viernes, marzo 02, 2007

La justa indignacion ciudadana

sabado 3 de marzo de 2007
La justa indignación ciudadana
EL papel que asuma a corto plazo la sociedad española va a ser decisivo para el futuro del país. La excarcelación de Ignacio de Juana Chaos va a ser una prueba para el Gobierno, sin duda, pero también para los ciudadanos, a cuya resignación ante la política de hechos consumados confía Rodríguez Zapatero buena parte del éxito de su proyecto personal de negociación con ETA. Por eso, las primeras reacciones de la opinión pública ante la injusta decisión de dar a De Juana Chaos un segundo grado a la medida de las necesidades del diálogo con los terroristas apuntan a un cambio de tendencia que puede y debe marcar una inflexión política en España. Las manifestaciones improvisadas de ciudadanos muestran un estado de ánimo legítimamente indignado. No podía el Gobierno esperar otra cosa, por más que ahora pretenda compartir con la opinión pública su disgusto por una excarcelación que sorprendente y torpemente quiere presentar como inevitable. Y precisamente porque no era inevitable, porque responde a una decisión arbitraria -la arbitrariedad es la degradación de la discrecionalidad legítima que ampara al Gobierno-, se ha producido una reacción casi unánime en la sociedad española de oposición radical al tratamiento privilegiado que está recibiendo De Juana Chaos.
Para el Gobierno, el verdadero problema es que su proceso de negociación ha dado la cara, ha mostrado su verdadero rostro: ETA ordena y exige, el Gobierno acata y cede. Resultan patéticos los esfuerzos retóricos del PSOE y del Ejecutivo por vender la decisión sobre De Juana como una brillante jugada que deja sin mártir a ETA. Los etarras querían una victoria sobre la ley, los Tribunales y el Estado; y la han logrado. A muchos ciudadanos se les ha caído la venda de los ojos. A otros se les ha agotado el beneficio de la duda a favor de Rodríguez Zapatero. Este descrédito del Ejecutivo y de su presidente -con el que debilitan al Estado en su conjunto- es también un coste moral y político de la decisión de liberar a De Juana Chaos, y no porque el dirigente proetarra Juan María Olano afirmara ayer que el Gobierno ha pagado «el precio político» de sacar al terrorista de la cárcel; sino porque se trata de una decisión que golpea el más elemental sentido de la justicia. La respuesta ciudadana, en las calles y en los medios, se gana así el valor de la absoluta sinceridad, de la protesta verdaderamente cívica, no pastoreada por partido alguno, y realmente emplaza a un tiempo nuevo para lo que queda de legislatura.
Toda esta energía social que está mostrándose como reacción a un acto de profundo desprecio gubernamental por los sentimientos de los españoles, debe encauzarse para que no se pierda en el capítulo de los lamentos. El Espíritu de Ermua provocó una fuerza social con consecuencias históricas en la lucha contra el terrorismo. Ahora puede estar viviéndose el umbral de un movimiento similar, pero a nivel nacional. El Gobierno ha hecho que las elecciones de mayo se conviertan en unas primarias de las generales de 2008, si es que no se celebran antes. En una democracia, los ciudadanos tienen las urnas para decidir sobre el futuro de su país, la responsabilidad de sus gobernantes y la voluntad de alternancia.
Descartado que el PSOE genere en su seno una corriente crítica que lo saque de la dinámica filonacionalista en la que lo ha embarcado Zapatero, la carga de ofrecer una alternativa a los españoles recae en Mariano Rajoy, que ayer ya anunció su propósito de organizar una convocatoria masiva contra la excarcelación del sanguinario etarra. Sólo el PP puede, en este momento, reagrupar los estados de opinión y de ánimo de la sociedad en un gran compromiso de cambio político. Rajoy debe liderarlo con la máxima capacidad de integración, sin aspavientos ni sobreactuaciones impertinentes, para sumar la voluntad de quienes votaron al PSOE y ahora empiezan a considerar que su abstención no sería suficiente para expresar su rechazo a la gestión del Gobierno. Hay líderes que no pueden elegir sus responsabilidades. Son éstas las que eligen a quienes deben asumirlas y esto es lo que le sucede a Mariano Rajoy, puesto ante un escenario histórico que le exige todo su esfuerzo para que exista una oportunidad real de cambio.

No hay comentarios: