viernes, marzo 09, 2007

Jon Juaristi, Farsa

sabado 10 de marzo de 2007
Farsa

POR JON JUARISTI
AFIRMAR, como lo hace Vera, que la lucha contra el terrorismo exige a veces cambios de táctica es una perogrullada. Tantos como haga falta, por supuesto, pero sin confundirlos nunca con cambios de estrategia, porque ésta sólo puede ser una: la de derrotar al terrorismo con todos los medios legales del Estado de Derecho. En este tipo de enfrentamientos no hay empates. Al contrario de lo que sucede en el ajedrez, el final en tablas equivale a la victoria de uno de los bandos. Siempre del mismo: los terroristas. No es que Vera ande sobrado de autoridad moral para dar lecciones de táctica (ni de estrategia), pero valga su observación como pretexto para una serie de consideraciones acerca de cómo ha tratado el Gobierno el caso del etarra Ignacio de Juana Chaos.
Dejando al margen la sospecha -o, más bien, la convicción ampliamente compartida- de que el Gobierno ha intentado vender una nueva estrategia como si se tratase de un mero cambio de táctica, es evidente que lo que se ha presentado como tal carece de toda justificación lógica (de las premisas supuestamente humanitarias y morales de la decisión gubernamental, mejor ni hablar: suenan a lo que son, recursos de charlatán). Ciñámonos a los hechos. Ante la alternativa de conceder al preso De Juana un régimen de prisión atenuada (devolverlo a su domicilio, para qué los eufemismos) o hacerle cumplir en su integridad una condena considerablemente rebajada por el Tribunal Supremo, el Gobierno opta por lo primero, alegando las zarandajas filantrópicas ya conocidas.
Pero sería estúpido, de entrada, aceptar la necesidad de dicha alternativa. La primera claudicación gubernamental ha consistido en tenerla en cuenta, porque ni siquiera existía antes de que De Juana y ETA la plantearan mediante la huelga de hambre emprendida por aquél. Estaba claro que no se trataba de un desafío del recluso De Juana al Estado, sino de una prueba de fuerza más de ETA frente a la democracia, de todo un chantaje del que De Juana era simplemente el pretexto. Un chantaje como el que supuso el secuestro de Miguel Ángel Blanco y en términos análogos: si el Gobierno no cediera a las exigencias de ETA, sería responsable de la muerte del joven concejal del PP, o de la del terrorista en huelga de hambre, en el caso que nos ocupa.
Lo que el Gobierno ha perdido de vista en aras de su empalagoso buenismo es que De Juana, además de un recluso, es un miembro de ETA. Y lo que el etarra De Juana Chaos ha representado con gran éxito escénico ante el Gobierno de Rodríguez y el Times es nada menos que la farsa del secuestro del recluso De Juana Chaos por el etarra De Juana Chaos (es decir, por ETA), que amenaza al Gobierno con matar al secuestrado si aquél no accede a sus demandas. Exactamente igual que lo que Txapote y Amaia hicieron tras secuestrar a Miguel Ángel Blanco. En estas circunstancias, el Gobierno tenía que haber cumplido con lo que era su estricta obligación: neutralizar al etarra De Juana Chaos y salvar así de la muerte al recluso De Juana Chaos, lo que se traduce en alimentación forzosa. En lugar de ello, se ha provisto de todos los subterfugios legales (informes clínicos, dictámenes judiciales, etc.) para ceder al chantaje endosando la responsabilidad de tal decisión a la corporación médica y a la magistratura.
El resultado ha sido el previsible. Dado que el secuestro era en este caso una farsa, la rendición no termina con la liberación del recluso De Juana Chaos, sino con la desaparición de éste y la devolución a su domicilio del feliz etarra Ignacio de Juana Chaos, que ritorna vincitore a casa como el héroe abertzale que ha hecho doblar los remos al Estado. Lectura de ETA/ Batasuna: la victoria final está más cerca. Éste es el tinglado de la antigua farsa, cuyo título repite obstinadamente todo el Gobierno socialista, erre que erre (de Rodríguez a Rubalcaba): Una Cuestión de Vida o Muerte. Ya. O Los Intereses Creados, por qué no.
JON
JUARISTI

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