía a determinadas conclusiones. Y el espectáculo está siendo más bien lamentable: se llevan su guioncilo preparado para responder a la fiscal, que últimamente se limita a poner cara solemne sin levantar los ojos del papel (¡Hay que ver lo mucho que dice el lenguaje corporal!). No se olvidan de pronunciar esos testigos, por supuesto, alguna frasecilla previamente pactada que los de la Secta puedan incluir en los informativos para consumo de la masa. A la Secta los hechos les importan un carajo, porque para adoctrinar a la masa sólo cuenta el titular y no se puede consentir que los hechos contaminen un titular sonoro (el de ayer era de escándalo: "Fuimos siempre un paso detrás de ellos", dice la Secta que dijo ayer un policía; y entonces, ¿por qué no bramais clamado porque alguien depure las oportunas negligencias, majetes?).
Después, una vez recitado el guioncillo, los policías-testigos se atan los machos y se aprestan a responder a las acusaciones y defensas. Y ahí comienza a hacer aguas el barco: titubeos, lanzamiento de balones fuera, contradicciones, imprecisiones... Nadie sabe nada, todo se sabe por referencias. Hoy acabamos de asistir a un espectáculo especialmente penoso, cuando una funcionaria de la Unidad Central de ¿Inteligencia? ha sido incapaz de decir si alguna vez se ha detenido en el mundo a algún miembro de esas Brigadas de Abu Hafs Al Masri que reivindicaron el atentado del 11-M. Esta funcionaria parece que ni siquiera se ha molestado en escuchar la declaración del primero de los testigos-policías, de la UCIE, en la que confirmaba que no existen en la realidad tales Brigadas. Que se trata tan sólo de un nombre, detrás del cual no hay ningún grupo con existencia física. ¿Qué se inventarán esta vez para contrarrestar el penoso espectáculo que esta cuarta semana nos está deparando?
Y, mientras tanto, siguen los análisis periciales de explosivos. Santano ha hecho llegar al juez la petición de los peritos para analizar el titadyne de la furgoneta de Cañaveras. La idea no es de Santano, sino de los peritos; el jefe de la Policía Científica (imputado, recordemos, por presunta falsificación de pruebas en relación con el 11-M) se limita aquí a actuar de mero transmisor. Esperemos a ver qué pruebas se hacen, pero sería deseable que los análisis acabaran cuanto antes y que el tribunal se pronunciara sobre qué hacemos ahora. Porque este juicio, y todo lo que le rodea, está poniendo las cosas realmente complicadas a aquellos que no tienen otro remedio, para evitar que se les desmorone el chiringuito, que mantener una mentira oficial que ha entrado en descomposición hace ya mucho tiempo.
Y, si las cosas están así a estas alturas, imaginen lo que puede pasar en cuanto empiecen a desfilar los testigos directos.

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