jueves, marzo 22, 2007

Fernando Fernandez, Estamos bien, vamos mal

jueves 22 de marzo de 2007
Estamos bien, vamos mal
POR FERNANDO FERNÁNDEZ
Espero que el presidente Sanguinetti no se ofenda si le robo el título de un excelente artículo sobre América Latina para aplicárselo a la situación española. Aquí no disfrutamos de un periodo de precios elevados de materias primas, sino de bajos tipos de interés y «boom» inmobiliario. Y tampoco parece que estemos haciendo las cosas muy bien para que el ciclo dure y mejore nuestra competitividad.
Como esto es materia opinable y altamente politizable, me ha parecido oportuno recurrir a los propios responsables. La Agenda de Lisboa prometía crear para 2010 en Europa la economía más dinámica y competitiva, pero los jefes de Gobierno ya han reconocido que el objetivo es inalcanzable. Aunque no han dado el paso valiente de pedir perdón, ahora que está tan de moda exigírselo a los gobiernos anteriores. El fracaso no era inevitable. Han sido sus propias decisiones, o mejor su incapacidad para tomar decisiones impopulares a corto plazo, las que han hecho imposible cumplir el objetivo. Ni siquiera han mostrado un mínimo de propósito de la enmienda y han vuelto a hacer lo mismo en la última cumbre energética. ¿Queda alguien tan ingenuo en Europa que se crea que vamos a reducir el 20% el consumo sin apostar por la energía nuclear o disminuir radicalmente nuestro crecimiento económico? Como ninguna de las dos alternativas parece políticamente posible, marearemos la perdiz con un poquito de talante, mucho de suficiencia europea y algo de nacionalismo económico.
El programa socialista prometía crear la economía más abierta y liberal de Europa. En ese contexto de apertura y competencia estratégica es donde algunos quieren situar la saga de Endesa. Lo importante no son los consumidores, ni los accionistas, sino que nadie le gane un pulso al gobierno, que tiene en su cabeza el mapa energético europeo ideal. Y así todos son facilidades a Enel, las que se le negaron a E.ON. Parece que a los italianos les estamos aplicando la ley de discriminación positiva y le cambiamos preventivamente las normas. Pero la empresa pública italiana no parece una potencia emergente, sino más bien un dinosaurio en peligro de extinción

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